Cómo convertir nuestras ciudades en urbes que ofrezcan mayor bienestar y calidad de vida
Desde La Fundación La Casa que Ahorra se quiere aprovechar la celebración del Día Mundial de las Ciudades para analizar su previsible crecimiento, e intentar que esta evolución se haga de forma 'racional', intentado que las urbes sean cada vez más 'confortables y seguras'. En España se estima que en el año 2030 el 40% de la población vivirá en 15 ciudades de más de 300.000 habitantes.
El pasado martes, 31 de octubre, se celebró el Día Mundial de las Ciudades, una fecha que estableció la Asamblea General de la ONU en 2013, con el objetivo de que sus protagonistas, los Estados, Naciones Unidas, organizaciones internacionales y sociedad en general, entre otros, tomasen conciencia acerca de esta realidad.
Según los últimos datos aportados por la ONU, el crecimiento estimado prevé que, en el año 2050, el 67% de la población mundial vivirá en la ciudad, o lo que es lo mismo, 2 de cada 3 personas residirán en urbes cada vez mayores. Este es otro aspecto a tener en cuenta, dado que el 14,4% lo hará en megaciudades con más de 10 millones de habitantes.
En el caso de España, los datos que se manejan son anteriores. Según la División de Población de las Naciones Unidas, para 2030 el 40% de la población vivirá en 15 ciudades de más de 300.000 habitantes, y de ellos, el 25,6% lo hará en el área metropolitana de Madrid y Barcelona.
La Fundación La Casa que Ahorra, como institución conocedora de esta realidad, quiere hacer un llamamiento a todas las entidades implicadas en este crecimiento, a los que invita a reflexionar sobre cómo deben ser, qué servicios deben ofrecer y cuál es el camino a seguir “para hacer de ellas espacios confortables, saludables y seguros, a la vez que amigables y motivantes para sus ciudadanos”, afirma Albert Grau, gerente de la Fundación.
Para lograrlo propone tener en cuenta las directrices a las que van encaminadas las ciudades, generadas por su previsible crecimiento, tales como el aumento de las emisiones de gases de efecto invernadero, del consumo de energía, el incremento del uso de transporte privado, o el consiguiente consumo de recursos naturales, entre otros. Desde la Fundación La Casa que Ahorra se recomienda analizar cada uno de estos supuestos y abordarlos con soluciones que “ayuden a conseguir que nuestras ciudades, pese a su crecimiento, sean cada vez más habitables”, concreta Grau.
Así, se debería incidir en urbes que luchen contra el cambio climático, para reducir las emisiones de gases invernadero. Controlar la edificación y la movilidad, con ejemplos como los edificios de energía casi nula, que empujan hacia economías bajas en carbono. El aumento de población supone también un incremento en el consumo de energía, de ahí que sea necesario que se utilice de forma eficiente y, sobre todo, que no se malgaste.
Otro aspecto a tener en cuenta es la seguridad, entendiendo este término como respuesta a fenómenos adversos, inundaciones, incendios o catástrofes. “En este punto existen ya materiales para la construcción que tienen muy en cuenta estos aspectos, y que aconsejamos emplear tanto en las nuevas edificaciones como en las rehabilitaciones”, añade Albert Grau.
Las ciudades deben ser también accesibles, contar con un modelo de movilidad sostenible, con alternativas al uso del vehículo privado e integrada en su entorno. Se trata de medidas puestas en marcha hace tiempo por las administraciones, pero esencialmente necesarias para que los habitantes de las ciudades tengan una vida “más cómoda y saludable”.
Por último, y no por ello menos importante, hay que tener muy en cuenta una corriente denominada gentrificación 2.0 o turistificación, y que es ya una realidad en muchas ciudades. Se trata de la movilidad o cambio de la población del centro de las ciudades más estable por otra flotante, o turística, que transforma el centro neurálgico en un área puramente comercial, con los cambios urbanísticos que ello supone.