En invierno, máximo cuidado del cabello
Es por todos conocido que el frío del invierno debilita la belleza de nuestra piel y nuestro cabello, debido al descenso progresivo de las temperaturas y a que, en época de frío, la mayoría de mujeres priozan la comodidad a los tratamientos estéticos, olvidándose principalmente de los capilares.
Con la bajada de las temperaturas solemos aumentar exponencialmente la temperatura del agua en la ducha, algo que atenta contra la protección natural de la piel del cuero cabelludo, el conocido como manto hidrolipídico, una capa protectora que lubrica el cuero cabelludo y protege la fibra capilar, manteniéndola hidratada. Con la retirada de este manto de protección, el cabello se ve visiblemente más seco, quebradizo y con las puntas abiertas. En este sentido, el agua caliente es uno de los principales enemigos del cabello durante el invierno, ya que al deshidratar la hebra capilar, aumenta la caída y provoca la descamación del cuerpo cabelludo (algo que muchas veces puede confundirse con la caspa). Así pues, lo mejor es exponer el menor tiempo posible el cabello al agua caliente durante la ducha, dejándolo para lo último durante el lavado o protegiéndolo con un gorro de ducha si no vamos a lavarlo.
El descenso de temperaturas también tiene como resultado que bebamos menos agua durante el invierno, ya que nuestro cuerpo no siente la necesidad de hidratarse tan seguidamente, algo que conlleva un aumento de la deshidratación capilar. Para evitarlo, no debemos abandonar la ingesta de agua.
Es muy probable que la frecuencia del lavado capilar disminuya en invierno, también a causa del frío, y a que, sudamos menos, el cabello se mantiene limpio por más tiempo. Aún así, esta pequeña demora puede provocar un aumento de grasa en el cuero cabelludo, por lo que no debemos retrasar demasiado el intervalo entre lavados, sino seguir la misma rutina de limpieza que en las demás estaciones del año.
Si el cabello se reseca más en invierno es muy común el surgimiento del encrespamiento, debido a que la fibra capilar se rompe y visiblemente aparecen pequeños pelos que se ven disparados en la cabeza. Es muy aconsejable aumentar la hidratación capilar en esta época del año, sobre todo después de los tratamientos químicos, como el tinte o las mechas. Además, ayudará también no salir a la calle con el cabello mojado, algo que provoca que el agua que se queda en la fibra se solidifique y facilite la rotura capilar.
Otro de los problemas más generalizados en España es la falta de brillo en el cabello, algo que suele deberse a malos hábitos de cuidados: muchas personas sólo usan mascarilla en verano y otras la aplican más frecuentemente pero sólo durante cinco minutos, una rutina que no ayudará demasiado a aumentar la hidratación del cabello. La falta de hidratación consigue que la cutícula se rompa y una cutícula abierta no puede reflejar la luz natural en el cabello, además de que pierde su queratina natural, de ahí la ausencia de brillo. Para evitarlo, debemos hidratar el cabello durante todo el año, un mínimo de dos veces al mes, dejando actuar la mascarilla durante 30 minutos y aplicando calor para que sus activos penetren en la fibra.
Sabemos que no es recomendable para la salud del cabello salir de casa con el cabello mojado, pero a la hora de usar el secador debemos utilizar una temperatura no demasiado elevada y separar la boquilla del cabello. Una vez haya finalizado el secado, es recomendable un aporte de aire frío, que cerrará las escamas que hayan podido abrirse con el calor y fijará el peinado.
En invierno aumenta también la caída capilar, debido a nuestra predisposición a comer alimentos más ricos en grasa y a que nuestro sistema inmunológico está más expuesto al frío. Para evitar la pérdida capilar debemos evitar el estrés y aportar al cabello las vitaminas necesarias a través de una correcta y equilibrada alimentación.
Con el frío, aumenta también el uso de complementos capilares como gorras, sombrros, boinas, etc que aportan un toque chic a nuestro look y nos protegen del frío. Aún así, el uso prolongado y sin descanso, estos complementos evitan que el cabello se oxigene, pudiendo proliferar los hongos y las bacterias. Para evitarlo, debemos lavar estos complementos con frecuencia y nunca usarlos mojados en la cabeza.