Opinión: Segmentación comercial, por Jaume Ferrer
En estos últimos años, sobre todo después del encierro, el panorama comercial ha cambiado radicalmente. Desde esta revista hemos ido publicando, número tras número, los muchos cierres que se han ido dando en las grandes ciudades, donde el recorrido de las tiendas multideporte es cada vez más limitado. Han cerrado, sobre todo, tiendas con mucha historia. Algunas más grandes que otras, pero casi siempre, con décadas a sus espaldas. Tiendas de barrio que han sido una referencia en su zona, tiendas ubicadas en zonas comerciales que eran un icono en la ciudad… Poco importa el “historial”, porque llega un momento en el que subir cada día la persiana no es rentable. O no lo suficiente como para seducir a nuevas generaciones. Es mucho más beneficioso, en muchos casos, alquilar o vender el local. Con eso ya está todo dicho.
Este cierre constante de tiendas de deporte, y casi siempre con este formato multideporte del que hablábamos, hace años que se da. La pandemia lo ha acelerado, probablemente, pero desde mucho antes de que llegase el COVID se ha ido imponiendo un modelo comercial donde el mutideporte pierde mucho sentido en las grandes ciudades, abocadas irremediablemente hacia una segmentación donde el pastel se lo reparten, ya, las grandes cadenas con músculo para estar en las principales zonas comerciales, las tiendas monomarca de apenas media docena de grandes compañías del sector, y alguna especialista que, por ahora, se mantienen más o menos fuerte a pesar de la competencia de estas grandes y, sobre todo, de internet.
El ecommerce ha transformado radicalmente nuestros hábitos de consumo, pero el por qué de los constantes cierres va mucho más allá de la mera evolución tecnológica y tiene mucho que ver con el modelo comercial que están imponiendo las grandes empresas… y las grandes ciudades.
Estos cierres, que se cuentan por cientos en los últimos 5 años, están transformando la apariencia y el carácter de nuestras grandes ciudades y son un reflejo de los cambios profundos que se han dado en la forma en la que compramos y vivimos. Y si, internet ha tenido bastante que ver, porque el ecommerce ha transformado radicalmente nuestros hábitos de consumo, pero los motivos van mucho más allá de la mera evolución tecnológica y tienen mucho que ver con el modelo comercial que están imponiendo las grandes empresas… y las grandes ciudades. Y en todo el mundo.
Barcelona, Madrid, París, Londres, Munich, Roma… Pasa en todas partes. Se impone un modelo uniforme, donde la fuerza comercial se centra en dos grandes ejes: el centro de la ciudad, donde, por los alquileres, solo pueden tener espacio las grandes empresas del retail, con la moda monopolizándolo casi todo; y las grandes áreas comerciales en las afueras de la ciudad, donde esas compañías también son el reclamo, pero con cierto protagonismo de otras cadenas/tiendas, digamos, secundarias.
Intentar poner freno a la lógica evolución de los modelos comerciales es complejo, pero eso no significa, ni mucho menos, que debamos potenciar ciertos cambios. Y menos desde la administración. No se trata, en ningún caso, de pecar de proteccionismo, pero de ahí a poner una alfombra roja a estos cambios hay un mundo. Las administraciones, locales, autonómicas o nacionales, no han puesto ni un impedimento a esta “ocupación” de las grandes zonas comerciales. Han mirado hacia otro lado cuando se han cerrado tiendas con más de 70, 80 u 100 años de historia, y han sido cómplices directos en la construcción de ese modelo de ciudad homogéneo donde el dinero determina quién puede y quién no puede estar donde se vende. O quien decide donde se vende. Porque no nos engañemos: el problema no es que esas grandes empresas monopolicen las ventas; el verdadero problema es que también condicionan, y mucho, el tejido comercial de las ciudades.
Intentar poner freno a la lógica evolución de los modelos comerciales es complejo, pero eso no significa, ni mucho menos, que debamos potenciar ciertos cambios. Y menos desde la administración. No se trata, en ningún caso, de pecar de proteccionismo, pero de ahí a poner una alfombra roja a estos cambios hay un mundo.
Se está imponiendo, y cada vez con más fuerza, un modelo donde cada vez menos empresas controlan el mercado. En todos los sentidos. Por eso, fomentar la diversificación de los negocios locales, apoyar a las pequeñas empresas, y promover la revitalización del centro urbano son pasos clave para abordar los futuros modelos comerciales para conseguir, así, un mínimo de diferenciación local. El cierre constante de tiendas en el centro de las grandes ciudades es un fenómeno complejo que requiere la colaboración de gobiernos locales, empresarios y la comunidad en general. Preservar la vitalidad y la autenticidad de nuestras ciudades es un objetivo que vale la pena perseguir. No debemos permitir que la evolución tecnológica ni el hambre de las grandes empresas sacrifique la esencia de nuestras ciudades. Es hora de actuar y encontrar un equilibrio que permita un futuro próspero y “equilibrado” para nuestras áreas urbanas. Si no, seguiremos con un modelo que, evidentemente, solo beneficia a las grandes… y a quienes sacan partido de que las grandes sean más grandes.