La industria química europea está en peligro

Confianza
Ese término es la confianza. En primer lugar, la confianza en nosotros mismos con respecto al futuro. Hay muchas cuestiones que tenemos que resolver: el sistema Reach, los avances registrados en materia de intercambio de emisiones de CO2 y, por supuesto, el alto precio de la energía y los elevados impuestos, por nombrar sólo algunos ejemplos. Y, en el capítulo positivo, hay que analizar cómo podemos contribuir a que los objetivos de Lisboa vayan más allá del cinismo y las falsas esperanzas.
En segundo lugar, tampoco vendría mal reforzar la confianza entre las empresas, los gobiernos, Bruselas y las ONG. Se siguen manteniendo discusiones y debates continuamente, y muchas veces, al final de cada ronda de discusiones, las partes implicadas vuelven a sus lugares de origen y siguen manteniendo sus propias agendas. Está claro que el sector químico debe seguir un programa; sin embargo, eso no le impide colaborar ni mantener un talante de auténtica colaboración. De hecho, creo que es un elemento indispensable, porque no se me ocurre ninguna cuestión relevante para el sector químico que pueda resolver en solitario una de las partes implicadas.
Y tercero, la confianza es un término que hace alusión al crédito que los gobiernos y el público en general conceden al sector químico. La reputación del sector productivo no es todo lo buena que debería; desde hace muchos años, el margen de mejora de la reputación del sector químico en general es grande, tanto en lo que respecta al sector de química básica como, por ejemplo, en el campo de la biotecnología. Por un lado, está la enorme importancia económica y social del sector químico, como creador de empleo, innovador y proveedor básico de muchos otros sectores. Por otro lado, el sector químico se enfrenta a una percepción general que, en el mejor de los casos, le concede el beneficio de la duda.
Una buena capacidad operativa requiere el concurso de dos elementos fundamentales: la rentabilidad empresarial y la reputación. Debemos tratar de mejorar en ambos sentidos. Queremos hacer hincapié en la importancia de nuestro papel para conseguirlo. Hemos de ejercer nuestra influencia en Bruselas y articular nuestros puntos de vista incesantemente. Al mismo tiempo, podemos hacer mucho para mejorar nuestra situación. Nuestro futuro no lo rige únicamente el Gobierno.
Por supuesto, la confianza es una cuestión importante, muy relevante para el negocio de productos químicos pero, en primer lugar, no es nueva y, en segundo, ¿qué significa en términos concretos? ¿Debemos iniciar otra campaña de relaciones públicas que gire en torno a un eslogan del tipo: "Sí, puede usted confiar en el sector químico"?
Con respecto a esta cuestión, la respuesta es que, efectivamente, el tema de la confianza no es nuevo, sino que es tan antiguo como el género humano. Pero tenemos la impresión de que nunca ha tenido tanta importancia como en la actualidad. Y no sólo porque vivamos en el mundo de la información. La confianza es el resultado de una sólida rentabilidad y una buena reputación. La confianza no consiste en asegurar que se es digno de ella. Es algo que hay que demostrar, explicar y compartir, consiguiendo implicar a los demás. Lo cual lleva a otra cuestión: ¿cómo vamos a desarrollar el tema de la confianza y a modificar la actitud del sector, que en ocasiones se muestra demasiado a la defensiva, para adoptar un planteamiento más dinámico? Durante el periodo venidero diseñaremos un plan que permita conseguirlo.


Dinamismo y transparencia
No deberíamos rehuir aquellas opiniones del público que no queremos escuchar. Por ejemplo, hace tiempo que el sector químico sostiene que los riesgos son parte inherente de nuestro trabajo y nuestra vida, y que la política gubernamental de dictar decenas de reglamentos sobre el control de riesgos no tiene ningún sentido. El medio ambiente aquí, en Europa, está más limpio que nunca, la comida es mejor que nunca y el trabajo en las plantas de productos químicos es más seguro que nunca.
Obviamente, la comunicación externa también tiene mucho que ver con la confianza. Muchas compañías ya utilizan las directrices GRI (iniciativa global de elaboración de informes) para preparar sus informes de sostenibilidad. Ya sé que existe un debate sobre estas directrices. Hay que depurar algunos aspectos de las mismas y desarrollar otros que sean más específicos del sector. Además, existen ciertos aspectos de las directrices GRI que no entiende ninguna persona sensata. Con todo, al igual que ocurre en el ámbito de la presentación de informes financieros y empresariales, la estandarización y la simplificación son dos valores importantes. Me inclino por un sector químico vanguardista en lo que a elaboración de informes coherentes, transparentes y más fácilmente comparables se refiere, en línea con lo que indican algunas directrices GRI.
En lo que respecta al sistema Reach, aparte de los cambios que están pendientes de aplicación, no hay nada de malo en su objetivo subyacente. Es preciso llevar a cabo una revisión de la política europea sobre productos químicos, debido a que la transparencia es necesaria para restablecer o reforzar la confianza del público en los productos químicos. Pero el sistema debe ser efectivo y eficiente.
Diálogo
Otro elemento importante es el Grupo Estratégico Europeo (European Strategy Group), creado por Eggert Voscherau, y que podría ser de gran ayuda para mejorar el diálogo y acercar los intereses políticos, medioambientales y empresariales.
Por supuesto, hay varios buenos ejemplos de diálogo y cooperación consistente. En Alemania, hay numerosos casos que demuestran el carácter altamente fructífero de la cooperación entre los sectores, los sindicatos, el sistema educativo o los ciudadanos que viven cerca de los centros de producción. Estos casos demuestran claramente que la cooperación real y el diálogo continuado son los ingredientes básicos de la confianza.
Cumplimiento
Si el control se plantea como un continuo aumento de la normativa, ya sea de índole europea o nacional, probablemente vayamos en mala dirección. Desde 1990 el número de normas medioambientales ha aumentado desde 19 hasta 527. Por eso, tendremos que explicar que padecemos un exceso de reglamentación y que no existe ninguna relación entre el grado de control y el número de normas. La suposición de que “cuantas más normas, más seguridad” es falsa y tenemos que explicar por qué. También haremos hincapié en que una legislación bien planteada es mucho mejor y menos costosa que una acumulación continua de leyes o directivas.
Innovación
El problema de la innovación en Europa no reside tanto en innovar como en convertir esa innovación en nuevos y mejores productos, sistemas y servicios. El conocimiento no es la cuestión principal, sino más bien hacer que ese conocimiento se traduzca en un negocio innovador, rentable y floreciente. Es un hecho conocido por todos que alrededor de medio millón de científicos europeos se han trasladado a EE.UU. en los últimos años. Aparentemente, EE.UU. es un lugar mejor preparado para explotar el talento científico y empresarial. También sabemos que la infraestructura necesaria para aplicar las innovaciones es, como mínimo, tan importante como la propia innovación. Nuevamente, EE.UU. nos lleva ventaja. Independientemente de dónde se realice un invento biotecnológico, lo más probable es que se convierta en un nuevo producto en EE.UU., debido a las extraordinarias condiciones que tiene para ello ese país.
Por eso, estoy muy satisfecho con la iniciativa conjunta de la Comisión Europea, EuropaBio y Cefic de crear una Plataforma de Tecnología Química (química sostenible). Esa plataforma tecnológica podría ser un paso importante para conseguir que los productos químicos vuelvan a aparecer en los programas y la agenda del Marco de Investigación Europeo, así como para preparar el terreno para la creación de programas conjuntos de investigación y desarrollo, abordar los aspectos que afectan a la existencia de un clima propicio para la innovación e involucrar a las partes implicadas en el proceso.
Una buena reputación es sinónimo de capacidad operativa para el sector. La última encuesta europea del Cefic indica que se ha producido alguna mejora de imagen. Aún así, el 44 por ciento de los encuestados tenían una percepción negativa del sector químico y, en la lista de sectores clave, la industria química ocupa el sexto lugar de un total de 8 sectores industriales. Así pues, yo diría que aún tenemos un amplio margen de mejora. La encuesta también pone de manifiesto otro aspecto interesante. La confianza en la tecnología moderna y el valor social de la prosperidad económica está aumentando en Europa. Por otro lado, la confianza en la responsabilidad social de las empresas y el respaldo al enfoque competitivo de las empresas está descendiendo. Así que todo apunta a que tenemos por delante una ardua labor de convicción.
Las asociaciones químicas y el Cefic
Asimismo, reforzaremos nuestra cooperación con otras regiones del mundo. Ya estamos intensificando los contactos con nuestro homólogo estadounidense (ACC) y trataremos de seguir reforzándolos, por ejemplo, en las áreas de Compromiso de Progreso y de la LRI (Iniciativa de Investigación de Largo Alcance). Por otro lado, teniendo en cuenta los diversos acontecimientos que ocurren en el mundo, parece lógico aumentar la cooperación con las organizaciones que operan en países como China, India y Japón.
Debemos seguir desarrollando todas las acciones positivas iniciadas durante el periodo anterior. El Cefic, una vez rediseñado y preparado para el futuro, hará que su voz se oiga en Bruselas. La existencia de un sector químico floreciente y competitivo a largo plazo es crucial para Europa, para los ciudadanos europeos y para otros muchos sectores fabricantes.