SolidWorks World invitó este año como ‘keynote speakers’ a Jim Lovell y Gene Kranz. A mucha gente estos nombres no les resultarán conocidos. Sin embargo, una frase que el primero dijo al segundo, aunque probablemente no la pronunciara exactamente así, seguro que la conocen: “Houston, tenemos un problema”. Gene Kranz era el director del Control de Misión del Apollo 13, la que tenía que permitir que los humanos pisáramos la Luna por tercera vez, pero no lo consiguió. Jim Lovell era el comandante de la nave, uno de los dos astronautas que debían pisar la Luna. Hoy nos ha resumido sus experiencias con las misiones previas (las Mercury y Gemini) Jademás de las Apollo.
En 1961, Kennedy, presidente de los EE UU, y en un momento en que parecía que la entonces Unión Soviética iba claramente por delante en la carrera espacial, retó a su propio país: llegaremos a la Luna antes de finalizar la década. Y, efectivamente, el 16 de julio de 1969, Armstrong y Aldwin pisaron la Luna, mientras Collins la orbitaba. Fue la misión Apollo 11. Yo tenía por aquel entonces menos de tres añitos, y diría que a la gran mayoría de los que esta mañana escuchábamos el relato de Kranz, que vestía hoy un chaleco blanco como cuando dirigía misiones espaciales, les faltaba aún bastante tiempo para nacer. En aquellos momentos, era imposible que el diseño asistido por ordenador existiera. Básicamente, porque (casi) no había ordenadores. Los primeros ordenadores de estado sólido (IBM 7090) se construyeron el 1959, y la NASA tuvo que reclutar a personal que supiera usarlos, porque entre sus miembros, no los había. Por supuesto, un ordenador de este estilo no podía meterse en una astronave de ninguna forma. Eran monstruos que ocupaban habitaciones enteras, con sistemas de refrigeración que requerían, a su vez, de un gran volumen.
El 1969 los humanos pisamos la Luna por primera vez, en 1972, por última
En medio del relato, Jim Lovell hace acto de presencia pronunciando la frase que le ha hecho famoso: “Houston, tenemos un problema”. Jim, el comandante de la Apollo 13, toma la palabra y nos cuenta, en detalle, en primera persona, todo lo que ocurrió a más de 300.000 km de la Tierra, cuando la nave se averió, y de todas las maniobras y cambios de planes que fue necesario realizar para garantizar el regreso de los tres astronautas que la pilotaban. El Control de la Misión realizaba todo tipo de cálculos, simulaciones y pruebas, y decidía que era lo que había que hacer bajo la dirección de Gene. Jim y su tripulación, lo ejecutaban, no sin dificultades. La Apollo 13, tras liberarse del cohete multifásico Saturn V que la impulsó para escapar de la Tierra, se componía de un conjunto formado por un módulo de servicio y otro de mando, al que llamaban Odyssey (Odisea), y un módulo de excursión lunar (LEM, por sus siglas en inglés), al que bautizaron como Aquarius (Acuario).
Jim Lovell, el comandante de la Apollo 13.
Apretujados en el Aquarius
Toda la tripulación tuvo que refugiarse en el LEM, que fue el ‘bote salvavidas’. Diseñado para que estuvieran en él dos personas durante 45 horas, se usó durante cuatro días por tres personas. Se usaron sus cohetes de maniobra para mover, además del propio LEM, al módulo de control (que era unas tres veces más grande). Fue necesario desconectarlo ‘casi todo’ para no agotar las baterías, adaptar los cartuchos cuadrados de hidróxido de litio (que eliminan CO2 expirado por los tripulantes) de la Odyssey para usarlos en la Aquarius (cuyos cartuchos eran redondos), realizar maniobras de aceleración con el cohete del LEM, que estaba diseñado solo para salir de la Luna, y hacer correcciones de trayectoria sin instrumentación, usando solo una crucecita en una ventana y la Tierra como punto de referencia… y conseguir dormir en una astronave fría y abarrotada. Y todo ello, sin entrenamiento previo; aunque en palabras de Lovell “os sorprenderíais de lo deprisa que aprendes cuando tu vida pende de un hilo”.
El cartucho de LiOH de la Odyssey, cuadrado, adaptado con una bolsa de plástico, un tubo y cinta adhesiva, para poder ser usado en la Aquarius. La única forma de evitar la asfixia de los astronautas de la Apollo 13.
Apollo 13: épica, dramatismo, inventiva, heroicidad, inspiración
Antes de oír hoy a Lovell, yo había visto la película Apollo 13, protagonizada por Tom Hanks, quien lo interpreta magníficamente, a pesar de que el parecido físico es más bien poco. Ayer, acabé de leer un libro escrito por Lovell y por Jeffrey Kluger, de idéntico título y en el que se basa el film. Siempre he pensado que las películas dramatizan, exageran, magnifican la realidad para mantenernos pegados a la silla cuando las vemos. Hoy, oyendo a Lovell y Kranz, he tenido la sensación de que la película es realmente realista, casi documental.
Más tarde, respondiendo a preguntas de los periodistas, ambos héroes han detallado qué falló en el Apollo 13. Como casi siempre, “se trató de una acumulación de pequeños fallos, no de un único incidente grave”. Al parecer, todo comenzó cuando se decidió utilizar, para ahorrar costes, equipos que funcionaban a 65V para los tanques de oxígeno, cuando el sistema eléctrico del resto de la nave era de 28V. Y hubo un olvido, y uno de los componentes de los tanques se quedó con los 28V y acabó frito conectado a 65. Además, ocurrió una cascada de sucesos más. El primer error, en el fondo, fue un error humano, durante la validación del diseño.
A pesar de ello, Kranz reconoce que “no se consigue nada si no se corren riesgos”. Las circunstancias de los años 50 y 60 permitieron tomarlos. Parece que, en los tiempos que corren, cada vez estamos menos dispuestos a asumirlos. El lideraje, la extraordinaria capacidad de gestionar crisis y la labor de equipo necesarios para desarrollar las misiones Mercury, Gemini y Apollo, parece brillar ahora por su ausencia. Creo que este ha sido el único momento en que los dos ‘keynote speakers’, con absoluta sinceridad, no se han mostrado nada optimistas. “El primer hombre que llegue a Marte no será americano”, ha afirmado Lovell.
Jim Lovell(izq.), atento, y Gene Kranz, con una mirada que resume su personalidad, durante la rueda de prensa posterior a la 'Sesión General'.
¿Y el diseño, el CAD? Esto es SolidWorks World, ¿no?
Hace unos días, mientras preparaba el viaje hasta aquí, comenté con Ibon Linacisoro, el director de Interempresas, la presencia prevista de James Lovell y Gene Kranz. Me preguntó: ¿y qué tienen que ver estos ‘tíos’ con el CAD y el diseño? La verdad es que, yo mismo, me había planteado la misma pregunta cuando lo supe. Hay una posible respuesta, basada en el ingenio, la inventiva que fue necesaria durante la misión; la capacidad de mantenerse frío en una situación tremendamente caliente, mientras se improvisaban soluciones límites para salvar la vida a los astronautas. Una gran organización movilizó a un montón de ingenieros, completamente dedicados y apasionados, para conseguirlo. La misión falló en sus objetivos originales, y sin embargo, el hecho de que los astronautas volvieran la convirtió en un hito de la Astronáutica. Un fallo exitoso, se la ha denominado. De algo que no sale todo lo bien que se pretendía se puede aprender mucho.
Por otro lado, es evidente que para llevar a alguien a la Luna, se usa un proceso que es una virguería. Y hay un montón de diseño; aunque fuera poco asistido por ordenador (poco CAD, vamos). Seguramente, SolidWorks quiere hacer un paralelo con su propia filosofía. Y hay un montón de diseño, esta vez, altamente asistido por ordenador (mucho CAD, vamos). Y además, a veces, hay que arriesgarse.
La última frontera
Si alguna vez algún hombre viaja a velocidades próximas a la luz, y es capaz de sentir que el espacio tridimensional y el tiempo se unen para formar un espacio-tiempo tetradimensional (como anunció Einstein) estoy seguro de que será en un viaje espacial. Mientras tanto, lo realmente 3D es el Espacio, la última frontera Star-Trékica.
En el actual ciclo histórico de transformación en el umbral de la cuarta revolución industrial, algunas empresas están haciendo un uso intensivo de la tecnología de plataformas