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Un informe de Zero Waste Europe duda de la viabilidad a corto y medio plazo del reciclado químico

El reciclado mecánico de plásticos, una realidad frente a las dudas del químico

Redacción Interempresas28/11/2024

Mientras la industria petroquímica promociona el reciclaje químico como una solución ante la proliferación de residuos plásticos, el informe ‘Fifty years: chemical processing's fading promise’ (‘Cincuenta años: la promesa del reciclaje químico se desvanece’)—publicado el 21 de noviembre por Zero Waste Europe— rebaja las expectativas al augurar que esta modalidad de reciclado no será comercialmente viable hasta dentro de cincuenta años.

El estudio propone reducir la producción de plástico virgen para priorizar aquellas soluciones que reducen el consumo de plástico en general. Entre esas soluciones, Zero Waste Europe señala una secuencia plenamente conocida: la prevención de residuos, la reutilización y, posteriormente, el reciclaje.

El reciclaje químico ha sido promovido como una tecnología revolucionaria capaz de resolver dos problemas clave: la contaminación producida por los residuos plásticos y la dependencia de los combustibles fósiles, necesarios para su fabricación. En el informe se recuerda que el reciclado químico, que incluye métodos como la pirólisis y la gasificación, descompone los plásticos en componentes químicos básicos que pueden reutilizarse como materia prima.

Entre los expertos consultados para la elaboración del estudio se encuentra el ex científico de Shell Jean-Paul Lange, quien augura que se necesitarán cincuenta años para “aumentar con éxito el reciclaje químico”.

El informe apunta varios de los desafíos a los que debe hacer frente el reciclado químico. Entre ellos, su alto consumo energético, las emisiones de carbono asociadas y los costes económicos elevados. En el caso de la pirólisis, en el documento se apunta que esta tecnología produce aceites contaminados que requieren un proceso de purificación complejo antes de ser utilizados en la fabricación de nuevos plásticos. Además, el reciclaje químico pierde hasta el 50% del carbono inicial como CO2 durante el proceso, “lo que contradice sus supuestos beneficios climáticos”, se afirma en el análisis.

El documento subraya que la industria ha usado esta tecnología como una herramienta de marketing para justificar la producción masiva de plásticos. Sin embargo, el sector no aborda el problema estructural del consumo excesivo. Según datos del informe, más del 90% de los plásticos producidos a lo largo de la historia no han sido reciclados, un apunte al que se suma una proyección: la actual producción de plásticos se duplicará en 2050.

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Contabilidad de balance de masas

En este contexto, el reciclaje químico puede ser una herramienta complementaria para tratar residuos difíciles de gestionar mediante reciclado mecánico, pero no puede ser la solución central. Los autores del informe de Zero Waste Europe insisten en que priorizar la prevención de residuos y la reutilización —junto con un enfoque centrado en el reciclaje mecánico eficiente— son estrategias más efectivas y sostenibles.

El informe afirma que, en su estado actual, el reciclaje químico es más una promesa tecnológica que una solución práctica. Depender de esta tecnología sin abordar los problemas de producción y consumo de plásticos perpetuaría el modelo actual, “que es insostenible”. La transición hacia una economía circular requiere un cambio sistémico, no solo mejoras tecnológicas parciales, se insta en el documento.

El balance de masas es una herramienta clave en el debate sobre el reciclaje químico. Este sistema permite a las empresas atribuir contenido reciclado a productos individuales basándose en la proporción total de materiales reciclados utilizados en el proceso de producción. Aunque aparentemente práctico, este enfoque ha generado controversias debido a su falta de transparencia y a las posibles distorsiones en la representación del contenido reciclado.

El informe explica que en el reciclaje químico los insumos reciclados se mezclan con materias primas vírgenes, lo que dificulta rastrear la cantidad real de material reciclado en un producto final, lo que permite a las empresas hacer afirmaciones generales sobre sostenibilidad, incluso cuando los productos específicos contienen poco o ningún material reciclado.

La industria defiende este sistema argumentando que es esencial para hacer viable el reciclaje químico a nivel comercial, permitiendo a los productores recuperar costes y justificar sus inversiones. Sin embargo, el informe califica esta práctica como “engañosa para los consumidores y potencialmente perjudicial para los objetivos de sostenibilidad”. Al inflar artificialmente el contenido reciclado, se corre el riesgo de desviar la atención de soluciones más efectivas, como el reciclaje mecánico, remarcan los autores del estudio.

En el documento se recomienda que los reguladores adopten estándares más estrictos que obliguen a las empresas a demostrar de manera verificable el contenido reciclado en sus productos. También se aboga por priorizar sistemas de reciclaje que garanticen “una trazabilidad clara y brinden confianza al consumidor”.

El reciclaje químico, al implicar procesos complejos como la pirólisis, dificulta la trazabilidad del contenido reciclado en los productos finales. Los residuos plásticos procesados se descomponen en componentes químicos básicos, lo que hace imposible identificar qué fracción del material reciclado original está presente en un producto específico. Esta falta de correlación física se complica aún más con el uso del balance de masas, que permite atribuir contenido reciclado de manera generalizada y no específica.

El informe resalta la importancia de garantizar que las afirmaciones de sostenibilidad sean verificables y claras. Además, propone estándares de trazabilidad más estrictos, auditorías independientes y la prohibición de llevar a cabo prácticas que “inflen artificialmente” el contenido reciclado incluido en los productos. También subraya la necesidad de establecer sistemas de certificación desarrollados por organismos verdaderamente independientes.

En el documento se recomienda que los reguladores adopten estándares más estrictos que obliguen a las empresas a demostrar de manera verificable el...
En el documento se recomienda que los reguladores adopten estándares más estrictos que obliguen a las empresas a demostrar de manera verificable el contenido reciclado en sus productos.

Certificaciones, ¿una garantía suficiente?

Las certificaciones como ISCC Plus y REDcert2 han sido adoptadas por la industria para validar la sostenibilidad del reciclaje químico. Certificaciones que, supuestamente, garantizan que los materiales reciclados se contabilizan de forma adecuada y cumplen con ciertos estándares de sostenibilidad. Sin embargo, el informe subraya que muchas de estas certificaciones carecen de independencia, ya que son desarrolladas o cofinanciadas por los mismos actores que buscan beneficiarse de ellas.

Para restaurar la confianza en el reciclaje químico, el informe de Zero Waste Europe propone varias medidas:

- Certificaciones independientes, cuyos estándares deben ser desarrollados por organismos imparciales, libres de la influencia de las empresas petroquímicas.

- Transparencia en la trazabilidad para que los consumidores puedan rastrear el origen y el contenido reciclado de los productos que adquieren.

- Mayor supervisión regulatoria para que las legislaciones puedan garantizar que las afirmaciones de sostenibilidad sean verificables y precisas.

El desarrollo y la evaluación del reciclaje químico dependen en gran medida de investigaciones científicas. Sin embargo, el informe destaca que una parte significativa de los estudios publicados en este campo están financiados o coescritos por la industria petroquímica, lo que genera dudas sobre su imparcialidad y rigor.

En este sentido, multinacionales como como BASF, Shell o ExxonMobil han financiado numerosos estudios para demostrar las ventajas ambientales y económicas del reciclaje químico. Estas investigaciones suelen destacar la capacidad de tecnologías como la pirólisis para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) y minimizar los residuos plásticos.

Sin embargo, el informe advierte que muchos de estos estudios se basan en datos internos que no están disponibles para una revisión independiente, por lo que, obviamente, la validez de sus conclusiones genera sospechas sobre posibles sesgos a favor de la industria.

El informe también analiza investigaciones independientes que presentan una visión más crítica del reciclaje químico. Así, en el estudio se cita un estudio de la Universidad de Cambridge en el que se afirma que las emisiones de GEI del reciclaje químico pueden ser significativamente mayores que las del reciclaje mecánico. Otro análisis de la Universidad de Manchester reveló que hasta el 50% del carbono en los residuos plásticos se pierde como CO2 durante la pirólisis. Estos estudios resaltan los límites de la tecnología y subrayan que, en muchos casos, el reciclaje químico no cumple con las expectativas de sostenibilidad promovidas por la industria.

Los ‘white papers’ y su impacto en las normas legales

Además de los artículos científicos, los ‘white papers’ publicados por organizaciones vinculadas a la industria han influido en la percepción pública y también las decisiones regulatorias. Aunque estos documentos carecen del rigor de la revisión por pares, a menudo se utilizan para justificar políticas favorables al reciclaje químico. El informe señala que estos documentos deben ser evaluados con precaución, ya que a menudo sirven como herramientas de ‘lobby’ más que como análisis objetivos.

El reciclaje químico puede ser una herramienta complementaria para tratar residuos difíciles de gestionar mediante reciclado mecánico...

El reciclaje químico puede ser una herramienta complementaria para tratar residuos difíciles de gestionar mediante reciclado mecánico, pero no puede ser la solución central, se afirma en el estudio de Zero Waste Europe.

Cambio de enfoque

El informe confirma un notable cambio en la postura de algunas grandes empresas petroquímicas que, después de invertir significativamente en el reciclaje químico, están reduciendo o retirando su apoyo a estos proyectos, lo que plantea preguntas acerca de los desafíos que deben superar estas tecnologías y su viabilidad a largo plazo.

Varias de esas empresas apostaron por el reciclaje químico como una solución sostenible y económicamente viable. Sin embargo, los resultados obtenidos han demostrado ser inferiores a las expectativas iniciales. Tecnologías como la pirólisis han presentado problemas técnicos significativos, como altos costes operativos, eficiencia limitada y dificultades para manejar residuos contaminados. Es el caso de Shell, que en 2019 anunció un plan para utilizar un millón de toneladas de residuos plásticos al año en sus plantas químicas para 2025, pero este año la multinacional anglo neerlandesa admitió que este objetivo era “inviable” debido a problemas técnicos y financieros.

El informe destaca que el reciclaje químico es significativamente más caro que el reciclaje mecánico o la producción de plásticos vírgenes, una opción que no es por la que apuestan las normativas de la UE. Esta diferencia de costes, combinada con una demanda limitada de materiales reciclados químicamente, ha hecho que muchos proyectos sean “económicamente insostenibles”.

Las empresas, además, soportan presiones de sus accionistas para priorizar inversiones más rentables. A ello se suma el hecho de que la creciente regulación en Europa y, también en América del Norte, está exigiendo una mayor transparencia y estándares más estrictos para justificar las afirmaciones de sostenibilidad. Este nuevo escenario legislativo de mayor rigor (que pretende perseguir el denominado ‘greenwhasing’ o ‘ecopostureo’) ha llevado a muchas empresas a reevaluar sus compromisos con el reciclaje químico.

Materia prima barata, tecnología cara

Una de las paradojas más destacadas del reciclaje químico es que, aunque los residuos plásticos son una materia prima abundante y aparentemente económica, los procesos necesarios para convertirlos en materiales reciclados son extremadamente costosos, ya que antes de ser procesados, los plásticos deben recolectarse, clasificarse y limpiarse, lo que genera elevados costes.

El reciclaje químico, especialmente la pirólisis, es un modo de reciclado altamente intensivo en energía. Según el informe, consume grandes cantidades de energía para descomponer los plásticos en componentes químicos básicos, generando elevadas emisiones de carbono. Además, el proceso tiene una eficiencia limitada, ya que hasta el 50% del carbono contenido en los residuos plásticos se pierde como CO2.

Otro reto apuntado en el informe es la falta de escalabilidad de esta tecnología. Las plantas de reciclaje químico suelen operar a pequeña escala debido a las limitaciones de materia prima y a las altas inversiones necesarias para construir instalaciones con mayor capacidad, lo que contrasta con las economías de escala de la producción petroquímica tradicional, lo que dificulta que el reciclaje químico sea una opción competitiva.

El informe propone que las subvenciones públicas favorezcan la prevención y el reciclaje mecánico antes que al reciclaje químico...

El informe propone que las subvenciones públicas favorezcan la prevención y el reciclaje mecánico antes que al reciclaje químico.

Financiación pública

Para su desarrollo, el reciclaje químico, debido a sus altos costes iniciales y a la complejidad de sus procesos, ha dependido en gran medida de la financiación pública para avanzar. El informe analiza cómo las ayudas gubernamentales e inversiones institucionales han impulsado esta tecnología, al tiempo que plantea dudas sobre la efectividad de estas políticas.

En el continente europeo la financiación pública ha sido un factor clave para que empresas desarrollen proyectos piloto y plantas de reciclaje químico. Programas como el Fondo Europeo de Innovación han destinado millones de euros para apoyar estas iniciativas. Varios son los ejemplos incluidos en el análisis de Zero Waste Europe, entre ellos el de Repsol y Enagás, empresas que obtuvieron financiación para explorar la viabilidad de una planta de gasificación en Tarragona.

Estas inversiones buscan colocar el reciclaje químico como una solución para cumplir con los objetivos de la economía circular y la reducción de emisiones de efecto invernadero. Sin embargo, el informe remarca que gran parte de estos proyectos siguen en fase experimental, sin demostrar resultados sólidos en términos de sostenibilidad o escalabilidad.

El informe cuestiona severamente si los recursos públicos deberían destinarse a tecnologías que aún no han probado ser viables comercialmente. Mientras el reciclaje químico consume una parte importante de las subvenciones ambientales, soluciones más establecidas —como el reciclaje mecánico o la prevención de residuos— reciben menos apoyo. Un ejemplo de esta problemática es el proyecto conjunto entre Ineos y Plastic Energy, que, pese a recibir ayudas públicas para ponerse en marcha, fue abandonado debido a sus elevados costes y falta de viabilidad. Este caso refleja cómo la dependencia de fondos públicos no garantiza el éxito de estas tecnologías.

Ante esta situación, los autores del informe proponen redirigir los recursos públicos hacia tecnologías más maduras y sostenibles. Entre las recomendaciones destacan:

- Evaluar estrictamente los resultados. De este modo las inversiones deben condicionarse esta condicionadas a la demostración de beneficios medibles en sostenibilidad y eficiencia.

- Priorizar la jerarquía de residuos. Las subvenciones deberían favorecer la prevención y el reciclaje mecánico antes que el reciclaje químico.

- Fomentar la innovación independiente para de esta forma impulsar investigaciones fuera de la influencia de las grandes corporaciones petroquímicas.

El informe concluye que la financiación pública debe ser utilizada estratégicamente para acelerar la transición hacia una economía circular. Si bien el reciclaje químico puede tener un papel en este proceso, su apoyo no debe desviar recursos de alternativas más efectivas.

Tras cinco décadas de desarrollo, el reciclaje químico todavía sigue siendo una tecnología prometedora, pero problemática. A pesar de los avances técnicos y las inversiones realizadas, el informe concluye que esta solución debe hacer frente a limitaciones estructurales que comprometen su capacidad para resolver la enorme proliferación a nivel global de residuos plásticos.

Repsol y Enagás obtuvieron financiación pública para explorar la viabilidad de una planta de gasificación en Tarragona
Repsol y Enagás obtuvieron financiación pública para explorar la viabilidad de una planta de gasificación en Tarragona.

El contexto español en el reciclaje químico de plásticos

En el panorama global del reciclaje químico, España ocupa un lugar intermedio, con iniciativas significativas, pero todavía limitadas en alcance y desarrollo. Empresas como Repsol han liderado proyectos clave impulsados tanto por regulaciones europeas como por fondos públicos y privados. Un ejemplo destacado es la planta de reciclaje químico en Puertollano, Ciudad Real, anunciada el pasado año y que busca transformar residuos plásticos mixtos en materias primas para nuevos plásticos. Este proyecto refleja el interés de España en integrar el reciclaje químico como una herramienta para alcanzar los objetivos de economía circular establecidos por la Unión Europea.

España, como parte de la Unión Europea, se rige por las normativas de la Estrategia de Economía Circular y el Pacto Verde Europeo. Además, la Ley de Residuos y Suelos Contaminados para una Economía Circular incluye medidas como impuestos al plástico no reciclado y objetivos de reciclaje más ambiciosos. No obstante, Zero Waste Europe señala que estas regulaciones no han priorizado específicamente el reciclaje químico, enfocándose más en prevenir la generación de residuos y fortalecer el reciclaje mecánico.

Además, España ha accedido a fondos europeos para financiar proyectos piloto de reciclaje químico, pero debe hacer frente a críticas sobre la efectividad de estas inversiones. El informe advierte que depender excesivamente de ayudas públicas dirigidas a tecnologías todavía no comprobadas podría desviar recursos de soluciones más efectivas.

El informe identifica varios retos a los que se enfrenta España en la implementación del reciclaje químico:

- Gestión de residuos plásticos. Aunque España ha avanzado en la recolección selectiva, los residuos mixtos y contaminados siguen siendo un problema, afectando  a la calidad de la materia prima secundaria.

- Infraestructura limitada. Las plantas de reciclaje químico son escasas y operan a pequeña escala.

- Confianza del consumidor. La falta de información clara y los casos de ‘greenwashing’ han limitado el apoyo público al reciclaje químico.

El informe sugiere que España debería adoptar un enfoque más estratégico, para lo cual propone:

- Realizar inversiones en reciclaje mecánico, priorizando tecnologías más eficientes y probadas en lugar de depender exclusivamente del reciclaje químico.

- Fomentar la innovación local, para lo cual se aboga por establecer alianzas entre universidades, centros de investigación y empresas para desarrollar soluciones adaptadas al contexto nacional.

- Alineamiento con la jerarquía de residuos de la UE, favoreciendo la prevención y la reutilización en detrimento de tecnologías experimentales como el reciclaje químico.

Los autores del informe concluyen que “España tiene la oportunidad de liderar la transición hacia una economía circular si prioriza las soluciones más sostenibles y viables”.

El estudio propone reducir la producción de plástico virgen para priorizar aquellas soluciones que reducen el consumo de plástico en general. Entre esas soluciones, Zero Waste Europe señala una secuencia plenamente conocida: la prevención de residuos, la reutilización y, posteriormente, el reciclaje
El reciclaje químico, al implicar procesos complejos como la pirólisis, dificulta la trazabilidad del contenido reciclado en los productos finales

Para su desarrollo, el reciclaje químico —debido a sus altos costes iniciales y a la complejidad de sus procesos— ha dependido en gran medida de la financiación pública para avanzar

A pesar de los avances técnicos y las inversiones realizadas, el informe concluye que el reciclado químico debe hacer frente a limitaciones estructurales que comprometen su capacidad para resolver la enorme proliferación de residuos plásticos a nivel global

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