El cloro, el mejor desinfectante para el agua
El cloro, como tal o en forma de hipoclorito sódico (la clásica lejía) es el desinfectante del agua más utilizado en el mundo por su efectividad, su bajo coste y fácil uso. En la actualidad, el 98 por ciento del agua que se suministra en Europa occidental ha sido desinfectada previamente con cloro para ser consumida. Según la Organización Mundial de la Salud, la desinfección con cloro es aún la mejor garantía del agua microbiológicamente potable. Por sus propiedades, el cloro es efectivo para combatir todo tipo de microbios nocivos contenidos en el agua -bacterias, virus, hongos y levaduras- y las algas y limos que proliferan en el interior de las tuberías de suministro y en los depósitos de almacenamiento. Sólo la cloración garantiza que el agua ya tratada se mantenga libre de gérmenes durante su tránsito por tuberías y depósitos antes de llegar al grifo, además de ser también el método más económico. Otras técnicas usadas en la potabilización, como son el ozono o la radiación ultravioleta, aunque son también eficaces, no pueden garantizar que sus propiedades desinfectantes permanezcan inalteradas a lo largo de todo el proceso. Desde que a mediados del siglo XIX se descubrieron los efectos del cloro para potabilizar el agua, la incidencia de las más devastadoras enfermedades infecciosas como el cólera, las fiebres tifoideas, la disentería, la gastroenteritis, etc., han disminuido hasta la práctica erradicación en algunos casos. Como describe la revista norteamericana Life, "la filtración de agua potable y el empleo de cloro es probablemente el avance de salud pública más significativo del milenio". Los países desarrollados deben agradecer al cloro su destacada contribución en el aumento en 30 años de la expectativa de vida de sus ciudadanos durante el siglo XX.