La logística inversa y el reciclaje: un beneficio para todos
10 de mayo de 2010
El Grupo Pilot de Investigación Logística de la Universidad de Zaragoza, define la logística inversa como el proceso que “se encarga de la recuperación y reciclaje de envases, embalajes y residuos peligrosos, así como de los procesos de retorno, excesos de inventario, devoluciones de clientes, productos obsoletos e inventarios estacionales, incluso se adelanta al fin de vida del producto con objeto de darle salida en mercados con mayor rotación”.
Pocos son los consumidores que se plantean cuáles son las actividades que permiten encontrar siempre llenas las estanterías de los supermercados o los escaparates de las tiendas. Pero menos son aún los que se plantean la contrapartida de este habitual proceso. La Logística Inversa consiste en la recuperación sistemática de los productos o sus envases, bien reutilizándolos o bien reciclándolos.
Algunas de las actividades de la logística inversa buscan, de alguna manera, mejoras y mayores beneficios en los procesos productivos y de abastecimiento de los mercados. Procesos de retorno de excesos de inventario, devoluciones de clientes, productos obsoletos, inventarios sobrantes de demandas estacionales, etc., y actividades de retirada, clasificación, reacondicionamiento y reenvío al punto de venta o a otros mercados secundarios, son algunas de las operaciones que pueden enmarcarse dentro de la logística inversa. La otra gran actividad de este tipo de logística tiene unas connotaciones marcadamente ecológicas: el reciclaje.
Comúnmente, el reciclaje se conoce como el proceso de reaprovechamiento de materiales para ser de nuevo utilizados como materia prima en otros procesos de fabricación. En general, este proceso produce cierta pérdida de por la mezcla de materiales o la degradación de éstos. A pesar de ello, existe cierto consenso a la hora de señalarlo como una de las opciones más prometedoras en un futuro para resolver el problema del exceso de generación de residuos.
El reciclaje alarga la vida de las materias primas de los productos que no son susceptibles de ser recuperados, reparados, remanufacturados o canibalizados. Se trata de la alternativa anterior a la recuperación de energía o al vertido final.
El negocio de la basura
La realidad económica mundial ha favorecido que la gestión de la basura se transforme en una actividad rentable. El encarecimiento de las materias primas y de la energía, sumado a la fuerte campaña mundial para el mejoramiento del medio ambiente, han convertido el reciclaje en una actividad cada vez más rentable.
El principal desafío en vistas al futuro es reciclar más y mejor, reduciendo los costes para obtener mayores beneficios económicos y ecológicos.
En el reciclaje de vidrio y papel es posible reutilizar cerca del 90 % de los desechos. Con el plástico la cifra apenas se acerca al 54% con un futuro muy prometedor, pues sólo se trata de tiempo y cultura de reciclaje que toda la humanidad tiene que incorporar, así como lo hizo con el vidrio y el papel. Lo mismo ocurre con los residuos metálicos.
Larga vida al metal
Un coche de tamaño medio requiere aproximadamente 800 kilos de acero y 130 de metales no ferrosos. Si toda la población mundial tuviese la misma media de automóviles por persona que en EE UU, la propia producción automotriz habría agotado todas las reservas conocidas de hierro. El reciclaje de los metales contribuye significantemente a no empeorar la situación actual de contaminación. Al reciclar la chatarra se reduce la contaminación del agua, aire y los desechos de la minería en un 70%. Obtener aluminio reciclado reduce un 95% la contaminación, y contribuye a la menor utilización de energía eléctrica, en comparación con el procesado de materiales vírgenes. Reciclando una lata de refresco se ahorra la energía necesaria para mantener un televisor encendido durante 3 horas.
Una gran ventaja del reciclaje del metal, en relación al papel, es que ilimitado el número de veces que se puede reciclar.
Los envases PET y el plástico biodegradable
El reciclado de los envases de PET se consigue por dos métodos; el químico y el mecánico, a los que hay que sumar la posibilidad de su recuperación energética. El primer paso para su reciclado es su selección desde los residuos procedentes de recogida selectiva o recogida común. En el primer caso, el producto recogido es de mucha mayor calidad; principalmente por una mayor limpieza.
El reciclado químico se realiza a través de dos procesos (metanólisis y la glicólisis) que se llevan a cabo a escala industrial. Básicamente, en ambos, tras procesos mecánicos de limpieza y lavado, el PET se deshace o depolimeriza; se separan las moléculas que lo componen para, posteriormente, ser empleadas de nuevo en la fabricación de PET.
El reciclado mecánico es menos costoso, pero obtiene un producto final de menor calidad para un mercado más reducido con un mayor volumen de rechazos. Con este método se obtiene, por ejemplo, PET puro incoloro destinado a bebidas refrescantes, agua, aceites y vinagres. Otro tipo, el PET puro azul ligero, empleado como envase de aguas, se obtiene a partir de los dos sistemas.
Los científicos ya encontraron varios métodos para hacer plástico biodegradable, ahora tiene que encontrar el término justo entre la durabilidad y la rápida descomposición. Un método para hacer este topo de plásticos es por medio de la utilización de bacterias. Estas convierten los residuos de la producción de azúcar (melado) en ingredientes para pinturas. Otro es un proceso especial que funde al almidón de maíz con agua –a altas presiones– creando un material plástico, que al ubicarse en diferentes moldes, se endurece (PHBV). Aunque en principio estos nuevos proceso son caros y se tarda mucho tiempo en fabricar las maquinarias necesaria, el plástico biodegradable será más económico que el producido por el petróleo.
Beneficio para todos
La llamada estrategia de las tres 'R' (Recuperar, Reutilizar y Reciclar), enmarcada en la logística interna, es una estrategia de bien común. Animada por el respeto al medioambiente, y apuntalada por la legislación y la presión social, esta tendencia puede aplacar los costes económicos y ecológicos del elevado proceso industrial. El reciclaje de plásticos, metal, papel o vidrio son sólo algunos ejemplos de los beneficios comunes de esta actividad de futuro.