Debe haber un plan, sí o sí
Juan Lara Moreno, Gerente (Aceites de Oliva del Sur, S.A) y Experto en Cata
11/02/2019Atrás quedan las sombras oscuras que en algún momento puntual de la historia marcaron la reputación de un sector cuyo creciente potencial es una realidad, como también lo es, la falta de clarificación de conceptos, términos y definiciones que permitan al consumidor identificar, sin lugar a dudas, el producto adecuado que satisfaga sus necesidades.
El sector oleícola, con su producto estrella al frente, el Aceite de Oliva Virgen Extra, precisa de herramientas conceptuales que serían más que necesarias para poder transmitir de forma efectiva las diferentes opciones de las que el consumidor dispone. Actualmente aglutinadas sobre una misma clasificación que dificulta la diferenciación en este sentido, esto dota a la variable precio de una importancia fundamental en la decisión de compra, mermando toda posibilidad de percepción del valor añadido intrínseco al producto vertebrador de la dieta mediterránea y encajando, casi a la perfección, en la definición de commodity.
Las estrategias de comercialización de la gran distribución han tratado de forma despiadada a los Aceites de Oliva Vírgenes, constatando, en algunos casos, mala praxis tal como venta a perdidas, uso como producto reclamo y objeto de grandes promociones. Medidas éstas que chocan de frente con los esfuerzos llevados a cabo por el sector oleícola para posicionar el producto adecuadamente, rompiendo la cadena de valor del mismo, dando una imagen distorsionada a la percepción del consumidor y abocando al fracaso todos los esfuerzos por mantener el anhelado y necesario equilibrio en la cadena de distribución, donde el sufrimiento se alterna temporalmente entre envasadores y productores.
Con esto estamos manifestando que todo esfuerzo es poco para mantener y aumentar el consumo del aceite de oliva virgen o virgen extra. Fidelizar al consumidor acercando al mismo a un conocimiento mínimo del producto, eliminar la fluctuación de la demanda por las diferentes causas derivadas de malas prácticas comerciales, factor especulativo incluido, son claves para vivir un presente y hacer que el futuro no se torne incierto.
He aquí donde las políticas y estrategias de concentración deben cobrar su mayor sentido, llevando a cabo un esfuerzo sectorial de diferenciación y singularización de los Aceites de Oliva Vírgenes frente a cualquier otro tipo de grasas alimentarias.
Debemos coincidir en que el aumento del consumo es clave, como también lo es el que todas las organizaciones que constituyen el sector remen en el mismo sentido. Así se podría alcanzar el equilibrio, evitando tensiones en cualquiera de los eslabones de la cadena de producción- distribución, ya sean productores, envasadores o distribuidores.
Sin temor a que las afirmaciones anteriores suenen utópicas, el correcto funcionamiento de los mercados y la estabilidad de los mismos pasan por operar de forma coherente, respetando las leyes de la competencia y libre mercado y no incurrir en malas prácticas comerciales.
Actualmente el sector oleícola en España, como principal y mayor productor mundial de aceites de oliva, no debe descuidar su proyección, manteniendo y aumentado la inversión en I+D+i, promoción y esfuerzo de marketing, difundir la cultura del aceite de oliva desde las bases y potenciar la orientación al mercado y conocimiento del mismo a nivel global, lo que viene a ser lógico y propio de un líder productor.
Desde el origen, el desarrollo de nuevas plantaciones intensivas y súper-intensivas de olivar, allí donde geográficamente es posible, dota de una serie de ventajas competitivas entre ellas la reducción de costes de producción y condiciona los sistemas de transformación, permitiendo alcanzar mayor cantidad de producto conforme a los criterios de calidad técnicamente establecidos y regulados, siempre y cuando todo se gestione adecuadamente. Lo cual es significativo del avance y cambio que el sector vive día a día, reforzando su futuro, en una batalla continua por marcar la diferenciación de producto con respecto a otras grasas alimentarias a través de la diversidad de variedades, tratando de satisfacer necesidades emergentes, consecuencia del cambio en las preferencias de consumo.
Están totalmente identificadas las debilidades y las fortalezas, así como las amenazas y las oportunidades. ¿Se ha definido la estrategia a seguir? Quiero creer que sí, debe ser que sí, pongámosla en marcha y seamos flexibles con capacidad de adaptación rápida a los cambios del entorno, así, alcanzaremos los objetivos que establezcan el ‘status quo’ en el sector, proporcionado por el equilibrio entre los entes u organizaciones que interactúan en el mismo.