Estas entidades han demostrado contar con la capacidad técnica necesaria para realizar más de 500 actividades de evaluación y control medioambiental
Más de 400 entidades acreditadas por ENAC ayudan a proteger el medioambiente y preservar los ecosistemas
En el Día Mundial del Medio Ambiente, el principal mecanismo de las Naciones Unidas para fomentar la concienciación y la acción en favor del medio ambiente en todo el mundo, la organización internacional recuerda que hasta el 40% de las zonas terrestres del planeta se encuentran degradadas. En este contexto, asegurar una adecuada protección del medioambiente es clave para la preservación de la biodiversidad y los ecosistemas, y requiere la intervención de organizaciones expertas, que han demostrado que son técnicamente competentes para desempeñar la actividad que realizan.
En España, las más de 400 entidades acreditadas por la Entidad Nacional de Acreditación, ENAC, han demostrado contar con la capacidad técnica necesaria para la realización de más de 500 actividades de evaluación y control medioambiental, aportando una mayor eficiencia a la protección del medioambiente y la preservación de los ecosistemas marinos y terrestres.
Entre las actividades acreditadas, los laboratorios de ensayo y las entidades de inspección realizan una importante labor para el control y evaluación de diferentes ámbitos que tienen impacto sobre los ecosistemas terrestres y acuáticos, tales como ensayos y actividades de control de vertidos, de aguas continentales, subterráneas y marinas, la inspección de vertederos o las inspecciones para la caracterización básica y pruebas de cumplimiento de los residuos, la cuantificación de contaminantes en suelos, sedimentos, lodos y residuos, los estudios para la declaración de suelos contaminados y los muestreos, ensayos e inspecciones para valorar la calidad ecológica de los medios receptores (aguas continentales, aguas marinas, sedimentos, organismos acuáticos…), entre otros.
Una garantía para la protección de los ecosistemas
En el caso de los ecosistemas terrestres, una ineficaz gestión de los residuos o las prácticas inadecuadas en instalaciones industriales pueden tener efectos irreversibles para la conservación del suelo. Para evitarlo, la mayoría de las comunidades autónomas han establecido la necesidad de que las entidades de inspección responsables de llevar a cabo la evaluación de la calidad de los suelos asociados a actividades, instalaciones, o acciones potencialmente contaminantes estén acreditadas por ENAC.
Por otro lado, el Protocolo de Inspección de Vertidos de Aguas Residuales del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico contempla la figura de la Entidad Colaboradora de la Administración Hidráulica (ECAH) en materia de control y vigilancia de los vertidos al Dominio Público Hidráulico y de la calidad de las aguas como medio receptor estableciendo la acreditación de ENAC como única forma de demostrar su competencia técnica a la hora de aplicar el protocolo de inspección de vertidos. Estas entidades actúan en el origen de los focos de contaminación para minimizar el impacto que las distintas actividades provocan en los ecosistemas acuáticos. Por otra parte, el RD 646/2020, que regula la eliminación de residuos mediante depósito en vertedero, establece que, dentro de las tareas de vigilancia y control en las fases de explotación y mantenimiento de este, se debe llevar a cabo el control de la posible afección del vertido de residuos sobre las aguas subterráneas, exigiendo que sea realizado por entidades acreditadas por ENAC según la norma UNE-EN ISO/IEC 17020.
Finalmente, y en el marco de la economía circular, más de 200 entidades acreditadas por ENAC han demostrado ofrecer un servicio con la calidad necesaria para que las empresas e instituciones consoliden su transformación hacia este modelo con garantías en cada paso: en la fase de diseño y los procesos de producción (por ejemplo, ensayos de los requisitos de ecodiseño; ensayos y certificación de elementos e instalaciones de energía renovable o la verificación de la sostenibilidad de biocarburantes y biolíquidos); en la fase de consumo (como los certificados e informes sobre sostenibilidad, impacto medioambiental o eficiencia energética); y en la fase de recuperación (vigilancia, inspección y control de los vertederos, caracterización de residuos, certificación de la cantidad de plástico reciclado en los envases de plástico no reutilizables, análisis sobre aguas residuales regeneradas, entre otros).