Vamos al Este, ¿vamos?

A veces se ahorra gastando. Es una paradoja que en algunas empresas tienen clara, no tanto sin embargo en otras. La tendencia al Este de la industria europea y un conjunto de situaciones que afectan a todas las economías mundiales están ejerciendo una creciente presión sobre los precios. Y esto vale para todos: en esto de los plásticos, para los constructores de máquinas, los productores de materias primas, los moldistas y los transformadores de plásticos. Los proveedores buscan la fórmula mágica que proporcione a sus clientes un ahorro en sus costes de producción, un argumento definitivo que les demuestre que, comprando, pueden ahorrar.

El Este está cada vez más lejos. De países como Hungría, Chequia y Polonia se está avanzando ahora hacia Rusia, Ucrania, Bulgaria o Rumanía. Más allá hay más Este. China, la palabra maldita para algunos, ilusionante para otros. En China se está dando una situación interesante... aparte de lo ‘alucinante’ de los datos que apuntan a un consumo aproximado de 35.000 inyectoras en 2004. Hasta hace poco las empresas que invertían en fábricas allí eran las grandes multinacionales, los ‘global players’. Hoy, numerosas empresas de tamaño medio también acuden a buscar su parte en la gran orgía china. Pero no todo el monte es orégano. Los que prescriben allí son las grandes multinacionales y la competencia que se está generando entre suministradores es atroz. Los Nokia, Procter & Gamble, Motorola, Dell, etc. están empujando a sus suministradores a ofrecerles toda la cadena de producción. Y hay más problemas: de financiación (los bancos son tacaños con los créditos y los conceden con muchas precauciones), de personal cualificado y de una posible falta de suministro energético para atender a este 'boom' chino.

¿Vamos entonces o buscamos nuestra baza en Europa? ¿O ni lo uno ni lo otro sino todo lo contrario?