La madera, el mejor aliado del medio ambiente
Material renovable
Como el material renovable por excelencia, un mayor uso de productos de madera provenientes de prácticas responsables de gestión forestal garantiza no sólo que el suministro de madera sea sostenible, sino que además el monte esté en continuo crecimiento, tanto en España como en toda Europa. En este punto, la gestión forestal sostenible es fundamental.
Para garantizar el origen sostenible de los productos de madera existe la Certificación Forestal, que verifica que un bosque está gestionado y explotado según el principio de sostenibilidad. Por su parte, la Certificación de la Cadena de Custodia supone la misma garantía, en este caso durante el proceso industrial de elaboración del producto final. Los productos de madera certificados incorporan un sello que permite asegurar la procedencia sostenible del producto.
Los dos sistemas internacionales de certificación más extendidos en España son PEFC (Programme for the Endorsement of Forest Certification) y FSC (Forest Stewardship Council).
Estos sellos de certificación suponen una garantía adicional para el consumidor, no imprescindible para avalar que los productos de madera son sostenibles, algo que en España está garantizado por planes de ordenación forestal y los controles existentes a la importación.
Además de renovable, la madera es un material recuperable. En España se gestionaron en 2008 más de 750.000 toneladas de madera procedente de diferentes fuentes como las fábricas de muebles, envases, obras, puntos limpios, etc. La madera recuperada una vez gestionada puede ser utilizada para múltiples usos: compostaje, camas de ganado, fabricación de tableros aglomerados, pellets, briquetas, leñas y astillas, elaboración de combustibles para distintas industrias, generación de energía eléctrica, etc.
Por el futuro de nuestros bosques
Los bosques generan múltiples beneficios, ya que proporcionan la materia prima necesaria para la elaboración de productos renovables y respetuosos con el medio ambiente, y desempeñan una función importante en materia de bienestar económico, diversidad biológica, ciclo global del carbono, equilibrio hidrológico, control de la erosión y prevención de catástrofes naturales, y desempeñan además una función social y recreativa.
Los productos de madera tienen un papel fundamental en la suerte de nuestros bosques. La industria forestal necesita de masas forestales estables que perduren en el tiempo mediante una gestión sostenible.
La madera es el único material que reduce las emisiones de CO2 a la atmósfera. Es elaborada por el árbol captando dióxido de carbono (CO2), que es fijado en el interior de su estructura almacenándolo hasta que, por descomposición de la materia orgánica y/o por su quema, el CO2 fluye para regresar al ciclo de carbono, cumpliéndose de esta manera un ciclo de carbono cerrado. Mientras los productos y estructuras construidos con madera mantengan su vida útil, son almacenes de CO2, con lo que ayudan al cumplimiento de los compromisos del protocolo de Kyoto.
Según el Centro Nacional de Desarrollo de la Madera de Francia (CNDM) un m3 de madera empleada en la edificación significa la retirada de 1,6 toneladas de CO2 de la atmósfera (por sí misma almacena una tonelada, el resto viene del efecto sustitutorio de otros materiales emisores).
El consumo de madera actúa de forma activa contra el principal de los gases responsables del efecto invernadero.
¿Sabías que una plantación forestal, por término medio, fija anualmente por hectárea de superficie —un campo de fútbol, aproximadamente— todo el CO2 emitido anualmente por seis coches?
Un ciclo de vida eficiente
Si comparamos el proceso de fabricación de productos hechos de madera con el de otros materiales, comprobaremos que el consumo de agua y energía es mucho menor en el caso de la madera. Esto significa que además del ahorro que implica su manipulación la de la madera es una industria limpia y ecológica porque al reducir el gasto de energía, contribuye a minimizar las emisiones de CO2 a la atmósfera.
Pero empecemos desde el principio. El ciclo de vida de la madera comienza en el monte, donde se lleva a cabo la extracción de esta materia prima, que pasa a las industrias llamadas de primera transformación (aserraderos y fábricas de tablero y chapa) para comenzar el proceso de elaboración. La mayor parte de estas masas forestales tienen fines productivos desde su plantación.
Después, los productos semielaborados llegan a las empresas denominadas de segunda transformación, que los convierten en productos acabados (suelos, ventanas, puertas, muebles, estructuras, envases…).
Además de la madera, en estos procesos productivos se utilizan colas y adhesivos que permiten incrementar la resistencia del producto final. Asimismo, para su acabado se utilizan tintes, pinturas y barnices que además de dar el aspecto deseado ayudan a proteger las superficies. Para que el proceso productivo se mantenga con los bajos niveles de impacto medioambiental que caracterizan al sector de la madera, las colas, pinturas y barnices con base disolvente orgánico tradicionales han sido sustituidas por nuevos productos con base agua, más duraderos y resistentes y con bajas o nulas emisiones de compuestos orgánicos volátiles.
Después de su ciclo de vida útil los productos de madera se pueden reutilizar –como los palets, que con un tratamiento adecuado, regresan al mercado-; reciclar —para la elaboración de nuevos productos de madera como los tableros—; y usar como fuente de energía no contaminante —que en muchos casos abastece a las propias fábricas del sector y en otros sirve para obtener energía térmica para el hogar.