Editorial
En clave de opinión: El frotar se ha terminado
15/06/2007
Ya están aquí. Ya era hora, la verdad. Los tejidos autolavables han copiado de la naturaleza, más en concreto de la flor de loto, su estructura superficial y con un poquito de química por aquí y un poquito de nanociencia por allá, han visto la luz. ¿Es más limpio el que limpia o el que no ensucia? Este dilema que ha movido a civilizaciones enteras hasta el río, antes, y hasta la tienda de lavadoras, ahora, está empezando a perder sentido. Ya se comercializa un material autolavable que servirá para la elaboración de toldos, parasoles, tiendas náuticas y tiendas de campaña. Según los investigadores, el material ha hecho posible, por primera vez, que los tejidos tengan un genuino efecto de autolavado basado en las superficies de estructura nanométrica a semejanza de su modelo en la naturaleza, la flor de loto. Imaginamos, en nuestra ilimitada ignorancia, que de aquí a los tejidos confeccionables autolavables habrá un paso, lo cual significa “sí amigo lector, ha dado en el clavo” que no deberemos lavar nunca más nuestra ropa.
Dicen los defensores de la química que la industria química fabrica los productos que garantizan nuestra calidad de vida. En otras palabras, si alguna vez podemos acomodarnos en el sofá, con una bebida adecuada, sin ruidos, sin prisas, sin niños, sin trabajo, sin familia alrededor... si alguna vez ese momento extraño llega, abriremos el periódico para leer, no hojear, pondremos las noticias en la televisión para escucharlas, no para tenerlas de ruido de fondo. Y si eso ocurre, será gracias a la química. ¿Exagerado? Ni hablar. El acceso de los tejidos autolavables a las ropas de a diario sacará el guarro que todos llevamos dentro. Pero también al ecologista. Ahorraremos en detergentes, en agua, en electricidad en tiempo para la colada y con todo ello contribuiremos a reducir la contaminación.
Como dice Feique en su página web, las necesidades más básicas, como la salud, la alimentación, o la higiene, hasta aquellas que nos permiten disfrutar de un mayor bienestar, todo ello, lo fabrica nuestra industria química. Y esto lo decía antes de saber de los tejidos autolavables. Amigos investigadores, por lo que más quieran, inventen ya los niños autocuidables, las revistas autoescribibles, los coches autoconducibles y estaremos más cerca de la gloria gracias a la química.
De momento, en breve, nuestro yo cochino se quitará las cadenas y saldrá a la luz. Y todo, de nuevo, gracias a la química.