El precio de la dignidad
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Antes que nada debo agradecer a Tecnogarden y en particular a Marisa Sardina el haberme dado la oportunidad de expresarme y expresar el sentir de muchos de los que nos dedicamos a este mundo de la Jardinería y la Formación Profesional, así como los centros dedicados a impartir cursos bonificados, subvencionados, talleres escuela y cooperativas del sector.
Durante años vivimos una bonanza en la que se tiraba el dinero por la ventana. Muchas empresas se crearon e hicieron su agosto gracias a los cursos subvencionados. Ellos recibían las suculentas subvenciones de la UE gracias a su posición y sus contactos. Ahí se gestó el fraude para algunos. Gente que ni le interesaba ni tenía medios ni conocimientos ofertaba cursos profesionales que subcontrataba, a los que de verdad teníamos esa capacidad, a precios irrisorios que no se correspondían con las subvenciones que aquellos recibían. Así que el que realmente impartía el curso ponía los materiales, los profesionales cualificados y las instalaciones, y a cambio recibíamos un 10% de la subvención original.
¿Dónde iba el resto del dinero? Ah, no sé. Los que aceptábamos la subcontratación no nos podíamos permitir el hacer preguntas, so pena de perder la oportunidad de recibir las migajas que nos estaban dando.
Afortunadamente eso ha salido a la luz y se está resolviendo. ¿Y por qué digo esto cuando en teoría mi empresa se veía beneficiada por esa subcontratación? Porque yo monté mi escuela por vocación, para crear una Formación Técnica y Especializada en un sector de siempre muy abandonado en este país, como es la Jardinería y el Medio Ambiente, y lo que estaba sucediendo había empobrecido de forma brutal la calidad de enseñanza. El verdadero fin de aquellos cursos, que era la inserción y capacitación profesional, se había convertido en un auténtico cachondeo, donde lo importante era cubrir las apariencias para poder cobrar.
Realmente espero que la situación se resuelva y se esclarezca quiénes han abusado de la situación, porque los Españoles (si, con mayúscula) no nos merecemos la fama que algunos nos han creado en el mundo de corruptos y personas de poca o nula credibilidad. Los que tenemos empresas que se mueven a nivel internacional sabemos lo problemático que resulta ahora mismo lograr contratos o acuerdos por este motivos. Pero claro, los que iban a por el pastel solo se mueven a nivel local, algunos no han salido nunca de su pueblo, y no les importa en absoluto la imagen que este país pueda dar al exterior. En realidad no les importa nada que no sean ellos mismos.
De verdad espero que reaccionemos todos y sepamos revertir la situación. ¿Cómo? En principio recuperando la dignidad, esa que ellos no nunca tendrán. Porque la dignidad es patrimonio del Ser Humano, y hasta el mendigo que pide limosna en la esquina (posiblemente antes empresario o trabajador fijo) sabe mostrarse más digno en su desgracia que estas alimañas que nos han estado parasitando.
Texto: Pilar Ossorio, gerente de la Escuela de Jardinería Inlane