Confianza ciudadana, ética y ciberseguridad, grandes desafíos de las ‘smart cities’
OBS Business School, institución perteneciente a Planeta Formación y Universidades, publica el informe ‘Smart Cities’. Dirigido por el profesor Víctor Ruiz Ezpeleta, en el estudio se analizan los avances de las ciudades europeas más punteras y las previsiones a futuro.
En la actualidad, señalan en una nota de prensa fuentes de OBS Business School, las ciudades desempeñan un papel fundamental para lograr la neutralidad climática de aquí a 2050 (un objetivo incluido en el Pacto Verde Europeo), puesto que aunque solo ocupan el 4% de la superficie de la Unión Europea, albergan “al 75% de sus ciudadanos, consumen más del 65% de la energía mundial y son responsables de más del 70% de las emisiones globales de CO2”. A día de hoy, en España el 69% de la población reside en las ciudades y la expectativa es que esta tendencia continúe hasta casi duplicarse en 2050.
La tecnología en las ‘smart cities’
La incorporación del IoT y el análisis de datos impulsado por la IA está convirtiendo a las ciudades en espacios más eficientes y sostenibles, que mejoran la calidad de vida porque permiten gestionar el tráfico, las infraestructuras, la gestión energética, la contaminación y la seguridad pública.
En este sentido, añaden las mismas fuentes, los datos de ubicación compartidos de forma anónima pueden ayudar a las empresas de reparto a optimizar sus rutas, permitiendo más entregas exitosas en el primer intento y reduciendo la necesidad de visitas adicionales. En 2021 había más de 10 mil millones de dispositivos IoT y se prevé que para 2025 la cantidad de datos generados globalmente supere los 73 zettabytes, por lo que su gestión “será un enorme desafío”.
Las ciudades inteligentes están desplegando miles de sensores y la nube juega un papel crucial en el almacenamiento y análisis de esta vasta cantidad de información. Sin embargo, a pesar de su relevancia, la nube requiere redes con alto ancho de banda y baja latencia, y actualmente la conectividad en muchas ciudades inteligentes es insuficiente. El despliegue de la tecnología 5G está en proceso de expansión, lo que ofrece una solución más rápida y asequible, pero para superar estas limitaciones se está introduciendo la computación en el borde, un enfoque que acerca el procesamiento de datos a su fuente, es decir, al propio dispositivo, eliminando la necesidad de enviar datos a centros remotos y reduciendo los tiempos de respuesta.
Riesgos y desafíos
La implementación masiva de cámaras, sensores y sistemas de recolección de datos puede llevar a una invasión de la privacidad y existe el riesgo de que la vigilancia masiva sea explotada por gobiernos o empresas para controlar o manipular a la población. Por ello será imprescindible una regulación clara y rigurosa. Uno de los grandes retos a los que se enfrentan las ciudades inteligentes es conseguir la confianza de los ciudadanos en torno a la gestión y seguridad de sus datos. Cerrar esta brecha de confianza permitiría la participación ciudadana. También es necesario, prosiguen las mismas fuentes, que las empresas privadas y los gobiernos trabajen de manera conjunta. No obstante, “muchos líderes empresariales aún son reticentes a compartir datos con socios externos”.
Además, se añade desde OBS Business School, el uso de tecnologías también conlleva un desafío en materia de ciberseguridad, pues un ciberataque podría llegar a paralizar servicios esenciales. Por ello se deben preparar planes de contingencia.
Por otro lado, el uso excesivo de la IA podría desembocar en la deshumanización de los servicios públicos, aspecto especialmente crítico cuando hablamos de atención médica o servicios sociales, donde el contacto humano es crucial. El gran reto es determinar qué se debe enseñar a la IA para que sea capaz de tomar decisiones justas e igualitarias, porque la ética y los sentimientos son aspectos complejos para ser desarrollados por la tecnología. Ante todos estos desafíos se hacen necesarias nuevas regulaciones.
Londres: la ciudad más ‘smart’ del mundo
Londres es considerada la ciudad más smart del mundo. La capital del Reino Unido “destaca por su avanzada infraestructura verde, es líder en la cantidad de cargadores públicos para vehículos eléctricos y edificios con certificaciones ecológicas en Europa. Su visión como ciudad inteligente se apoya en la disponibilidad de datos abiertos y un enfoque centrado en la información, que comparte gran cantidad de datos municipales", se asegura en la nota de prensa.
En el ámbito de la movilidad y el transporte, ha implementado sistemas de pago avanzados para el transporte público y aplicaciones como Go Jauntly, que fomenta caminos saludables y planes para mantener un mejor estado de forma. También ha asignado importantes fondos a la empresa pública de la gestión del transporte (Transport for London) para proyectos que incluyen iluminación LED, paneles solares en estaciones de metro y mejoras energéticas en sus edificios. El uso de bicicletas es cada vez más habitual (hay más de 12.000 bicicletas disponibles en 800 estaciones).
Y en el ámbito medioambiental, Londres se ha propuesto alcanzar emisiones netas cero para 2030, implementando zonas de ultrabajas emisiones y utilizando el calor residual del metro para mejorar la calidad del aire. Esta iniciativa está respaldada por un fondo de 500 millones de libras destinado a proyectos de energía renovable, transporte limpio y eficiencia energética. Además, el proyecto London Tideway, que ya está en su fase final, supone un túnel subterráneo de más de 25 kilómetros y la ampliación de la estación depuradora que recoge el exceso de aguas residuales que el sistema actual no puede absorber, evitando que se viertan millones de toneladas de residuos al río.
En términos de seguridad, la ciudad ha integrado una amplia red de tecnología 5G, sensores, cámaras, drones y robótica para garantizar un monitoreo eficaz y una respuesta rápida ante incidentes.
El transporte, tarifas disuasorias y sensorización
Un transporte inteligente incluye, entre otras, medidas de alto impacto como las tarifas de congestión (pago de una prima para acceder a las carreteras y los servicios en las horas punta), que en teoría proporcionan un fuerte desincentivo para unirse al tráfico durante los períodos de gran volumen; también se prevén tarifas de estacionamiento basadas en la demanda, algo que no tiene una gran complejidad de diseño, pero que precisa de una tecnificación basada en datos y sensores. O carriles de peaje en carreteras y autopistas, de manera que aquellos conductores que quieran utilizar los carriles rápidos paguen por ello, dejando exentos aquellos vehículos que transporten un cierto número mínimo de pasajeros.
También se está implantando el transporte bajo demanda y el 'smart parking' que, mediante sensores y aplicaciones, permite saber qué plazas de aparcamiento están disponibles en una determinada zona. Esta tecnología evita la circulación por zonas donde ya no hay lugar donde aparcar. Barcelona ya ha implantado algunas pruebas piloto con buenos resultados.
También existen tecnologías que permiten al usuario escoger a través de su teléfono móvil el medio de transporte más rápido en cada momento. Y el proyecto ‘The Copenhagen Wheel’ permite convertir cualquier bicicleta en eléctrica sustituyendo la rueda trasera por otra con un motor eléctrico.
Por otra parte, los edificios son responsables del 40% de toda la energía consumida en el mundo y del 36% de las emisiones de CO2 en la UE. Sin embargo, el 75% de ellos son ineficientes energéticamente. Entre los objetivos de la Unión Europea está reducir el consumo de energía un 6% y de las emisiones un 5% en los próximos años mediante la modernización de edificios: el control de la calefacción por sectores, la iluminación y la ventilación. Para ello se están destinando fondos del programa Next Generation.