Por una Responsabilidad Social Corporativa
La RSC, la sostenibilidad o los criterios ASG (todos ellos están enfocados a factores ambientales, sociales y de buena gobernanza) ya no son una moda pasajera y, desde la implantación de la Agenda 2030, los Objetivos de Desarrollo Sostenible y la creciente regulación legal y convencional de informes no financieros (derechos humanos, medioambiente, transparencia y buen gobierno), la tendencia no ha hecho más que reforzar la idea de que la ética no solo es necesaria para las sociedades y rentable para las empresas, sino que, además, debe acreditarse para que las declaraciones no sean un mero greenwashing o pura cosmética. El auge del compliance o cumplimiento normativo y la existencia de numerosas certificaciones, auditorías y regulaciones en materia de sostenibilidad son la prueba de ello.
Al preguntar a Fernando Navarro, presidente del Instituto de Estudios para la Ética y la Responsabilidad Social de las Organizaciones (Innovaetica) y autor del libro ‘Responsabilidad Social Corporativa’ de ESIC Editorial, sobre los consejos que daría a las pequeñas y medianas empresas que quieran iniciar o mejorar sus iniciativas RSC comenta que “que se animen a empezar o a mejorar sus prácticas de sostenibilidad y lo hagan cuanto antes, no solo porque es una tendencia imparable desde hace décadas sino también porque en cuanto den los primeros pasos se darán cuenta de que muchas buenas prácticas de sostenibilidad ya las están realizando de manera natural; probablemente desde hace varias generaciones (empresas familiares de segunda o tercera generación, por ejemplo). En esos casos, solo tendrán que ‘contarlas’ o perfeccionarlas”.
A lo que añade: “En aquellos otros casos en los que tengan que invertir tiempo y recursos para implantar paulatinamente ciertas buenas prácticas de RSC y sostenibilidad, comprobaran que a medio plazo mejoran su eficiencia y eficacia, su competitividad (reducción de costes energéticos, factor de diferenciación frente a productos ‘irresponsables’, cada vez más penalizados por el mercado) y también disminuirán sus riesgos legales, lo que nosotros denominamos “ahorro en derecho” porque la RSC previene conflictos legales y laborales (huelgas, denuncias ante Magistratura, sanciones, etc.). La suma de todo ello, implica una mejora social y ambiental en el ámbito de ‘lo posible’ -esto es, en el área de impacto de la empresa- sino también en la cuenta de resultados y en la reputación corporativa”.
Y destaca que “un último consejo: no traten de ‘copiar’ otras buenas prácticas o códigos de conducta y eviten igualmente objetivos excesivamente ambiciosos e inalcanzables. Limítense a lo posible. Aunque no es malo que las buenas prácticas de otras empresas puedan servir de inspiración (lo que denominamos ‘benchmarking’), creo que es un error tratar de emular literalmente lo que hacen otros, sin pasar el filtro de nuestro propio entorno y realidad. Cada empresa tiene su propio ‘carácter’, su modo de ser y de entender las relaciones con sus grupos de interés. Un gran fabricante lo hará de un modo, una pequeña empresa de otro, según sus impactos mayores o menos y sus recursos. Nadie mejor que la propia empresa para reflexionar libremente acerca de cuál es su responsabilidad hacia sus grupos de interés y de qué modo debe interactuar con ellos”.
Algunos ejemplos prácticos
El experto Fernando Navarro comenta que “es arriesgado aportar ejemplos, porque la inclusión de unos podría dar la sensación de inactividad o pasividad de otros, cuando en realidad se trata de un sector muy activo en materia de RSC y sostenibilidad, precisamente por la especial sensibilidad y vulnerabilidad de una parte de sus grupos de interés: el público infantil. Al analizar la RSC del sector no hay que perder de vista que, en el caso del juguete, es una herramienta para el desarrollo durante la infancia; lo que nos da una idea de su especial sensibilidad en aspectos como seguridad, veracidad de la información o transmisión de valores. La propia Carta de Imagen del Juguete -auspiciada por la Asociación Española de Fabricantes de Juguetes (AEFJ)- establece que ‘los juguetes son una herramienta vital, que favorece el desarrollo mental, físico, emocional y social de las personas’”.
Y añade: “A nivel sectorial es de destacar que ya en 1995 el Consejo Internacional de Industrias del Juguete (ICTI) aprobó un ‘Código de Buenas Prácticas Comerciales’, cuyo objetivo fue normalizar unos mínimos sociales y ambientales a nivel mundial (en aquel momento los fabricantes chinos representaban el 70% de la producción mundial). Este código fue revisado y actualizado en varias ocasiones, siendo la más significativa en 2002 cuando se aprobó el ICTI CARE (Caring, Aware, Responsible, Ethical) para asegurar la producción ética, saludable, segura y responsable a lo largo de toda la cadena de suministro a nivel mundial de las empresas fabricantes de juguetes, y, por lo tanto, del cumplimiento del Código de Buenas Prácticas Comerciales, comenzando por las empresas radicadas en China. Existe también un Sello de Cumplimiento ICTI CARE (que incluye acciones correctivas de ‘no conformidades’), lo que sumado a la existencia del Código ético sectorial del ICTI, o del Código Deontológico para la Publicidad Infantiles son indicadores muy relevantes, para entender que el sector juguetero se toma en serio desde hace décadas la alta responsabilidad que tiene con sus grupos de interés”.
Mensaje para los líderes empresariales sobre la responsabilidad social corporativa
Fernando Navarro, experto en Responsabilidad Social Corporativa, explica que “en realidad, creo que los líderes empresariales son líderes porque, entre otras razones, tienen muy claro desde hace años que la RSC y la sostenibilidad son componentes estratégicos, del mismo modo que el marketing o la gestión de la calidad lo fueron desde finales del siglo XX y ya no hay marcha atrás. Ninguna empresa que tenga el objetivo de crecer a lo largo del tiempo (eso también es sostenibilidad) puede ignorar la importancia de desarrollar políticas y estrategias de RSC que la alineen con las empresas de vanguardia mundial”. Y añade: “En realidad, podría decirse que la responsabilidad social es la causa del liderazgo social y empresarial y la sostenibilidad 8ambiental, social y económica) es el efecto que a todos beneficia”.