La inteligencia frente a amenazas es la mejor defensa para anticiparse a los ciberataques
En los últimos años, los informes y relatos de ciberataques han trazado un panorama en el que los atacantes han desarrollado sus capacidades y se han organizado en redes profesionales. Los intentos se han multiplicado y la sofisticación de las brechas de seguridad ha aumentado. Mejor financiados, han mejorado sus tácticas, técnicas y procedimientos. Además, las aproximaciones se han vuelto más difíciles de detectar y menos predecibles. Se caracterizan por su sigilo y persistencia, con el fin de dar tiempo a los atacantes a realizar movimientos laterales para infectar el SI en profundidad y hacer imposible la reversibilidad.
En este panorama incierto y en constante cambio, el papel de los equipos de seguridad se ha vuelto mucho más complicado. De hecho, de acuerdo con un informe publicado por Kaspersky, la complejidad en los entornos TI se ha convertido en uno de los principales retos, especialmente para las pequeñas y medianas empresas de todo el mundo. Por ello, es fundamental que las empresas de ciberseguridad actualicen sus productos para seguir brindando protección a sus partners. Este es el caso de Kaspersky, que ha lanzado, recientemente, Kaspersky Endpoint Security Cloud Pro, una versión que ofrece nuevas funcionalidades, control de la nube, protección a los trabajadores remotos estén donde estén, EDR y formación integrada para los equipos de TI.
También pueden utilizar la inteligencia frente a amenazas para construir una línea de defensa proactiva que proteja los activos digitales de la empresa de una variedad de amenazas. Su eficacia proviene de la combinación de tecnologías inteligentes y la experiencia de los equipos de seguridad. Debe proporcionar las alertas pertinentes para que estos especialistas puedan llevar a cabo sus investigaciones con rapidez y precisión, porque el tiempo es esencial si se confirma el ataque. En este contexto limitado, la eficacia del análisis de la información es un factor determinante para una evaluación de riesgos pertinente.
Se basa en tres pilares que deben complementarse entre sí: la capacidad de utilizar enormes cantidades de datos para detectar las pistas más pequeñas, el factor humano y la propuesta de inteligencia frente a amenazas y su capacidad para cubrir las necesidades de los clientes.
En la actualidad, el panorama de las amenazas evoluciona rápidamente y muchas organizaciones se enfrentan a amenazas complejas y persistentes. La inteligencia frente a amenazas se ha convertido en una parte integral del conjunto de herramientas de los equipos de seguridad. Además, este tipo de inteligencia es una estrategia proactiva ya que mejora la eficiencia y el tiempo de respuesta e infunde un mensaje disuasorio a los atacantes: un enfoque proactivo de la ciberseguridad y la garantía de una respuesta rápida y eficaz por parte de equipos experimentados de “respuesta rápida”.