Una conciencia sostenida
01/10/2004
Hace muchos años, treinta, cuarenta años, tirar un papel al suelo no estaba considerado un auténtico atentado a la estética. Puede que sí lo estuviera para algunos, pero en general había una menor consideración de la población hacia este tipo de acciones, los padres no reñían con convencimiento a sus hijos cuando estos se metían el caramelo en la boca y abandonaban el papel en el suelo. Terminar el paquete de tabaco y obsequiar al entorno con un nuevo elemento decorativo nunca ha sido una muestra de grandes principios ecológicos, pero desde luego no estaba en la misma consideración hace treinta años que ahora. Ahora, esto no es sostenible.
Pero todo está cambiando, porque la población española está girando hacia el verde, regulando en cierta medida la absoluta desigualdad en la balanza de la conciencia ecológica con respecto a las gentes de otros países, de Alemania, por ejemplo, de países nórdicos, también, sin duda. Allí la cosa no es nueva. El valor que se le da al medio ambiente adquiere una relevancia superior a la que nosotros le atribuimos y si tirar un papel al suelo no es desde luego la actitud más medioambientalmente negativa que a uno se le pueda ocurrir, es una muestra de lo que tenemos dentro. Quien va una playa o a un bosque y no tiene el gusto por recoger los desechos que haya generado no tiene incorporado en su lista de valores que ese tipo de cosas tienen su relevancia. No tiene asimilada una conducta consciente de que existe un espacio que es de todos. España, todavía, compite en las categorías inferiores en esto del cuidado del medio ambiente pero, forzada o no, la industria está haciendo mucho por agradar a su entorno. Claro que, no lo olvidemos, eso que llamamos ‘la industria’ no es sino un conjunto de empresas formadas por personas, que deben creer en la importancia de un desarrollo sostenible para poder aplicarlo en su forma de actuar.
Para aprender no faltan oportunidades. En este mes de noviembre se celebran tres citas relacionadas con la cuestión: la Sexta Conferencia de Química Verde, la tercera edición del Foro Nacional de Gestión Ambiental y Sostenibilidad organizado por Anavam y la feria Proma, en la que, por cierto, Química Universal cuenta con un stand y sobre la cual informamos en esta edición de la revista. Entre todos, a ver si sostenemos este giro sostenido hacia el progreso sostenible.
Pero todo está cambiando, porque la población española está girando hacia el verde, regulando en cierta medida la absoluta desigualdad en la balanza de la conciencia ecológica con respecto a las gentes de otros países, de Alemania, por ejemplo, de países nórdicos, también, sin duda. Allí la cosa no es nueva. El valor que se le da al medio ambiente adquiere una relevancia superior a la que nosotros le atribuimos y si tirar un papel al suelo no es desde luego la actitud más medioambientalmente negativa que a uno se le pueda ocurrir, es una muestra de lo que tenemos dentro. Quien va una playa o a un bosque y no tiene el gusto por recoger los desechos que haya generado no tiene incorporado en su lista de valores que ese tipo de cosas tienen su relevancia. No tiene asimilada una conducta consciente de que existe un espacio que es de todos. España, todavía, compite en las categorías inferiores en esto del cuidado del medio ambiente pero, forzada o no, la industria está haciendo mucho por agradar a su entorno. Claro que, no lo olvidemos, eso que llamamos ‘la industria’ no es sino un conjunto de empresas formadas por personas, que deben creer en la importancia de un desarrollo sostenible para poder aplicarlo en su forma de actuar.
Para aprender no faltan oportunidades. En este mes de noviembre se celebran tres citas relacionadas con la cuestión: la Sexta Conferencia de Química Verde, la tercera edición del Foro Nacional de Gestión Ambiental y Sostenibilidad organizado por Anavam y la feria Proma, en la que, por cierto, Química Universal cuenta con un stand y sobre la cual informamos en esta edición de la revista. Entre todos, a ver si sostenemos este giro sostenido hacia el progreso sostenible.