Biocombustibles para volar más limpio
19 de enero de 2012
El sector de la aviación transporta al año 2.200 millones de pasajeros en todo el planeta y es un elemento esencial en una sociedad globalizada. Según las estimaciones de la Asociación Internacional de Transporte Aéreo (Iata), en 2050 los pasajeros serán ya 16.000 millones. El crecimiento constante del tráfico plantea a la industria de la aviación comercial el reto simultáneo de atender esta demanda y reducir las emisiones que genera.
La receta para volar más limpio vendrá de una mayor eficiencia en los aviones, con mejoras en turbinas y motores y el empleo en su construcción de materiales más ligeros para disminuir el consumo, y del uso intensivo de biocombustibles que mitiguen la huella de carbono. Un esfuerzo de innovación tecnológica en el que están involucradas líneas aéreas, fabricantes de aviones y empresas energéticas.
Primer vuelo español con bioqueroseno
En España, Repsol e Iberia han tomado la iniciativa y en octubre impulsaron el primer vuelo en nuestro país con bioqueroseno. Un Airbus 320, de los que Iberia utiliza habitualmente, realizó el trayecto entre Madrid y Barcelona empleando como carburante una mezcla de 25% de biocombustible y 75% de queroseno tradicional.
El bioqueroseno empleado en este vuelo fue obtenido del aceite de la camelina, una planta oleaginosa no comestible, y Repsol se hizo cargo de la obtención, análisis de alto rendimiento, distribución y logística del combustible. Para realizar el vuelo con este biocarburante no hubo que realizar ninguna adaptación en los motores del avión y se estima que supuso una reducción en las emisiones de 1.500 kilos de CO2.
“El bioqueroseno que estamos empleando es capaz de obtener de la propulsión del avión las mejores prestaciones”, declaró durante este primer vuelo con biocombustible Pedro Fernández Frial, director general de Downstream de Repsol, para quien “el trabajo que se está haciendo en biocarburantes, abre un futuro muy prometedor”.
En ese mismo acto, Manuel López Colmenarejo, director de Asuntos Corporativos de Iberia, explicó que las compañías aéreas necesitan biocombustibles “que sean sostenibles, económicamente competitivos, que el balance neto de todo su ciclo productivo emita mucho menos CO2 y que puedan alimentar a la mayoría de los motores sin necesidad de introducir cambios”. El biocarburante extraído de la camelina que se empleó en el vuelo “cumple todos esos requisitos”.
Los biocombustibles de segunda generación no compiten con los cultivos alimentarios, ni por los terrenos, ni por recursos como el agua
Biocarburantes sostenibles para la aviación
La camelina es un cultivo herbáceo oleaginoso que produce una cantidad importante de aceite y que “además, tiene la particularidad de que se puede cultivar en climas templados y fríos, como el de España”, afirma Fernando Temprano, director de Tecnología de Repsol. Su adaptación a suelos de bajo rendimiento y su resistencia a heladas y sequías, “nos va permitir ampliar las materias primas que podemos utilizar para producir bioenergía”.
Los biocombustibles de segunda generación, como el producido a partir de la camelina, son aquellos considerados sostenibles porque se extraen de plantas que no compiten con los cultivos alimentarios, ni por los terrenos, ni por recursos como el agua.
Otra de las plantas que están en desarrollo para fabricar biocombustibles de segunda generación es la jatrofa. Algunas compañías aéreas ya han realizado vuelos de prueba utilizando este bioqueroseno y Repsol ya cuenta con proyectos para desarrollar a gran escala este cultivo. “El plazo que contemplamos para producir cantidades importantes de ese aceite es de 3 ó 4 años, porque es una planta que, lógicamente, tarda en crecer”, explica Temprano.
El aceite extraído de estas plantas se procesa según un procedimiento de refino conocido como hidrotratamiento, que consiste en someter esos aceites vegetales a una reacción química con hidrógeno, catalizador y alta temperatura, y que da lugar a unos hidrocarburos que tienen una composición química idéntica al queroseno de origen fósil. Gracias a ello pueden alimentar los motores sin necesidad de introducir modificaciones y su origen vegetal permite reducir el balance global de emisiones de CO2.
De los vuelos de prueba a la producción a gran escala
En la mayoría de los vuelos realizados hasta ahora en el mundo, el bioqueroseno empleado era una mezcla en distintas proporciones entre biocombustible y queroseno tradicional. Pero no hay razones tecnológicas que impidan que el combustible de aviación sea 100% de origen bio. Hasta ahora la demanda no ha justificado su producción industrial.
“Aún es pronto para predecir cuándo se podrán comercializar este tipo de productos de forma generalizada”, continúa García Cabañas, “aunque un buen horizonte podría situarse en un lustro”. Iata, organización que agrupa a las principales compañías aéreas del mundo, pretende que en 2015 los biocarburantes representen el 1% del total del combustible empleado y que en 2020 se llegue al 15%.
Microalgas: la nueva generación de biocombustibles
Aunque los avances en este campo son rápidos, Temprano matiza que todavía quedan retos por resolver: “Ahí tenemos una apuesta tecnológica muy intensa para domesticar este cultivo y controlar su producción y ser capaces de producir esa energía de una forma económicamente competitiva”.