Beneficios Mutuos entre la Gestión de la Calidad y la Gestión de la Prevención de Riesgos Laborales
J. María. Gerez Miras, E. Gerez Giménez (1), J. E. Díaz Vázquez, J. L. Beira Jiménez
Escuela Superior de Ingeniería de Cádiz. c/ Chile,1. 11002 CÁDIZ
Teléfono: 956 016 095. correo-e: juliamaria.gerez@uca.es.
(1) Centro de Seguridad e Higiene en el Trabajo de Almería.
Consejería de Empleo y Desarrollo Tecnológico-Junta de Andalucía
Avda/ de la Estación, 25. 04006 ALMERÍA
1. Introducción
Aunque esta dimensión económica sigue siendo uno de los pilares fundamentales, en las últimas décadas se observa que se está produciendo un cambio de mentalidad en los planteamientos de los gestores; se ha comprobado que el sistema tradicional tiene, al menos, un punto débil: no se contempla el control de pérdidas evitables.
El control de estas pérdidas, desde el punto de vista de la gestión de la calidad total (TQM), se basa en identificar los requisitos del cliente, fijados en el contrato y conseguir, al mínimo coste, un producto que se ajuste a las expectativas del cliente.
Sin embargo, es necesario conocer los intereses de todos los agentes que intervienen en el proceso productivo: cliente, empresario, trabajadores, gobierno, legislación, sociedad, etc. En este sentido, la calidad y la seguridad son dimensiones que la empresa en las que influyen los diferentes agentes. Conocer las interrelaciones entre los diferentes agentes y las dimensiones de la organización permitirá descubrir los puntos fuertes y débiles y las oportunidades para la mejora de la competitividad.
2. Economía de la Seguridad
Aunque el principal afectado es el trabajador, la empresa también se ve afectada por la siniestralidad, ya que el Estado, a través de sus tres poderes, establece los derechos, las responsabilidades y las sanciones a través de la legislación. En consecuencia, una empresa con una alta siniestralidad, soportará pérdidas evitables originadas por las sanciones en materia de seguridad laboral.
3. Gestión de la Calidad Total
Las ventajas de la TQM son, entre otras: la orientación hacia el proceso y el producto; el fortalecimiento de la cultura de calidad de los empleados; y, en consecuencia, el incremento de la calidad de la producción y la disminución de los costes de la calidad.