Trabajando en las nubes
Casi todo el mundo está de acuerdo: vamos a acabar trabajando en la nube, es decir, manteniendo tanto aplicaciones como documentos en un espacio de almacenamiento virtual, y accediendo a ellos estemos donde estemos, mediante los dispositivos que nos sean más útiles y gracias a las ya casi omnipresentes conexiones a internet.
Este sistema de trabajo está creciendo y ya cuenta con 375 millones de usuarios, según un informe de la consultora IHS. Asimismo, es una apuesta estratégica de empresas como Google, Amazon y Microsoft, además de empresas que ofrecen almacenamiento, como Dropbox, Caja, Cubby y otras.
De hecho, según una encuesta de Pew Research Center y la Universidad de Elon, el 71% de los expertos en tecnología e internet esperan que la nube tenga más importancia que el almacenaje y las aplicaciones de sobremesa a lo largo de la década, y que la mayoría de usuarios opte por estos servicios en 2020.
Es comprensible que sea así, dadas dos tendencias muy acusadas del mercado laboral:
- La oficina móvil. Las nuevas tecnologías permiten que sigamos trabajando aunque no estemos en la oficina: podemos trabajar desde casa o mientras viajamos, gracias a internet y a las aplicaciones y contenidos de los que dispongamos en la nube.
- BYOD. Estas siglas inglesas, Bring Your Own Device, se traducen como "trae tu propio dispositivo". Las empresas están viendo cómo el mercado del consumidor va mucho más deprisa que sus departamentos de IT: los empleados quieren usar sus propios teléfonos móviles y tabletas personales en el ámbito de trabajo, antes que esperar a que la empresa les proporcione estos dispositivos, si es que llega a hacerlo. Esto requiere de sistemas de trabajo que sean seguros y universales.
Trabajar en la nube ofrece muchas ventajas:
- La información es accesible desde cualquier lugar y cualquier dispositivo, siempre que nos podamos conectar a internet. No hace falta estar en la oficina y con el ordenador de nuestra mesa, sino que podemos utilizar una tableta en el despacho de un cliente, por ejemplo. Por tanto, facilita compartir información, no sólo entre empleados de una empresa, sino con socios, clientes y proveedores.
- Los costes son menores, ya que se pueden ir ampliando los servicios a medida que se requiera, sin necesidad de instalar grandes servidores en la oficina. Hay muchas empresas, como Google y Dropbox, por ejemplo, que ofrecen algunos de sus servicios de forma gratuita. De hecho, hay compañías que comienzan usando los servicios de la nube pública y poco a poco van creando su propia nube privada, recurriendo o no a servicios de otras empresas.
- Es más sostenible, dado que no hacen falta servidores para cada empresa o cada filial, y el consumo de energía es menor.
Obviamente, este sistema también presenta riesgos:
- La dependencia de internet.
- La dependencia del proveedor que proporciona estos servicios.
- El hecho de que la información sensible de la empresa esté alojada en servidores ajenos.
Eso sí, se trata de un nuevo método de trabajo útil para empresas flexibles y profesionales en movimiento que se está abriendo camino, hasta el punto de que hoy en día muchos se preguntan no si será una sistema dominante, sino cuándo lo será.