Lluís Llongueras; la vigencia del maestro
por Neus Hilari
Alguien que llegó a la profesión casi por casualidad, después de trabajar como botones en el lujoso salón Can Dalmau de Barcelona, donde descubrió un ambiente de lujo y mujeres bellas, que despertó la pasión por la peluquería en el joven estudiante de Bellas Artes que era entonces, el mismo que se arriesgó a abrir su primer salón siendo todavía menor de edad. El resto, es leyenda.
Eres una de las figuras o la figura más representativa de la peluquería española y mundial, pero retrocedamos un poco en el tiempo. ¿Qué te llevó a dedicar tu carrera profesional a la peluquería?
Echando la vista atrás, creo que lo que más firmemente me llevó a dedicarme profesionalmente a la peluquería fue mi pasión por la mujer y su imagen, y también los aires suntuosos que se respiraba en las pocas peluquerías de auténtico lujo que se podían encontrar en la Barcelona de los años 50. Esos salones maravillosos que contaban con clientes que, en plena época de postguerra, lucían como auténticas estrellas de Hollywood.
Teniendo en cuenta que tu hermano Enric también se dedica a la peluquería, ¿podría decirse que en vuestra familia lleváis la peluquería en las venas? ¿Crees que recogerán tu testigo alguno de tus hijos o tus nietos?
Más que afirmar que mi familia lleve la peluquería en la sangre, lo que creo es que sí puede haber habido mucho roce con la profesión y que algunos miembros de mi familia se hayan contagiado por el entusiasmo. ¡Hasta mi padre en los años 70 acabó de peluquero influido por mí, dejando el oficio de modisto, en el que había destacado! (risas). En cuanto a recoger mi testigo, de momento mi nieto Eric es el único profesional de la peluquería… (¡y muy bueno!) de la nueva generación de la familia.
Es evidente que el sector te considera ya toda una institución, pero ¿cómo fueron tus inicios en la profesión?
Empecé en la profesión como aprendiz, una categoría profesional inexistente pero muy necesaria para aprender oficios con una base sólido.
¿En qué momento fuiste consciente de tu gran repercusión en la peluquería?
Empecé a ser consciente justo cuando puse en práctica ideas útiles y revolucionarias que había desarrollado con el Método Llongueras, como por ejemplo, el corte programado, el patch, el bi-color, etc, todas estas técnicas que llevan divulgándose desde 1974 en libros y en vídeos. Además, actualmente, sigue existiendo mucho interés por conocer el método desde diversas partes del mundo, que reclaman la realización de cursos y seminarios.
¿Cuáles crees que han sido las principales claves de tu éxito?
Hacer fácil y práctico el trabajo de cada día en el salón, y conseguir mayor dinamismo y rapidez en el desarrollo de la profesión. Un ejemplo de ello claro, y detallado por las revistas internacionales, es el corte “choc”, un corte programado y escalado perfectamente, que se realiza en dos o tres minutos. Es algo revolucionario, si tenemos en cuenta que los “cutters” ingleses con su técnica tardan 45 minutos para realizarlos con igual perfección.
¿Qué recuerdos guardas con más cariño de tus años álgidos en la profesión?
Trabajar en el salón un promedio de 12 horas, lleno de clientela y sin tiempo para comer, durante seis días de la semana. Es algo que te mantiene en forma y te hace sentir importante, sobre todo por los resultados positivos de todo tipo que consigues.
Para muchos artistas y celebridades sigues siendo la gran figura de nuestra peluquería. ¿Qué anécdotas recuerdas después de trabajar con celebrities?
Pues, precisamente en este momento estoy preparando un libro que titularé “Ellas” y en el que comentaré cómo veía a las clientas famosas que visitaron mi salón. De todos modos, para mí cualquier cliente, ya fuera una persona joven o desconocida o una mujer normal, era igual de importante que las personas conocidas. Mi respeto siempre se ha basado en no hacer nunca injustas distinciones.
Tu nombre representa uno de los grupos de peluquería más importantes de España. ¿Cómo has conseguido llegar hasta aquí?
Con trabajo constante, día a día, pensando y cuidando los negocios hasta en fin de semana, de día y de noche. Creciendo, perfeccionándome y superándome. Formando equipos. Cuidando de la organización y la economía. Tener y buscando ideas nuevas, y divulgarlas a través de los clientes y la prensa. Y, sobre todo, entendiendo y dándolo todo por cada uno de los clientes, siempre con una profesionalidad constante.
¿En qué medida crees que tu labor en la profesión ha ayudado a avanzar e innovar en la peluquería española?
Con mis revolucionarias ideas, he tenido la suerte de provocar una evolución de la peluquería. Creo que lo más importante de mi labor a la profesión ha sido haber sabido adaptar este oficio a la evolución que ha sufrido en las últimas décadas la imagen de la mujer y la sociedad en general. La he comprendido y he podido colaborar –¡y sigo colaborando– en el espíritu de los nuevos tiempos.
¿Cuál es tu visión del momento que vive la peluquería española actual?
Aparte de las implicaciones de la crisis mundial, el panorama de la peluquería ha cambiado mucho con la irrupción de las llamadas peluquerías “low cost”, situadas sobre todo en las zonas humildes de las ciudades, aunque también se encuentren algunas marcas de alto nivel. Aún así, el gran valor actual son las peluquerías “de barrio” –dicho esto con todo el respeto; ya que yo también empecé así– que, hoy en día, son la vía económica más segura y que da mejores resultados. Es el grupo con más futuro.
¿Qué crees que ha cambiado en las nuevas generaciones de peluqueros para que los nombres españoles cada vez tengan más fuerza dentro y fuera del país?
Los peluqueros de nuestro país se han tomado tan en serio su profesionalidad que han dado un fuerte salto de calidad dentro de la peluquería europea y mundial. Hemos superado a los países que llevaban más de medio siglo cosechando fama en el sector.
¿Qué consejos darías a los jóvenes talentos que quieren despuntar actualmente en la peluquería?
Para llegar a cosechar un éxito total hace falta una mentalidad que ahora es casi inexistente: primero hay que saber ser un aprendiz. Además, es también muy importante no mirar el reloj cuando se está con la cliente, y demostrar día a día un mayor esfuerzo y un gran sacrificio de superación. En definitiva, la profesión debe ser siempre antes que nada. Aún así, lamentablemente, hoy en día vivimos en una sociedad que dedica excesivo tiempo al ocio, por lo que es casi imposible llegar a ser una figura.