Voces de Figaro: ENCUENTRO E INSPIRACIÓN
Raúl Santana es socio de Club Fígaro y es director artístico de Noir, salón situado en Alicante del que es director y fundador.
Para mí, al hablar de este proyecto que nos aglutina, es inevitable el paralelismo entre Club Fígaro y la casa de Gertrude Stein, que se convirtió en centro de reunión de los mejores artistas de los maravillosos años 20 en la ciudad de la luz, París. El por qué de esta reflexión viene de lejos. Cuando inicié mi carrera como peluquero y entusiasta de la imagen y la moda, procuraba estar presente en cualquier círculo donde se propusiese peluquería, estilismo o cualquier devenir relacionado con la imagen. Pero he de decir que casi siempre me sentía insatisfecho, ya fuese por la poca entidad del evento o porque no había un interés real y general en realzar la profesión.
En cambio, cuando nació Club Fígaro y su propuesta enseguida me sentí identificado. Al igual que en la casa de Gertrude donde se reunían artistas como Hemingway, Picasso, Matisse o Miró, donde ocupaban las tardes en reflexionar y dar valor al nuevo y emergente arte o las largas charlas donde intercambiaban ideas y surgían interesantes nuevos conceptos, en Club Fígaro se daba esta posibilidad, poder acercarme a una plataforma donde el principal motivo no es otro que poner en valor una profesión tan bonita, artística y creativa como la peluquería. Era lo que yo buscaba y yo quería formar parte de ello.
Me considero creativo y bebo de las fuentes más innovadoras y tanto a mí como a los otros compañeros con los que comparto esta pasión, Club Fígaro nos pone el escaparate perfecto para presentar nuestras colecciones de moda en el cabello a través de los ya consagrados Premios Fígaro. Pero esto no es todo, porque además nos ofrece la posibilidad de realizar diferentes cursos de técnicas de vanguardia sobre corte o color con algunos de los mejores peluqueros del momento. Y no hay que olvidar que a la vez que creativo, soy empresario y fundador de NØIR, donde tengo que poner en práctica mis nociones de gestión y recursos humanos y he de decir que desde el Club también se han llevado a cabo iniciativas para reforzar estos aspectos, que a muchos de nosotros nos han venido muy bien. Esto para mí es un punto importantísimo, porque hay que recordar que nuestro negocio no solo se alimenta de lo artístico.
Formar parte de esta iniciativa es una apuesta segura para el crecimiento y desarrollo profesional y personal, además de compartir grandes momentos con amigos y referentes a los que admiras. Por todo ello era inevitable echar un vistazo a aquel “club improvisado” y genial que fue la casa de Gertrude Stein, una analogía perfecta de lo que supone Club Fígaro para nuestra profesión, un punto de encuentro y una inspiración.