En 2030, consumiremos un 60 por ciento más de energía
La Agencia Internacional de la Energía (IEA en sus siglas en inglés) presentó recientemente en Bruselas la última edición de su Informe sobre la Energía Mundial 2004, un documento de referencia que contiene previsiones optimistas respecto al suministro de energía pero que en esta edición advierte sobre los riesgos en cuanto a seguridad energética y protección del medio ambiente.

En especial, alerta contra los aumentos en los precios del gas y el petróleo, la creciente vulnerabilidad de las rutas de suministro energético y el aumento constante de las emisiones de dióxido de carbono, “síntomas de un malestar considerable en el mundo de la energía”, en palabras de Claude Mandil, director ejecutivo de la IEA.
Una de las principales conclusiones de este informe es que la demanda energética aumentará un 59 por ciento de aquí al año 2030. Alrededor de un 85 por ciento de dicho incremento procederá de los combustibles fósiles: carbón, petróleo y gas natural. Además, dos tercios de la nueva demanda provendrá del mundo en desarrollo, especialmente de China y la India.
La demanda de petróleo seguirá aumentando a un ritmo de un 1,6 por ciento anual, de los 82 millones de barriles diarios actuales a 121 en 2030, mientras que el comercio interregional de petróleo se duplicará a 65 millones de barriles al día. El petróleo provendrá cada vez de menos países, especialmente los miembros de la OPEC en Oriente Medio, y la dependencia de los países importadores respecto a los proveedores aumentará.
Mientras tanto, la energía nuclear crecerá tan sólo ligeramente porque, aunque avanzará en Asia, Europa dejará progresivamente de recurrir a ella.
Finalmente, se triplicará el uso de energías renovables no emisoras de carbono, salvo la hidráulica, aunque en el año 2030 sólo ocuparán un 6 por ciento de la producción eléctrica mundial.
“Estas tendencias no son inalterables”, afirma la IEA. Su análisis demuestra que una “acción más vigorosa” por parte de los gobiernos podría llevar al mundo por un camino “muy diferente”. Por ello, en su informe, la IEA propone un “escenario alternativo” en el que la demanda energética sería un 10 por ciento menor, y las emisiones de CO2 caerían un 16 por ciento. Además, se reduciría la dependencia mundial respecto al petróleo y el gas de Oriente Medio. Este “escenario alternativo” analiza qué pasaría si los gobiernos actuaran más activamente para combatir los problemas medioambientales y reducir los riesgos de seguridad energética.
“Para alcanzar un sistema energético verdaderamente sostenible se necesitarán importantes avances tecnológicos capaces de alterar radicalmente el modo en que producimos y consumimos la energía”, recomienda Claude Mandil. La IEA insta a los gobiernos de todo el mundo a que aceleren el desarrollo y despliegue de nuevas tecnologías que permitan alcanzar “las crecientes necesidades de energía sin comprometer la seguridad energética y el medio ambiente”.

Sector del petróleo
En contra del alarmismo de ciertos analistas, desde la IEA se niega que se estén agotando las reservas de petróleo, gas y carbón. En concreto, se afirma que la Tierra contiene recursos energéticos suficientes para hacer frente a la demanda durante muchas décadas todavía. El problema radica, según la IEA, en la falta de inversiones y tecnologías para explotar los recursos existentes, a pesar de que hay dinero para financiar la necesaria expansión de la infraestructura energética.
Además, el informe asegura que en los últimos treinta años se ha encontrado menos petróleo que anteriormente, pero lo explica por el hecho de que faltan inversiones para explotar las reservas existentes, especialmente en Oriente Medio y México.
Dependencia europea
En este contexto, la UE necesitará importar mucho más gas del exterior. En la actualidad, un 49 por ciento del gas consumido en la Unión es importado, pero este porcentaje aumentará al 80 por ciento en 2030 debido a un crecimiento de la demanda. La mayor parte procederá de Rusia, cuya producción aumentará en los próximos años.

Más emisiones
Varios factores son necesarios, según la IEA, para lograr reducir las emisiones mundiales de CO2 entre 2002-2030: una mayor eficiencia contribuiría a este objetivo en un 58 por ciento, el uso creciente de renovables en un 20 por ciento y de energía nuclear en un 10 por ciento, cambios en el combustible de consumo final en un 7 por ciento y, por último, cambios en la proporción de combustibles fósiles para la generación de electricidad en un 5 por ciento. “Si no invertimos esta tendencia tendremos una mayor dependencia y nos afectarán más los incrementos en el precio del petróleo”, advierte la IEA