El penal de Monterroso (Lugo) pondrá en marcha un proyecto para la reducción del desperdicio alimentario
En su afán de mejora continua y, en el marco de su exitoso programa de educación ambiental, el Centro Penitenciario de Monterroso (Lugo), con el apoyo de Sogama, y en clara sintonía con los objetivos de la Comisión Europea en materia de residuos, pondrá en marcha un proyecto para la reducción del desperdicio alimentario en las propias dependencias de la institución.
Este fue el tema central de una reunión que esta semana mantuvieronel Director del Penal, Antonio Rivera, y su equipocon representantes de la Sociedade Galega do Medio Ambiente, y a la que también asistieron los docentes de la Escuela de Adultos del centro, que dirige Pedro Cantero, alma mater de esta iniciativa.
Cabe recordar que, en la Unión Europea, el desperdicio alimentario se cifra en 89 millones de toneladas anuales (alrededor de 173 kilos por persona), correspondiendo 8 millones a España, lo que nos sitúa como séptimo país que más comida desecha. De seguir el ritmo de despilfarro actual, en 2020, según las estimaciones realizadas, se alcanzarán los 126 millones de toneladas en el entorno comunitario, suponiendo un incremento del 40%.
La gravedad de la situación ha llegado a ser tal, que el Parlamento Europeo ha tomado cartas en el asunto, pasando a ser la lucha contra el despilfarro de alimentos una prioridad en su plan de trabajo. De ahí que se haya propuesto como objetivo reducir el desperdicio alimentario a la mitad en 2030, instando a que todos los colectivos sociales aporten su trabajo y esfuerzo para que este problema, con serias consecuencias ambientales y económicas, además de las puramente sociales y éticas, se vaya amortiguando progresivamente.
Diagnóstico de partida
El penal monterrosino, en su afán de colaboración y con el fin último de preparar a los internos para su posterior reinserción social, quiere aportar su grano de arena. Y para ello pondrá en marcha una primera fase del proyecto en la que realizará un diagnóstico inicial del desperdicio alimentario en distintos módulos: qué tipo de alimentos se tiran, en qué cantidad y cuáles son los razones; una actividad en la que se implicarán los miembros del servicio de cocina, los propio internos y, por supuesto, los docentes y resto del personal. Concluida esta primera fase, se diseñarán medidas para ir reduciendo progresivamente la cantidad de comida que acaba diariamente en el cubo de basura.
Rivera es plenamente consciente de las limitaciones a las que se enfrentan, sobre todo en un centro en el que residen alrededor de 250 internos de diferentes culturas, incluyendo las puramente gastronómicas, y en el que también muchos de ellos, por razones médicas, están sometidos a determinadas dietas que deben seguir disciplinadamente.
No obstante, el proyecto, tal y como expresó en el transcurso del encuentro el Director de la Escuela de Adultos, Pedro Cantero, tendrá carácter transversal, pues, aprovechando el objetivo prioritario del mismo, que es reducir la cantidad de comida desperdiciada, se llevará a cabo una tarea educativa en el ámbito nutricional, dando a conocer las propiedades de los alimentos y la importancia de una dieta variada y equilibrada.
En la semana europea de la prevención
El proyecto ya tiene nombre “La comida no se tira. Don´t waste food” y ya es uno de los candidatos a participar en la Semana Europea de la Prevención 2017, que tendrá lugar entre el 18 y el 26 de noviembre. Promovida por la Comisión Europea, su objetivo es precisamente dar visibilidad a las acciones promovidas por distintos colectivos sociales europeos con el objetivo de poner en práctica el principio comunitario de las tres erres (reducción, reutilización y reciclaje).
Cabe recordar que el penal de Monterroso acumula una gran experiencia en gestión sostenible de residuos. No en vano, disponen de varios compostadores, que fueron cedidos por Sogama en su momento, a través de los cuales producen compost y en los que utilizan como materia prima los restos orgánicos producidos en los comedores del centro, obteniendo un abono natural de excelente calidad (tal y como certificó la Universidad de Santiago de Compostela a través del correspondiente análisis científico)que luego aplican en una serie de huertos ecológicos con invernaderos elaborados en su momento con miles de botellas plásticas de agua,en los que cultivan diferentes productos tales como verduras, frutas y hortalizas.
Ahora, reducir la cantidad de comida desperdiciada es el siguiente paso de un centro cuya máxima es “educar en la sostenibilidad”.