El centro de tratamiento de residuos del Vallès Occidental empieza a tratar residuos de Girona, Salt y Sarriá de Ter
El Centro de Tratamiento de Residuos del Vallès Occidental recibe desde el 2 de enero residuos provenientes de los municipios de Girona, Salt y Sarrià de Ter. De este modo, el CTR-Vallès incrementa su actividad y el número de toneladas tratadas.
El tratamiento de estos residuos es fruto del convenio de colaboración que han firmado a finales de 2017 el Consorcio para la Gestión de Residuos del Vallès Occidental y la sociedad pública TRARGISA. Según este acuerdo, los municipios de Girona, Salt y Sarrià de Ter utilizarán las instalaciones del CTR-Vallès mientras duren las obras de reforma y optimización de la planta incineradora de Campdorà, previstas para un periodo de dos años, hasta el 31 de diciembre de 2019. Sin embargo, la fecha de finalización podrá anticiparse en caso de finalización de las obras.
El precio del servicio de tratamiento de la fracción aportada al CTR-Vallès, será el mismo que paguen los municipios del Vallès Occidental. Esto supondrá un incremento de más de 2 millones de euros en el presupuesto del Consorcio. Se prevé que la aportación de Resto en el CTR mediante este convenio sea de alrededor de 30.000 toneladas al año.
El CTR-Vallès, un equipamiento de referencia
El Centro de Tratamiento de Residuos del Vallès Occidental, CTR-Vallès, es una instalación que permite tratar los residuos para obtener materiales recuperables y garantizar que ningún residuo llega a su destino final sin pasar antes por un proceso que asegure su máximo aprovechamiento y la inocuidad de los flujos de salida. Este equipamiento forma parte del Plan territorial sectorial de infraestructuras de gestión de los residuos municipales de Cataluña, impulsado por la Agencia de Residuos de Cataluña.
Los residuos se someten a un tratamiento mecánico biológico para recuperar los materiales reutilizables (papel, metales, envases, etc ..) y estabilizar la materia orgánica. El bioestabilizado obtenido se puede utilizar como material para restauraciones de canteras, de depósitos controlados… El rechazo resultante se embala en balas retractiladas con un porcentaje de biodegradabilidad muy pequeño.