Entra en vigor el Convenio de Rotterdam sobre comercio de plaguicidas y químicos peligrosos

Aún hoy, en numerosos países pobres no existen las condiciones mínimas para el uso seguro de plaguicidas altamente tóxicos, y su utilización incorrecta ha causado continuos daños a la salud de los agricultores y la contaminación del medio ambiente, tal y como explica el director de la Organización de la Onu para la Agricultura y la Alimentación (Fao), Jacques Diouf.
El Convenio de Rotterdam promueve la agricultura sostenible en un medio ambiente más seguro, contribuyendo de ese modo al aumento de la producción agrícola y la lucha contra el hambre, las enfermedades y la pobreza. Más concretamente, permite a los países importadores decidir cuáles son los productos potencialmente peligrosos que quieren recibir y excluir aquellos que no puedan gestionar en condiciones de seguridad.
Asimismo, en el caso de que el país en cuestión permita la entrada de tales productos, se establecen normas de etiquetado e información sobre los efectos potenciales en la salud y el medio ambiente, que permitirá identificarlos con facilidad y fomentar un empleo más seguro de los mismos.
Este Convenio, que se puso en marcha de forma voluntaria en septiembre de 1998, establece una lista de 27 sustancias químicas peligrosas y plaguicidas que se venden ampliamente en el mercado internacional, a la que con toda probabilidad se añadirán otros quince durante la primera reunión que celebre la Conferencia de las Partes del Convenio a finales de este año en Ginebra.
En la actualidad hay más de 70.000 productos químicos disponibles en el mercado y cada año se introducen otros 1.500 nuevos, cifras que, según la Onu, “plantean un grave reto para muchos gobiernos a la hora de controlar y manejar estas sustancias”. Muchas de ellas están sometidas a estrictos controles en los países ricos, pero en el sur se siguen comercializando sin apenas problemas.
La lista negra
En septiembre de 1998 se incluyeron en el procedimiento transitorio del ICP seis plaguicidas adicionales: binopacril, toxafeno, óxido de etileno, cloruro de etileno, monocrotofos y DNDC, una fórmula de plaguicida altamente tóxico a base de benomyl, carbofuran y thiram.
Se incluyeron, además, cinco sustancias químicas de origen industrial: crocidolite, bifenilos polibromatados (PBB), bifenilos policlorinados, (PCB), terfenilos policlorinados (PCT) y trisfosfato (2,3 dibromopropilo).
Desde septiembre de 1998 también forman parte del procedimiento transitorio del ICP cuatro sustancias químicas de origen industrial adicionales: cuatro tipos de amianto como la amosita, antofilita, actinolita y tremolita.