Corrientes eléctricas para medir la humedad del suelo del olivar
Un equipo de investigación andaluz ha desarrollado un método en el que la electricidad indica la cantidad de agua del suelo en el cultivo del olivar con mayor precisión. El estudio, llevado a cabo desde la Universidad de Córdoba, en colaboración con el IFAPA (Instituto de Investigación y Formación Agraria y Pesquera) de Alameda del Obispo, ha comprobado que la capacidad de generar y transmitir corrientes eléctricas (conductividad) del suelo en un olivar de secano mide su humedad. Este método, aplicado a cultivos de regadío, mejorará el rendimiento del agua utilizada en la parcela, al evitar distribuirla por lugares que la necesitan menos, como hasta ahora.
El procedimiento es más eficiente porque el sensor para medir la humedad no debe introducirse en el suelo y aporta resultados más precisos. “Resulta más fácil medir la conductividad que la cantidad de agua, pues al tratarse de una molécula con polaridad eléctrica, el aplicar corriente ofrece información más ajustada”, señala en una publicación de la Fundación Descubre el investigador del Grupo de Hidrología e Hidráulica Agrícola de la Universidad de Córdoba, Gonzalo Martínez.
Las diferentes pruebas realizadas en una de las parcelas del IFAPA cordobés han logrado un modelo de equivalencias entre el nivel de conductividad y la humedad presente. “En el trabajo hemos controlado con gran nivel de detalle los cambios en el vapor de agua y en la corriente eléctrica del suelo, durante un periodo de un año y medio, midiendo frecuentemente los dos parámetros”, añade Martínez. El estudio permite disponer de mapas a escala de parcela de la humedad del suelo y, por tanto, mayor información para el manejo del agua en el olivar.
Una de las conclusiones es que la distancia al árbol marca diferencias en los dos parámetros. Tomaron datos junto al tronco y en puntos alejados de olivos para encontrar que, en verano, bajo la copa, al proteger la sombra se eleva la humedad respecto al entorno. En primavera es menor, ya que el árbol requiere más agua para la floración y aparición de frutos.
En estudios anteriores a éste se daba un tratamiento igual a lo que ocurría debajo de la copa de un olivo y en las calles del cultivo. Esto provocaba errores a la hora de calcular la cantidad de agua que hay almacenada, especialmente en épocas críticas para el cultivo por escasez, o por la mayor demanda del árbol. “Nosotros planteamos que resulta más rápido, fácil y económico midiendo con sensores la humedad del suelo mediante la conductividad eléctrica en pocos puntos de una parcela”, afirma el investigador cordobés.
Los próximos estudios del grupo validarán la hipótesis ya a escala de explotación agrícola mediante ensayos con un manejo del riego sostenible en olivar, pues usarán aguas regeneradas del aderezo de la aceituna.