¿Para qué comprar, pudiendo compartir?
Uno de los hábitos de consumo que más está creciendo es que cada vez se están creando más comunidades para compartir servicios y productos. Es decir, nos conectamos para ofrecer productos que ya no usamos, para alquilar artículos que sólo necesitamos para un periodo concreto, o para intercambiar nuestro tiempo o nuestros bienes, además de para compartir información y contenidos.
De hecho, cada vez surgen más plataformas que nos permiten compartir servicios y articulos, como es el caso de Blablacar, cuya reciente polémica por las posibles sanciones a usuarios ha mostrado el alcance que tiene este tipo de prácticas, que nacen en un contexto difícil (en especial en lo que se refiere al mercado laboral), pero que acaban formando parte de una nueva forma de ver el consumo: más racional y responsable. Tanto fabricantes como detallistas han de saber reaccionar ante este nuevo contexto y la respuesta tiene que ir más allá de exigir regulación para algo difícilmente regulable.
Son muchas las plataformas online que ofrecen la posibilidad de compartir toda clase de bienes: AirBnb sirve para alquilar habitaciones a viajeros; Task Rabbit, para buscar gente y ofrecerse para tareas como mudanzas o recoger a alguien del aeropuerto; Baby Plays, para intercambiar juguetes, y Pley, para alquilar sets de LEGO.
Según un estudio de Nielsen, el 68% de los consumidores está dispuesto a compartir su tiempo y posesiones a cambio de un beneficio económico y el 66% alquilaría o productos o servicios de otros. Los porcentajes llegan al 78% y 81% en Asia Pacífico; 73% y 71% en Oriente Próximo y África; 70% y 68% en América Latina; bajando hasta el 54% y 44% en Europa, y 52% y 43% en América del Norte.
Así, el valor económico de esta actividad podría rebasar los 3.500 millones de dólares en 2014, cifra que supondría un crecimiento del 25%.
Los productos que más estamos dispuestos a compartir son:
- Electrónica, 18%.
- Clases y otros servicios personales, 26%.
- Herramientas, 23%.
- Bicicletas, 22%.
- Ropa, 22%.
- Artículos para el hogar, 22%.
- Equipamiento deportivo, 22%.
- Automóviles, 21%.
Todo apunta a que esta nueva forma de consumir se mantendrá una vez mejore la situación económica, ya que es lo que está ocurriendo en los países que están dejando atrás los malos tiempos: el consumidor se preocupa cada vez más por la sostenibilidad, el desarrollo personal y la solidaridad, y cada vez menos por el estatus y por el consumismo.