La empresa Conservación de Sustratos Celulósicos, de Solvay, ha desarrollado un proceso para la conservación de libros llamado Book Saver, en el que han colaborado responsables de instituciones culturales, profesionales de la conservación y restauración y científicos de centros especializados en tecnología del papel. Este sistema consiste en una máquina donde se introducen los libros y documentos sin desencuadernar y un reactivo, que neutraliza la acidez sin atacar a las tintas. La simplificación y automatización del proyecto implica una drástica reducción de costes. Tiene la ventaja, además, de que la máquina se puede trasladar al archivo o biblioteca en cuestión evitando procesos de traslado que podrían agravar el estado de los libros y, obviamente, encarecer el proceso. Los libros y documentos son introducidos en el interior de la máquina y depositados sobre una bandeja. Se selecciona el programa adecuado a ese tipo de papel y se pone en marcha el ciclo automático. Terminado el ciclo, el operador extrae los libros de la máquina y se permite su aireación.
El proceso se basa en que la máquina está provista de un autoclave donde se ponen en contacto el material a tratar con un reactivo que penetra en el papel neutralizando la acidez. Las cantidades de reactivo a utilizar así como el tiempo de contacto entre el material y el reactivo están en función del estado del material a tratar. La máquina dispone de ciclos preprogramados para tratar distintos tipos de documentos. Su funcionamiento, por tanto, es tan sencillo como el de una lavadora.