Cobre Las Cruces 10 años después
En la entrada del complejo de Cobre Las Cruces (Gerena, Sevilla) una hornacina con una imagen de Santa Bárbara, la patrona de los mineros, da fe de una fecha concreta, el 1 de marzo de 2006. Fue el día en que empezó el movimiento de tierras para la excavación de la corta que permitiría acceder casi 30 meses después al singular yacimiento de sulfuros secundarios de cobre que constituye la razón de ser de la compañía, hoy propiedad 100% del grupo canadiense First Quantum Minerals.
Se cumplen, por tanto, 10 años del inicio de los trabajos de infraestructura que han convertido a Cobre Las Cruces (CLC) en una referencia de minería innovadora, merced a la convivencia, en un mismo recinto, de la actividad minera y la industrial, ya que se trata de uno de los pocos lugares del mundo donde además de la extracción del mineral se lleva a cabo su posterior transformación en planchas de cobre, cátodos, mediante la aplicación de tecnología hidrometalúrgica, una alternativa al tradicional empleo de la pirometalurgia (fundición en hornos a alta temperatura).
Previamente se había desarrollado una compleja y dilatada etapa desde que en 1994 los trabajos de exploración confirmaron la existencia de un depósito de mineral que apuntaba unas características excepcionales y llevaron a los promotores del proyecto, la compañía Riomín Exploraciones, filial de la minera británica RioTinto, a plantear su viabilidad. En ese largo periodo de más de una década se fueron resolviendo innumerables trámites administrativos, obtención de permisos, negociaciones con los propietarios de los terrenos, etc., que culminaron en 2002 con la Declaración de Impacto Ambiental que dio luz verde al proyecto, y posteriormente la Autorización Ambiental Integrada de 2005.
Poco más de 25 personas componían la plantilla de CLC en la primavera de 2006. A ellas se sumaban unos 400 empleados de las contratas adjudicatarias de los trabajos de desbroce del terreno, la excavación, labores de infraestructuras y construcción y también de operaciones medioambientales, como el desvío de los arroyos y vías pecuarias. Ellos fueron testigos de hechos que hoy apenas se recuerdan, pero que significaron verdaderos acontecimientos en la trayectoria de la empresa: la entrada de las primeras máquinas, el trazado del primer talud, el inicio de los sondeos y la construcción del primer pozo del Sistema de Drenaje y Reinyección (SDR) -la solución de ingeniería hidráulica diseñada para la protección del acuífero Niebla-Posadas y su compatibilización con la operación minera-, la primera pequeña escombrera de tierra vegetal, el primer contacto con los 100 metros de margas que se encuentran sobre el yacimiento…
Poco a poco se fue profundizando en la excavación y sumándose personal para prestar servicio en la operación minera y también para atender los trabajos de construcción de la planta hidrometalúrgica, que se pondrían en marcha a mediados de octubre. De esa época son los primeros cursos de formación desarrollados por la empresa con el propósito de incorporar al proyecto a personas de los municipios vecinos que carecían de experiencia en las tareas requeridas. Esta línea, una de las claves en la relación de CLC con las comunidades locales, tendría su punto álgido un año después, con la selección de personal –tras la oportuna formación- para la operación de la planta.
Hoy la plantilla de CLC está formada por 260 personas y alrededor de 600 más trabajan en las empresas contratistas y auxiliares que diariamente prestan servicio en un recinto de casi 1.000 hectáreas. La operación minera se encuentra en la cuarta fase de las seis planificadas, y en el yacimiento aún se encuentra pendiente de extracción más del 40% del depósito original, de unos 17 millones de toneladas, una masa mineral que pese a ser de tamaño medio, se caracteriza por su extraordinaria riqueza en cobre –una ley media superior al 5%-.
Por su parte, la planta de elaboración de cobre, que inició la producción en junio de 2009, ha puesto ya en el mercado más de 370.000 toneladas del producto final de CLC, cátodos de cobre con una pureza del 99,999%, que se comercializan principalmente en España, y también se exportan a diferentes destinos preferentemente del arco mediterráneo.
En los 10 años transcurridos CLC se ha posicionado como un ejemplo de minería del siglo XXI al aplicar soluciones innovadoras a algunos de los temas más sensibles asociados a los proyectos mineros, como son la gestión de los residuos y de los recursos hídricos del entorno, la restauración ambiental y las relaciones con los municipios vecinos. Más de 2.000 personas visitan cada año las instalaciones de la compañía para conocer de cerca sus procesos.
Cobre Las Cruces es la mayor inversión de capital internacional en la provincia de Sevilla en las últimas décadas, con más de 1.050 millones de euros invertidos. En la actualidad la compañía estudia la viabilidad de una ampliación de su vida productiva, mediante el aprovechamiento de recursos minerales complementarios que se encuentran en el mismo yacimiento.