El consumo de aceite de oliva y la reducción del dolor
Investigadores de la Universidad de Jaén y del País Vasco, junto al Instituto de Endocrinología Experimental de la Academia de Ciencias de Eslovaquia, han relacionado el consumo de aceite de oliva con la producción de sustancias neuronales que reducen el dolor denominadas encefalinas. Los experimentos, realizados con ratas, indican que el tipo de grasa que se consume también incide sobre algunos procesos cognitivos. El objetivo es diseñar estrategias terapéuticas del control del dolor y el estrés.
Así, los investigadores han comprobado las diferencias en el cerebro de los ratones a los que alimentaron con distintas grasas. Por ejemplo, el cerebro de los que ingirieron aceite de oliva rico tenía mayor contenido de ácidos grasos monoinsaturados. Esta modificación en la composición de las membranas celulares hace que cambie la actividad de las encefalinasas que están alojadas en ellas y, por tanto, la producción de encefalina. Además, han confirmado que la actividad encefalinasa se relaciona con el nivel de ciertos ácidos grasos. “De este modo, la presencia de ácidos grasos omega en el cerebro de los ratones alimentados con aceite de oliva variaba según la acción de la enzima. Por otro lado, en el grupo de ratones que tomaron aceite de coco incorporan a sus membranas celulares ácidos grasos de tipo saturado, perjudiciales para el desarrollo de ciertas funciones cerebrales. Estas grasas podrían estar también implicadas en la mayor ingesta de estos animales”, añade la investigadora.
Aceite de oliva para modular el dolor
Así, los expertos complementaron las dietas de tres grupos de ocho ratas macho adultas de seis semanas de edad con tres tipos de ácidos grasos con distinto grado de saturación: aceite de pescado (poliinsaturado), aceite de oliva (monoinsaturado) y aceite de coco (saturado). Durante el estudio, controlaron el peso y la ingesta de alimentos y, posteriormente, comprobaron la composición de ácidos grasos en las membranas celulares y la actividad de la encefalinasa en la corteza frontal del cerebro.
Al final del período de alimentación de 16 semanas, el peso corporal final fue similar en los tres grupos. Sin embargo, la ingesta de alimento fue significativamente mayor en las ratas tratadas con coco que en los otros dos grupos. Además, las ratas alimentadas con una dieta enriquecida con aceite de coco tenían una actividad de encefalinasa menor que el grupo alimentado con los de oliva y pescado.
Los ácidos grasos poliinsaturados del cerebro y, particularmente, el ácido docosahexaenoico (DHA) mejoran el desarrollo y las funciones cognitivas de los roedores. El déficit de DHA se ha relacionado según indican los expertos, con la alteración del aprendizaje y la memoria, la demencia y los trastornos neurodegenerativos. Además, su administración en la dieta mejora la adquisición de memoria y mejora algunos síntomas en modelos de ratas con la enfermedad de Alzheimer. Por el contrario, los ácidos grasos saturados como el de coco o el de palma se han relacionado con esta dolencia y con comportamientos similares a la ansiedad.