Beneficios del uso del medidor de la calidad del aceite de cocinar testo 270
Muchas cocinas, empresas alimentarias, cáterings o restaurantes todavía no han considerado el uso de un controlador de la calidad del aceite de cocinar para optimizar el consumo de aceite de fritura.
Tras numerosas y rigurosas pruebas prácticas, los ingenieros de Testo han concluido que una medición regular con el testo 270 puede reducir el consumo de aceite de fritura hasta el 20%, lo que podría suponer a una empresa, con un consumo de 1.000 litros por año y un precio hipotético de 0,70 € por litro, un ahorro aproximado cada año de más de 1.600 €
El controlador de la calidad del aceite de fritura testo 270 mide el contenido total de los componentes polares (TPM) que constituye un indicador seguro de la calidad del aceite. Si el aceite se usa demasiado, el valor TPM es más elevado y, como consecuencia, la calidad de los alimentos fritos empeora, además de poder contener sustancias nocivas para la salud. La medición regular con el testo 270 evita precisamente estos inconvenientes, pero también evita que el cambio de aceite se realice de forma prematura y se aproveche más.
La característica más destacable del testo 270 es su diseño ergonómico que permite evitar la exposición al calor del aceite durante la medición y, por tanto, trabajar de manera segura. La pantalla de color del instrumento de medición facilita considerablemente leer los valores de °C y TPM, y cumple además con la función de alarma: la pantalla iluminada en verde significa que el contenido de TPM se encuentra por debajo del valor límite ajustado; en naranja indica que se encuentra próximo al límite y si la pantalla parpadea en color rojo se alerta de que se ha superado el valor límite.
El medidor de la calidad del aceite de cocina testo 270 está equipado con un sensor preparado para medir en distintos tipos de aceite sin necesidad de limpiar. Además, cumple con la clase de protección IP 65, por lo que tras las mediciones se pueden eliminar los rastros de aceite fácilmente debajo de un chorro de agua y secarlo con un paño suave.