"El ahorro energético es ya una prioridad para todos y el CTE, un primer paso"
Entrevista a Manuel Toharia, director general del Museo de la Ciencia Príncipe Felipe de Valencia
7 de julio de 2008
Entrevistamos al físico y periodista Manuel Toharia con motivo de la recien clausurada feria Egética, de la que es Presidente. El certamen tuvo lugar entre los días 11 y 13 de junio y se trata del primer salón específico sobre la eficiencia energética que se celebra en España. Egética presentó soluciones tecnológicas en materia de energía para el desarrollo sostenible y mostró su oferta clasificada en cuatro sectores: la producción y distribución sostenibles, la presentación e intercambio de nuevas tecnologías, la eficiencia en la construcción y la eficiencia en el transporte y en la movilidad sostenibles.
¿Cree que la construcción de edificios bioclimáticos es pura anécdota o se trata de una tendencia al alza?
En todas las propuestas 'verdes' siempre hay un pequeño componente de moda, de 'gancho' periodístico ante un tema en boga. Pero en el caso de los edificios bioclimáticos se trata de una auténtica necesidad que hace ya mucho tiempo que se viene detectando en el sector. Quizá ahora surge con más fuerza en sintonía con los nuevos modelos de desarrollo sostenible, pero yo tengo documentos y libros de hace treinta años donde ya se abogaba por orientar la historia de la nueva arquitectura bajo premisas ambientales mucho más exigentes que las que estaban en vigor hasta los años setenta.
¿Cuál es la tendencia seguida en otros países de nuestro entorno? Y ¿qué me dice de los países pobres; tienen construcciones más sostenibles o todo lo contrario?
Los países ricos todavía pueden permitirse el lujo de diseñar grandes edificios emblemáticos ignorando muchas de las premisas ambientales que ahora nos parecen fundamentales. Pero eso no debería ocurrir con los edificios más comunes, tanto de servicios esenciales -hospitales, oficinas, industrias…- como de viviendas de todo tipo. En cuanto a los países pobres, su arquitectura es mucho más pragmática: lo más barato posible. Si eso coincide, y la verdad es que coincide cada vez más, con premisas bioclimáticas que ahorran energía y aprovechan al máximo cuestiones básicas como la orientación y otras, pues tanto mejor. Pero la prioridad es que sea barato, no que sea ecológico; la moda “verde” es todavía considerada un lujo en el Tercer Mundo, aunque a veces erróneamente.
¿Cómo habría que fomentar este tipo de viviendas? ¿Llegará el mercado, por sí mismo, a generar la proliferación de viviendas sostenibles?
Estamos iniciando una época de grave crisis en la construcción, donde los precios, quizá excesivos, de los últimos años se van a reconducir a intervalos más moderados. En esa perspectiva, con dificultades para vender y precios a la baja, ofrecer un plus de tipo ambiental, con sus evidentes ahorros de todo tipo, no puede ser más que un estímulo añadido. El mercado mismo, creo yo, va a propiciar que estas viviendas se vendan mejor, o a mejor precio.
¿Existe un equilibrio en el nivel de conciencia sobre cuán acuciante resulta tomar medidas de ahorro energético, entre los distintos actores implicados: científicos, políticos, mundo empresarial y consumidor?
Yo creo que el ahorro energético -y aun más la eficiencia energética- es ya una prioridad para todos. Pero no todos adoptan conductas inmediatas tendentes a conseguir ahorrar, o sea, no desperdiciar, o a hacer más eficientes nuestros consumos, es decir, conseguir lo mismo gastando menos. El sector menos concienciado es el consumidor; si él reclama servicios más eficientes y ahorrativos en temas como la vivienda, el mundo empresarial no tendrá más remedio que seguir esas normas.
El gran patchwork o la cultura del retal
Hemos visto como últimamente, el mundo empresarial, recogiendo la nueva sensibilidad social al respecto, ha agregado y entendido el elemento “verde” como una inversión más dentro de la partida de marketing, de estrategia de reputación de marca o de RSC. Todos quieren vincular su imagen a la responsabilidad medioambiental, no hay más que ver los mensajes publicitarios de empresas de todos los sectores.
Lo cierto es que nos bombardean con lo “eco” hasta el hartazgo y se corre el riesgo de saturar al ciudadano. Discernir la responsabilidad ecológica del green washing no va a ser tarea fácil para el consumidor. En cualquier caso, el marketing que se nos avecina será una encarnizada competición por demostrar quién ahorra más y quién aprovecha más cada recurso.
En arquitectura, en la era del aprovechamiento del retal se rompe la tiranía de la forma y lo amorfo vendrá a ser una reinterpretación del 'menos es más', en la que la economía de formas dejará paso a la economía del recurso. Encontrar la armonía a base de retales sea tal vez el próximo reto de la arquitectura que viene.
Mil anécdotas están aún por llegar, con empresas que nos darán pelos y señales sobre las múltiples vidas de sus productos, que nos presentarán troceados, contándonos las vicisitudes de cada pedazo. Nos contarán, por ejemplo, la historia infinita de la puerta del dormitorio principal desde que un día fuera árbol, qué digo, semilla…; y a medida que el vendedor avanza en su narración aquella puerta irá cobrando vida propia, se nos apegará a alguna parte de nuestras emociones. Una vez allí, querremos conservar nuestra puerta, para siempre… ¿Acaso sea el fin de la cultura del despilfarro?
¿Cree que deberían incrementarse las exigencias del Código Técnico de la Edificación en materia de bioclimatización, de generación de residuos, etc.?
Esas exigencias han supuesto un buen primer paso. Siempre se puede pedir más, pero siendo realistas lo mejor es que comencemos a aplicarlas y a verificar que se aplican de verdad, antes de pedir más.
Comprar una vivienda más eficiente o un electrodoméstico triple A, es “la parte fácil”, lo difícil es el esfuerzo de los pequeños actos: reciclar, ir al supermercado con bolsa de tela… ¿Piensa que el perfil del consumidor de este tipo de viviendas responde al de un ciudadano con “conciencia medioambiental” o pesa más el beneficio individual: ahorro en las facturas, una supuesta mayor salubridad, etc.? En cualquier caso, los intereses del planeta y del individuo son coincidentes…
Lamentablemente, las viviendas bioclimáticas son adquiridas hoy sólo por ciudadanos concienciados. En ambos casos, viviendas y ciudadanos, estamos hablando de minorías. Lo ideal es que todo el mundo, con o sin vivienda ambientalmente viable, tuviera comportamientos de ese tipo. Lo ideal es educar mejor a la ciudadanía; además de un mejor comportamiento cotidiano, seguro que aumentarían las peticiones de viviendas más acordes con el desarrollo sostenible.
Hace tan sólo unos días se clausuró la primera convocatoria de la feria Egética, que usted preside. El certamen incluyó el Salón de Eficiencia en la Construcción. ¿Qué pudo verse en ese espacio?
Empresas preocupadas por conseguir lo mismo en nuestras viviendas pero consumiendo mucha menos energía, tratando mejor nuestros desechos, ahorrando consumos desperdiciadores, etc. El sector de la construcción es voraz en consumo energético, no sólo al hacer las casas sino cuando éstas son ocupadas por los inquilinos. También en ese sentido debe haber propuestas empresariales innovadoras que ofrezcan soluciones a constructores y usuarios.
¿Está todo inventado en la bioclimatización de edificios o irán apareciendo materiales inocuos para el planeta con los que obtener mayor eficiencia? ¿Cuáles son las últimas innovaciones y cuáles los materiales que usted cree que serán clave en la construcción bioclimática?
Algunas cosas están inventadas desde la más remota antigüedad; por ejemplo, la captación pasiva de energía solar o la defensa del exceso de insolación según la orientación. Otras son recientes, y aun no se aplican del todo; por ejemplo, desde los aislamientos sonoros y térmicos más novedosos hasta el control inteligente de las distintas funciones de una casa a través de sistemas automatizados. ¿Y el futuro? Pues tendremos, con seguridad, materiales menos contaminantes en su producción y en su utilización, sistemas aun más sofisticados y más baratos a la vez, de control global, formas más eficientes en el exterior y en el interior… No sé bien, ojalá las empresas nos sorprendan, incluso en la próxima edición Egética, con novedades que ahora no se me ocurren.
La Torre 00, nueva sede de Telefónica en la ciudad condal, ha sido diseñada con criterios bioclimáticos y será el nuevo icono de la Barcelona de vanguardia.
¿Es posible engranar en la 'arquitectura que viene' elementos como el confort, la salubridad, la modernidad, la tecnología y la comodidad, por un lado, con la no generación de residuos, el uso de materiales no contaminantes y, en definitiva, con la sostenibilidad medioambiental, por otro?
¿Por qué no? Ése es el reto. Y además no parece difícil a la vista de lo mal que lo veníamos haciendo hasta ahora. Yo tengo esperanza de que sea posible, en buena parte al menos, a corto plazo.
¿Será el ser humano capaz de poner la tecnología al servicio del planeta, es decir, de la supervivencia de la especie?
No es tan fácil. El planeta, o sea la Naturaleza, incluye al ser humano como uno más de sus seres vivos. Pero somos seres vivos especiales, porque tenemos inteligencia, y ésta nos ha dotado de cultura, tanto intelectual como instrumental. Esta última, que es la tecnología, tiene un impacto evidente sobre el entorno; todos los seres vivos que hay en la Tierra tienen impacto sobre los demás seres vivos y sobre el paisaje inerte, pero la tecnología humana les puede a todos.
Nunca podrá estar al servicio del planeta, y no estoy seguro de que sea capaz de estar a favor de la supervivencia de nuestra propia especie. Parece paradójico, pero nosotros somos los peores enemigos de nosotros mismos; ojalá seamos capaces de cambiar. Pero lo dudo; un ejemplo, ¿por qué seguimos fabricando bombas atómicas, de las que hay 30.000 en todo el mundo? La sensatez de la humanidad está en entredicho; el reto es cómo conseguir que todo el mundo, no sólo unos cuantos, logremos recuperarla, si es que alguna vez la tuvimos.
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