Innoliva apoya nuevos sistemas para luchar contra el fraude
Expertos de la Universidad de Córdoba (UCO) y del Instituto de Agricultura Sostenible (IAS) del Consejo Superior de Investigaciones Científicas han aplicado una técnica forense para cuantificar de forma absoluta el ADN presente en el aceite de oliva virgen con el objetivo de desarrollar un método de trazabilidad que contribuya tanto a la certificación de calidad y denominación de origen, como a la identificación de posibles fraudes. Miguel Rico, presidente de Innoliva, considera que esto supone un “gran paso adelante”, aunque asegura que “lo importante ahora es llevarlo a la práctica y acabar, de una vez por todas, con el aceite impostor”.
Cada ser vivo tiene un ADN completamente diferente e identificarlo en la comida permite controlar la calidad de la misma. Esta es la premisa que llevó al equipo de investigadores de la UCO y del CSIC a desarrollar este estudio en torno al aceite de oliva, cuyos resultados, a juicio de Rico, “demuestran que sí es posible luchar contra el fraude en este alimento y defender, ante todo, la calidad”.
“El objetivo final es desarrollar un método de trazabilidad que permita determinar si las botellas que se ofrecen con la etiqueta de aceite de oliva monovarietal son como se declara, contienen aceite de otra u otras variedades o, incluso, si contiene aceites de otras especies, como girasol, cacahuete o almendra”, explica Gabriel Dorado Pérez, uno de los científicos de la UCO.
La estafa en la venta del oro líquido no es nada nuevo, sin embargo, el presidente de Innoliva recuerda que en el último año “se ha llegado a poner en juicio la profesionalidad del sector en general por la mala práctica de unos pocos”, que en algún momento vendieron el alimento a un precio superior del que correspondería por su calidad.
“Cada vez estamos más cerca de acabar con el problema. Este tipo de investigaciones son fundamentales tanto para el sector como para el consumidor, ya que los dos acaban pagando las consecuencias cuando se produce un engaño de este tipo”, razona Rico. No obstante, para el empresario “lo importante ahora es llevarlo a la práctica y que los avances no caigan en saco roto”. “Tenemos armas para luchar contra el aceite impostor, usémoslas”, concluye el responsable de Innoliva.
Esta no es la primera vez que la UCO se esfuerza por defender la calidad del aceite. Ya el año pasado desarrolló un método científico para diferenciar los tipos de aceite, asignándole la categoría correspondiente y contribuyendo, por tanto, a disminuir las pérdidas económicas para el productor y los fraudes para el consumidor.