La imagen de tu salón ¿se identifica contigo?
Cuando acudes a una cita o a una entrevista de trabajo procuras cuidar tu imagen al máximo, seleccionando cómo te vas a vestir, maquillar, peinar… para resultar lo más atractiva posible, pero siempre, cuidando mucho si esa imagen refleja lo que de verdad deseas mostrar: sofisticación, profesionalidad, seriedad, cercanía, extroversión…
Dejando un lado que cuando salimos por la puerta ya nos estamos arrepintiendo de no haber elegido otro conjunto, lo esencial de la cuestión es que tenemos que ser capaces de extrapolar esta cotidiana situación a nuestra imagen del salón.
Sí, ¿cómo no?, hablo de escaparates. Tu escaparate, como si de tu tarjeta de visita se tratara, lo dice todo de ti y si no dice nada, todavía dice más, aunque no se pueda considerar como muy positivo.
Reconozco que no es la primera vez que hablo sobre ello, pero en esta ocasión, me gustaría aportarte un matiz diferente, pero importante, del cual en otras ocasiones no he llegado a tratar: el posicionamiento.
Muchas veces me encuentro con salones cuya imagen externa no corresponde ni con el rango de precios de sus servicios ni con el cuidado de sus protocolos de trabajo ni con el “glamour” que el cliente espera encontrar en su interior. Salones con una fachada realizada en materiales nobles, que ha exigido una gran inversión y que invitan a pensar que nos encontramos frente a un salón de alto nivel puede mostrar en su interior mobiliario low cost, desorden, falta de pulcritud, excesivo ruido y precios bajos.
Por el contrario, fachadas que no invitarían a entrar, esconden en su interior mobiliario de calidad, limpieza y un trato exquisito, a la par que unos precios altos.
No entro a juzgar si es buena o mala una u otra estrategia de precios, eso depende de cada salón. Lo que sí es imprescindible es que la imagen externa indique, de un modo cristalino a los clientes, el nivel de precio y de servicio que van a recibir.
Está claro que antes de entrar en cualquier establecimiento, igual me da un restaurante que una tienda de deporte, nos hacemos una idea del tipo de producto, servicio y precio que vamos a encontrar y traicionar esas expectativas es un mal comienzo para cualquier relación con el cliente.
Una profesional que hace poco había inaugurado un salón nuevo me decía que había descubierto por lo que le decían sus clientas, que por su imagen externa daba la impresión de tener precios elevados y eso frenaba la entrada de clientes nuevos. Fue tan sencillo como colocar unos precios en el escaparate y comenzar a entrar nuevos clientes. Muchas veces tenemos un auténtico tabú en cuanto a poner precios se refiere y olvidamos que el consumidor, cada día más, quiere tener toda la información en su mano antes de decidir.
No hace falta poner todos los precios, pero si indicamos de una manera elegante, los precios de los servicios más demandados: corte, color, lavar y secar… permitimos al cliente realizarse una composición de lugar antes de decidirse a entrar. Ello nos ayudará además a evitarnos desagradables sorpresas en el momento de llegar a caja.
Lo importante es que posiciones lo que eres para que nadie se sienta frenado a entrar o entre, haciéndose una imagen de lo que realmente no eres.
Texto: Juan Luis Arregui, Director de Marketing de Paul Mitchell España
Imagen de salón, Peluquería Ester Flores en Valls (Tarragona), embajadora de Olymp