Cobots en las industrias farmacéutica y cosmética
Automatizar los laboratorios farmacéuticos para potenciar el talento de los profesionales
Lo que estas tareas tienen en común es que son repetitivas, minuciosas y esenciales, aunque no requieren la experiencia de los investigadores farmacéuticos.
Por consiguiente, constituyen un desafío para los laboratorios: provocan cuellos de botella, exigen el máximo cuidado en la manipulación de materiales delicados, obligan a realizar controles exhaustivos de calidad y a cumplir las normativas higiénicas y sanitarias, cuentan con muy poco espacio disponible, etc.
En este contexto, la automatización con robots colaborativos se ha erigido como una tendencia central para la gestión de los laboratorios y para ayudar a los técnicos en sus análisis e investigaciones.
Cobots en el laboratorio
Los brazos robóticos son precisos, ocupan poco espacio, se pueden mover con facilidad y pueden funcionar en ambientes controlados y salas blancas. Además, pueden estar interconectados para facilitar el trabajo colaborativo compartiendo bases de datos, y su software puede registrar modificaciones enviadas a un dispositivo de registro y que estas no sean falsificables, lo que da cumplimiento a la normativa FDA 21 CFR, en su parte 11.
Recientemente, Universal Robots ha publicado el libro blanco Cobots en las industrias farmacéutica y cosmética, que recopila casos de éxito paradigmáticos del sector.
Uno de los casos más representativos habla de la manipulación y clasificación de muestras de sangre. Utilizando dos robots colaborativos UR5, el Hospital Universitario de Copenhague ha conseguido gestionar alrededor de 3.000 muestras diarias, lo que representa ocho tubos por minuto. De esta manera, el centro sanitario puede entregar el 90% de los resultados en menos de una hora.
¿Cómo es eso posible? La muestra de sangre llega al laboratorio a través de una cinta transportadora. El primer robot colaborativo la recoge y la muestra a un lector de códigos de barras. Una cámara de visión fotografía el color del tapón roscado e indica al robot que coloque la muestra en una de las cuatro gradillas en función de su color. Finalmente, el segundo UR5 recoge las muestras de las gradillas y las coloca en el alimentador de la máquina para su centrifugado y análisis.
Este caso refleja muchas de las virtudes que la robótica colaborativa aporta a los laboratorios. Entre ellas destaca su precisión, lo que se traduce en unos resultados uniformes. Esto resulta decisivo en procesos en los que la medición, mezcla o reparto de materiales y componentes debe realizarse de forma muy concreta, controlada y en procesos continuos. Otro aspecto esencial es que los robots colaborativos cuentan con un certificado de clase 5, según la norma ISO 14644-1. Esta característica reduce los ciclos de entrada y salida a zonas limpias y disminuye el desperdicio en materiales de protección desechable (EPI) y desinfectantes.
Además, los sensores de seguridad de los cobots les permiten trabajar al lado de los técnicos de laboratorio, lo cual ayuda a optimizar al máximo los espacios de trabajo. En este sentido, hay que recordar que más del 80% de los brazos robóticos que se encuentran en funcionamiento hoy en día operan junto a las personas.