Estudios recientes auguran que las tecnologías basadas en IA contribuirán hasta en un 15% del PIB mundial, para el 2030
Inteligencia artificial como soporte a la gestión de proyectos
Estudios recientes hechos por distintas consultoras auguran que las tecnologías basadas en IA contribuirán hasta en un 15% del producto interior bruto mundial para el 2030 [1]. Otra más estima que hasta un tercio de las actividades laborales podrán ser automatizadas para el 2030, lo que transformará el lugar de trabajo y la manera en que accedemos a él [2], y así podríamos citar a muchos más que vienen a confirmar más o menos lo mismo, la IA está ya entre nosotros y va a permanecer durante muchos años.
Estos estudios invitan, más que a la tranquilidad, a la incertidumbre, ya que no sabremos si nuestro trabajo, como lo conocemos, seguirá existiendo, o si las empresas en las que trabajamos seguirán siendo necesarias o no. Sin embargo, esta incertidumbre ha de convertirse en un reto a superar tanto por las empresas como por los trabajadores. Ya no podremos obviar las tecnologías y conocerlas tan solo por titulares en los periódicos y programas de televisión; tendremos que aprender a convivir y a sacar provecho de ellas, porque ya están con nosotros y, no solo para quedarse, sino para evolucionar de nuestra mano.
Esta incertidumbre no es menor en lo que respecta a la disciplina de la gestión de proyectos. La digitalización de procesos y la gran cantidad de datos que se generan a través del ciclo de vida de los proyectos, pueden servir como fuente de información para observar de manera más cercana, controlar y mejorar la toma de decisiones, realizar análisis de causas de problemas en la gestión, predicciones sobre resultados de los proyectos, pero, sobre todo, ayudarán al gestor de proyecto a tomar mejores decisiones basadas ya no solo en su experiencia, sino también en los propios datos que el proyecto va generando.
Sin embargo, los proyectos no siempre son sistemas que tienen un punto de inicio, camino y un final definido de antemano. La complejidad de los proyectos, el sector en el cual se estén desarrollando, la capacidad tanto del gestor como del equipo del proyecto, y la influencia de los stakeholders, cambian y evolucionan constantemente, así que el uso de las tecnologías de IA no debería verse como una amenaza al noble oficio de gestionar un proyecto, sino por el contrario, es necesario dilucidar cómo se pueden unir estas tendencias en pro de una gestión eficaz que genere proyectos más exitosos.
Gestión de proyectos en la era de la digitalización
Mucho ha evolucionado la gestión de los proyectos durante las últimas décadas, la incursión de metodologías SCRUM, PRINCE, PRINCE 2, el desarrollo de la guía del PMBOK, y el desarrollo de metodologías ágiles, entre muchas otras, han cambiado radicalmente la manera en la que se planea, gestiona y ejecuta un proyecto. Así mismo, la lista de competencias que debe tener (en el mejor de los casos) las personas encargadas de estos proyectos han ido haciéndose cada vez más extensa y exigentes. Algunas investigaciones hablan de hasta 81 competencias divididas en 11 dimensiones:
- Influencia,
- Comunicación,
- Emocional,
- Contextual,
- Gestión,
- Habilidades cognitivas,
- Profesionalidad,
- Conocimientos,
- Experiencia,
- Conocimientos de gestión de proyectos,
- Habilidades y atributos personales [3].
De igual manera, lo que antes se conocía como el ‘Triángulo de Hierro’ que consistía en controlar el tiempo, los costos y el objetivo de un proyecto, dejó de ser tan determinante como ahora. Aspectos como el control de la calidad, de los beneficios, el impacto ambiental y los riesgos; juegan ahora un papel fundamental en la gestión de los proyectos.
Es claro que las cosas evolucionan según la época en la que vivimos y las exigencias que se van planteando. En esta, la era de la digitalización, la Industria 4.0 supone un nuevo reto para los gestores de proyecto ya que los hará afrontarse a problemas nuevos y desconocidos, pero a su vez, pondrá a su disposición un amplio conjunto de métodos y técnicas automatizadas que facilitarán la planificación, el seguimiento y el control de los proyectos; que hará más sencilla su resolución.
Nuevas tendencias como el uso de dispositivos IoT o la monitorización en tiempo real de las máquinas de la fábrica, darán al gestor de proyecto información relevante sobre el estado de las tareas, lo que permitirá alimentarse de información confiable y objetiva que a su vez puede ser usada para, entre muchas otras cosas, reportar a los stakeholders del proyecto. La facilidad de acceso a la información permitirá, por un lado, virtualizar la gestión de los proyectos, y gracias a ello, posibilitará que el equipo del proyecto se encuentre geográficamente disperso, pero también generará el reto de generar los vínculos humanos necesarios para que el trabajo fluya de manera correcta.
La virtualización de la gestión de proyectos conlleva varias ventajas:
- Aumentar la escalabilidad del proceso de gestión.
- Aumentar la eficacia de la ejecución y la explotación de los proyectos.
- Modelizar y simular los procesos de gestión de proyectos.
- Permitir una comunicación más rápida y eficiente, facilitando ampliar el trabajo en equipos virtuales ubicados en distintas zonas geográficas.
- Aumentar la flexibilidad del equipo del proyecto.
Estas nuevas tendencias que llegarán a nosotros en los próximos años, invitan a ahondar en la investigación teórica y práctica sobre la gestión de proyectos, y a desarrollar herramientas capaces de absorber y gestionar todo este flujo de información, nuevas metodologías de gestión de proyectos basadas en el uso intensivo de datos, así como herramientas de IA que puedan transformar estos datos en conocimiento útil para el gestor, serán más que necesarias para poder afrontar los retos por venir.
Así pues, la profesionalización de la gestión de proyectos pasará a ser una necesidad primaria en las empresas, esta nueva horda de información, maneras de trabajar, nuevas metodologías en los proyectos, deberán ser gestionadas por personal altamente capacitado y cualificado, ya no solo con las competencias en las dimensiones anteriormente descritas, sino además, con capacidades técnicas, y conocimientos y gestión empresariales, que le permitan entender cómo se genera la información, qué es lo que subyace detrás de las predicciones que le llegan a su ordenador, cómo sacar provecho de lo que la IA le está dando, cómo un proyecto se engloba dentro de la organización, etc. Por supuesto, para las empresas, encontrar personas que cuenten con este abanico de competencias será muy difícil, por lo que los planes de formación de empresa con miras hacia la gestión de proyectos, debería ser algo en lo que se piense desde los próximos años.
Sin embargo, por más tecnología que nos invada, los recursos humanos y las habilidades de este grupo de personas siguen y seguirán siendo un elemento esencial en cualquier organización.
Inteligencia artificial
Mucho se ha escrito sobre IA desde que su concepto moderno fue introducido por Alan Turing en la década de 1950, quien sugirió que las máquinas inteligentes pueden replicar los procesos de razonamiento realizados por los humanos cuando utilizan la información disponible para resolver problemas y tomar decisiones [4]. Desde entonces, su desarrollo ha estado plagado de altibajos en cuanto al nivel de interés y desarrollo debido a diversos factores, sin embargo, la nueva ola de interés que está suscitando en los últimos años promete (y ha dado resultados) cambiar nuestra forma de vida.
Aun así, el estudio de la IA como fuente de ayuda para la gestión de los proyectos no es un tema novedoso. Desde la década de 1970 se realizaron investigaciones sobre el potencial de los gráficos interactivos basados en los datos obtenidos de la gestión del conocimiento, la aplicación de técnicas de IA para ayudar en la elección de objetivos, planeación, programación de tareas y control del ciclo de vida de los proyectos. Sin embargo, en aquel entonces, las principales limitaciones eran aquellas a las que hoy en día cualquiera de nosotros puede tener al alcance de las manos: datos, poder computacional, y lugares físicos o virtuales donde almacenarlos. Es por ello que, aunque no sea un concepto novedoso, es ahora cuando buscamos un impacto real de la IA en la gestión de proyectos.
Algunos de los usos más comunes que se están dando a la inteligencia artificial en la gestión de proyectos tienen que ver con la clasificación de documentos, estimación de costos, predicción del cash flow, estimación a la finalización, manejo de incertidumbres, toma de decisiones, problemas de disputa, predicción del esfuerzo, factores de éxito del proyecto, performance del proyecto, programación de recursos, estimación de duración del proyecto, estimación de demoras en los proyectos, descubrimiento de conocimiento; entre muchas otras.
Para lograrlo, el desarrollo de distintas técnicas de inteligencia artificial ha sido necesarias para alcanzar estos objetivos: técnicas como Support Vector Machines, árboles de decisión difusos, regresiones lineales, percepción multicapa, algoritmos genéticos, agrupación de K-means, redes neuronales artificiales, Redes bayesianas… [5]
Implementando la gestión de proyectos en las organizaciones
Para llevar a cabo una implementación exitosa de la gestión de proyectos en nuestras organizaciones, es necesario primero que todo manejar las expectativas. No podemos pretender solucionar problemas que no entendemos o no sabemos cómo formular con tecnología que no está desarrollada aún para esto. Recordemos, que por más que llevemos ya 70 años de investigación en IA, aún es una tecnología joven, de la cual no sabemos del todo cómo funciona y a la cual aún le faltan muchos años de crecimiento.
Esto nos lleva a un segundo criterio a tener en cuenta, la descripción del problema a solucionar. La IA no es inteligente por sí misma, será tan inteligente como los datos y la programación que hagamos del sistema, así que entender el problema que queremos resolver y los tipos de datos que tenemos para resolverlo, saber concretamente qué es lo que esperamos de la IA, y saber cómo darle estas instrucciones, debería ser el primer paso antes de siquiera ponernos a programar y a meter datos sin un norte definido.
Las interacciones humanas son el aspecto más difícil de simular en un sistema, y una gestión de proyectos depende en gran manera de una continua interacción entre personas para lograr un objetivo. Es imposible, a día de hoy, simular esto con un algoritmo. Los datos históricos nos dan un atisbo del camino que podemos llegar a seguir, sin embargo, no es suficiente. Los datos y nosotros mismos evolucionamos, nuestras capacidades y competencias, nuestro rendimiento no es el mismo día sí y día también. Por lo que la predicción sobre tareas realizadas por humanos es increíblemente compleja.
La IA jamás podrá remplazar los recursos humanos y las habilidades propias de un equipo de proyecto, es por esto que debe entenderse a la IA como una herramienta a usar, como una ayuda, mas no como un medio tractor. La IA no nos salvará el pellejo, lo haremos nosotros si entendemos cómo sacar provecho de ella.
Más que nunca, es necesario prepararnos para la revolución que ya está tocando la puerta de nuestras organizaciones, y preparar a nuestros recursos humanos para que podamos hacer frente a los retos del mañana, debería ser un objetivo principal de nuestras empresas. Aún estamos a tiempo.
[1] Hawksworth, J., Berriman, R., & Goel, S. (2018). Will robots really steal our jobs? An international analysis of the potential long term impact of automation. PricewaterhouseCoopers, http://pwc. co. uk/economics, access, 13.
[2] Manyika, J., Lund, S., Chui, M., Bughin, J., Woetzel, J., Batra, P., ... & Sanghvi, S. (2017). Jobs lost, jobs gained: Workforce transitions in a time of automation. McKinsey Global Institute, 150.
[3] De Rezende, L. B., & Blackwell, P. (2019). Project management competency framework. Iberoam. J. Proj. Manag, 10(1), 34-59.
[4] Turing, A. (1950). Introducción a la Inteligencia Artificial. Intelligence, 59, 433-460.
[5] Davahli, M. R. (2020). The last state of artificial intelligence in project management. arXiv preprint arXiv:2012.12262.