Ángel Díez: La libertad, meta artística
por Neus Hilari
A pesar de ser uno de los profesionales de mayor trayectoria profesional –por larga y por fructífera– en nuestro país, Ángel Díez no es muy dado a las entrevistas. Es por esta razón que, en C&C Magazine teníamos muchas ganas de un tête-à-tête con él y, en cuanto llegó su sesión de fotos a la redacción, no dudamos en cazar al instante la oportunidad para debatir con este incansable peluquero, formador, maquillador y estilista sobre el pasado, presente y futuro de esta profesión que tanto nos apasiona: la peluquería.
¿Qué te empujó a dedicarte a la peluquería?
Sinceramente… no lo sé (risas). Mi padre casi se muere cuando le dije que quería ser peluquero, ya que nadie de mi familia pertenecía al mundo de la peluquería, así que fue casi un drama familiar... (risas). Lo único que siempre tuve claro era que tenía que quería dedicarme a una profesión creativa y relacionada con el mundo de la imagen. Además, siempre he pensado que los peluqueros somos unos privilegiados, ya que tenemos en nuestras manos la capacidad de hacer felices a las personas.
¿Qué es lo que más destacarías de tu formación en la profesión?
La comunicación. Nos preocupamos mucho de todo lo relacionado con el cabello que, aunque es muy importante en nuestro trabajo, a veces hace que se nos olviden otros campos. El 50% del trabajo de éxito de un peluquero reside en cómo se vende y cada día intento estudiar más la faceta comunicativa.
¿Qué aprendiste de tu formación al lado de peluqueros del prestigio de Llongueras, Patrick Cameron o Toni&Guy?
Muchas cosas… pero lo que más me ilusiona es todo lo que me queda por ver y aprender. He tenido la suerte de poder trabajar en muchas ocasiones, tanto en seminarios como en shows, con algunos de los mejores peluqueros del mundo. Imagínate todo lo que se puede aprender de profesionales de este calibre… de cada uno podría nombrar mil cosas que los caracterizan y los han hecho llegar hasta donde están.
¿Cuán importante crees que es para un peluquero tener la posibilidad de formarse en el extranjero?
Creo que te enriquece en estilos y en formas distintas de trabajar. Yo digo siempre que los peluqueros somos actores delante de nuestros clientes. Cuantos más registros tienes como actor, más cantidad y más variado es el tipo de público que reclama tus servicios.
¿Cómo fueron tus inicios profesionales en la peluquería?
Empecé con 15 años, así que fueron desde cero pero con muchas inquietudes e ilusiones. Mi casa se convertía en una peluquería improvisada todos los fines de semana, donde desfilaban amigos y conocidos de todos los tipos. Muchas de las tendencias que vemos en la calle salen de momentos como estos; me encanta el atrevimiento de la inexperiencia.
Has desarrollado tu carrera profesional más bien desde la vertiente free-lance. ¿Por qué escogiste no trabajar en el salón?
He probado muchas facetas distintas dentro del mundo de la peluquería y es cierto que el salón me impedía tener movilidad para poder realizar otras. Creo que el trabajo perfecto no existe y reconozco que algunas veces echo de menos algunas cosas del trabajo en el salón, como la complicidad del día a día con el cliente, por ejemplo.
¿Qué diferencias existen entre un peluquero free-lance y otro que desarrolle su trabajo en el salón?
La diferencia principal es que, como peluquero free-lance, viajas bastante y los horarios y los días de trabajo son distintos a los de un peluquero de salón. Mucha gente tiene en la mente que el peluquero free-lance es más creativo, pero la creatividad está en las inquietudes de cada uno, independiente del modo en que desarrolle la profesión. Al fin y al cabo, un free-lance trabaja para un cliente al que se tiene que adaptar en cada momento, igual que hace el peluquero de salón. Haces tantos trabajos clásicos como de vanguardia, todo depende del cliente para el que trabajes.
¿Ha afectado la situación económica actual a tu modo de trabajar? ¿Qué consejos darías a los jóvenes peluqueros free-lance?
Sí… aunque no en el modo en que trabajo. Evidentemente, te tienes que adaptar al momento actual del mercado. Intento buscar la forma de ofrecer algo nuevo e interesante para mis clientes.
Respecto a los jóvenes, hay una frase de anuncio que me encanta utilizar y creo que es el mejor consejo que le puedes dar a alguien que empieza: “Joven, aunque sobradamente preparado”. En los momentos malos, siempre hay que prepararse al máximo para poder destacar.
La formación es muy importante para ti y dedicas parte de tu tiempo a impartirla. ¿Cómo empezaste a introducirte en la enseñanza de peluquería?
La verdad es que fue un poco extraño. Estudié F.P. Superior pensando que nunca me iba a dedicar al mundo de la formación, pero a través de un contacto fui a una entrevista y con 21 años me encontré trabajando ya como director de un centro de formación. Desde ese momento ya no me he desvinculado de este sector. Pienso que enseñar es la mejor manera de aprender.
Tu simbiosis formativa junto a Wella Professionals dura ya más de diez años. ¿Qué es lo que más valoras de trabajar junto a la firma?
Lo que más valoro de trabajar juntos es la formación que he recibido por su parte y la posibilidad de poder moverme, tanto a nivel nacional como internacional, dentro del mundo de la peluquería. Trabajar con algunas de las firmas líderes en el mercado dentro del grupo P&G Salon Professional te proporciona tener en los seminarios que impartes a muchos peluqueros de un nivel excelente y eso es muy importante como profesional.
Como profesional, ¿qué papel desarrollaste en la colección que ocupa nuestras páginas?
Principalmente, mi tarea consistió en promover una idea que llevaba mucho tiempo en mi cabeza. Esta sesión se realizó en México durante uno de mis viajes de trabajo. Surgió como idea para realizar una exposición sobre cómo se veía la moda en cada uno de los países de América Latina. Yo me encargué, junto a mi amigo Javier Romero, de trabajar el cabello. La verdad es que se organizó todo de un día para otro, pero la verdad es que el resultado fue muy satisfactorio.
¿Qué te transmite el resultado final de estas imágenes?
Personalmente, me transmiten un mundo irreal… una mezcla entre pasado y futuro, donde todo es producto de la imaginación y los sueños. La verdad es que me transmiten momentos muy buenos, ya que durante la sesión, ningún miembro del equipo que participamos pusimos límites a nuestra imaginación. Aprender de gente que ama su trabajo y lo convierte en un disfrute, ése era el objetivo principal de la sesión.
En las editoriales en las que trabajas no sólo desarrollas tus capacidades como peluquero, sino también como estilista o maquillador. ¿Qué es lo que más gusta de cada una de las tres ramas?
¿Tengo que elegir? (risas). La verdad es que en lo que me siento más cómodo es trabajando como peluquero, porque es el campo que más domino, aunque sí es cierto que el mundo del estilismo me seduce cada vez más. Para mí, lo más interesante es poder trabajar el concepto de una imagen completa, algo que en los cursos que imparto cada vez intento mostrar más.
Además de trabajar en editoriales y junto a Wella Professionals, ¿desarrollas otros proyectos profesionales?
Sí. Trabajo como director de formación del Grupo Sanjam en Portugal, una empresa formada por más de 400 profesionales con los que trabajo mano a mano desde hace unos ocho años. Nuestros proyectos de futuro son la apertura de nuestra propia escuela en Lisboa, situada en la mejor zona de la ciudad. Todo un sueño que se hace realidad.