Existe un enorme potencial para aprovechar mejor los subproductos del olivo
El ingeniero agrónomo e investigador del Instituto Andaluz de Investigación y Formación Agraria, Pesquera, Alimentaria y de la Producción Ecológica (IFAPA), Anastasio J. Villanueva, ha asegurado que el sector olivarero valoriza tradicionalmente “una de cada cinco partes” de la aceituna producida. Villanueva, codirector, junto a José Antonio La Cal, profesor de la Universidad de Jaén (UJA) y director de I+D+i de Bioliza, del Curso de Verano de la Universidad Internacional de Andalucía (UNIA) en la Sede Antonio Machado de Baeza (Jaén), 'Bioeconomía circular en el sector oleícola: iniciativas empresariales de éxito e innovaciones futuras', ha subrayado el “enorme potencial” que tiene el sector a la hora de aprovechar los recursos del olivar en el marco de la bioeconomía circular.
Villanueva ha reflexionado sobre la situación actual del sector, las oportunidades de innovación para un mejor aprovechamiento del olivo y las preferencias del consumidor por estos proyectos en el mencionado curso. En su opinión, el sector oleícola ha demostrado “capacidad de producir aceites de muy alta calidad”, en sus respectivas categorías, lo que contrasta con los “problemas de rentabilidad” que muestran los datos. Ante esta situación, recuerda que “existen cuatro partes de la aceituna que aún están por aprovecharse y pueden mejorar la rentabilidad privada”. Se trata de “diversificar la renta y no depender solo del aceite”, desarrollando aplicaciones innovadoras para sus subproductos.
El enfoque de bioeconomía circular, explica Villanueva, “no habla de residuos, sino de subproductos que pueden tener un mejor aprovechamiento”. Ha indicado que son ya varias las empresas que apuestan por esta innovación, desde la fase agraria, con “el uso de los restos de poda para prevenir la erosión del suelo o desarrollo de bioplásticos” a la industrial, como “el orujo o el alperujo”. Las aplicaciones son varias: desde usos para biomasa, nutracéuticos o cosmética. El curso presenta casos reales de éxito de empresas que han dado el paso y apuestan ya por su producción.
Basándose en sus estudios e investigaciones, Villanueva ha identificado varios factores clave a la hora de estimular o inhibir estas iniciativas: “Es importante el propio compromiso ético y medioambiental del empresariado, que puede ir antes o después de necesidades de imagen corporativa”, ha declarado. La colaboración con empresas tecnológicas, “que debe ser estrecha”, también influye positivamente, así como, a menor nivel “el apoyo institucional o la existencia de normativa favorable”.
El director del curso ha señalado la burocracia como principal rémora del desarrollo de la bioeconomía circular, recordando que “es necesario un músculo financiero por parte del empresario para esperar a la aprobación de trámites”. Estos procesos suponen “una barrera importante”, aunque considera que desde la Consejería de Agricultura “se está trabajando” para armonizar normativas y simplificar procesos, apuntando al futuro Plan Andaluz de Economía Circular.
Una innovación avalada por el consumidor, en opinión de Villanueva, que ha afirmado que el análisis del mercado revela “preferencias cada vez más fuertes por atributos relacionados con la economía circular”. La recompensa no solo trata de un menor impacto medioambiental, “sino también hacia la propia gestión de los recursos y el desarrollo rural que suponen”. Así, los consumidores andaluces “están dispuestos a pagar hasta un 25% más” por un aceite de oliva virgen extra que sea producto de una gestión “correcta de los recursos plásticos, vegetales e hídricos” y apoye positivamente a las comunidades rurales. “En todos los perfiles analizados existía una disposición a apoyar estos productos”, ha insistido el experto.