“La luz es un vehículo para contar historias de forma poética“
Entrevista con el Lighting Designer Juan Gómez-Cornejo
Juan Gómez-Cornejo es uno de los mayores exponentes de la iluminación en artes escénicas en nuestro país. Es creador y maestro del diseño lumínico de piezas emblemáticas del teatro español actual, que le ha valido la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes 2023. Repasamos su amplia carrera profesional y analizamos la figura del Lighting Designer en una distendida charla que reproducimos en la siguiente entrevista.
De maestro a iluminador, ¿por qué este cambio de rumbo en su carrera profesional?
Por casualidad, por avatares de la vida. El mundo del teatro y, en especial, lo que sucede en la trastienda siempre me atrajo, pero nunca pude imaginarme que iba a acabar siendo iluminador. Fue un cúmulo de casualidades que empezó en el instituto, ya que tuve unos profesores de literatura que eran apasionados del teatro. Así que participé en un grupo teatral en el IES Bernardo de Balbuena, en Valdepeñas, y ahí, no sé qué pasó, pero me metieron el ‘veneno’ del teatro.
Cuando llegué a Madrid a estudiar magisterio coincido, entre otras personas, con Rosana Torres periodista del El País, que en aquella época escribía en la Guía del Ocio, y con José Luis Ollero que trabajaba en una de las primeras salas alternativas que hubo en Madrid, la Sala Cadarso, por aquel entonces le denominábamos Teatro Independiente, que estaba al lado del Templo de Debod. Juntos participamos en el aula de cultura de la escuela María Díaz Giménez, escuela de Magisterio, programando actividades teatrales. Además, para ganar un dinerito extra, empecé colaborando con la Sala Cadarso en distintas actividades, pero más enfocadas al departamento técnico. La asociación que dirigía la Sala Cadarso se trasladó a la Sala Olimpia de Lavapiés, lo cual no impidió que continuara colaborando con ellos en la parte técnica. Fue en la Sala Olimpia donde conocí a Raul Perotti, el responsable técnico de la sala, fotógrafo, iluminador y gran amigo, que consiguió inculcarme esta pasión por la luz. Coincido con compañías de danza y teatro, empiezo a viajar con ellas y, poco a poco, el mundo de la luz y del espectáculo comienza a tener más importancia que el que me ocupaba la docencia.
Permanecí durante bastantes años, creo que 12 en total, en la sala Olimpia en diferentes períodos de gestión como coordinador y director técnico, como Centro Cultural La Corrala, como Centro Dramático Nacional y, posteriormente, como Centro Nacional de Nuevas Tendencias Escénicas. Fui alternando este trabajo con pequeños diseños de iluminación, sin ninguna pretensión y por puro placer, y esta actividad como diseñador poco a poco fue cobrando cada vez más relevancia para mí y ocupando mayor tiempo en mi vida.
Por desgracia, en esa época, aunque ahora seguimos igual, no pude estudiar iluminación y esto sigue siendo una lacra, aunque espero y confío en que se pueda resolver en algún momento. Me formé aprovechando cursos y seminarios de iluminadores que venían de fuera de España, para adquirir algo más de conocimiento. Pero también tuve la fortuna de que en el Centro Nacional pudimos experimentar con la luz, ya que su director Guillermo Heras, que tristemente falleció el año pasado, nos daba mucha libertad y la posibilidad de probar, experimentar y equivocarnos, fue la mejor manera de aprender y mejorar. De repente, algo que surge como una mera afición pasa a ser tu actividad principal.
El Magisterio pasó a un segundo plano, pero sin olvidarlo, ya que sigo conservando una vertiente pedagógica importante. La iluminación es una disciplina muy laboriosa y requiere mucha entrega incompatible con otras actividades.
Juan Gómez-Cornejo es uno de los pioneros en iluminación profesional de nuestro país. Foto: Sergio Parra.
Es uno de los pioneros en nuestro país, no solo en iluminación sino sobre todo en artes escénicas. ¿Es una responsabilidad?
Diría que soy una persona afortunada, que me he dedicado a algo que no pensaba dedicarme y, de repente, poco a poco mi labor ha sido reconocida, mucho más de lo que yo me podía imaginar. Esta disciplina, este arte, si me permitís esta definición, era totalmente nuevo y era algo bastante imprevisible que yo pudiera vivir de ello. Efectivamente, soy uno de los pioneros porque soy mayor, no obstante, me precedieron otros. Hubo más gente que se dedicó a esta disciplina, pero digamos que no teníamos la cultura de la luz y en esa medida sí que fuimos pioneros en los 80 y los 90. Casi podría irme un poco más atrás, en la década de los 70, porque en las artes escénicas, históricamente, el director hablaba con el jefe de luces del teatro y hacían lo que podían, ya que el electricista solo obedecía. Pero la figura del iluminador, como tal, hasta los 80 o 90 no empezó a aparecer de forma oficial y ser reconocido en los programas y en los presupuestos.
Por ello, me siento afortunado, pero también por haber trabajado con tan buenos profesionales. Entre los iluminadores no guardamos secretos. Es decir, somos un sector que nos llevamos bien, que somos amigos en general y que compartimos conocimientos, ya que no nos ha enseñado nadie. Mi formación es autodidacta, como el 80% de mis compañeros y compañeras. En este sentido, la Asociación de Autores de iluminación, de la que he sido presidente durante 8 años y sigo siendo militante, surgió por la necesidad de compartir conocimiento, sin ningún tipo de reivindicación sindical ni laboral, sino como una asociación profesional que comparte conocimientos de la luz.
Y también agradezco que el mundo artístico, del teatro y las artes escénicas hayan reconocido mi trabajo, aunque, por suerte, creo que cada vez se reconoce más la figura del iluminador.
Imágenes de 'Opera Rigoletto' con diseño de iluminación de Juan Gómez-Cornejo. Fotos: Javier del Real.
Podría explicarnos brevemente, ¿qué es para usted la luz?
La luz es vital para nuestra existencia. Pero sin ponernos trascendentales y limitándonos a analizar sus posibilidades físicas y artísticas, creo que la luz tiene la capacidad de crear. Tiene muchos objetivos, primero que veamos, luego que esa visión sea de una manera determinada. La luz es una herramienta, que como en la pintura, te permite pintar, pero lo podemos hacer en tres dimensiones y con modelos, decorados y objetos animados. Apia empezó a investigar sobre las tres dimensiones de la escenografía y hay una corriente por la cual descubrimos que las luces eran necesarias para crear formas, dar vida, crear ambientes, hacer una visión selectiva de lo que queremos ver o lo que queremos que los espectadores vean.
En definitiva, para mí la luz es un vehículo de comunicación y me atrevo a decir que es comunicación emocional. A través de la luz puedes hacer que una emoción llegue a los espectadores de una manera especial. Si lo consigues y esa comunicación con el espectador la estableces de una manera bella, mejor que mejor. Tratamos de descubrir la belleza en nuestras propuestas con la luz. En definitiva, la luz es un vehículo para contar historias de una manera poética y bella.
¿Cómo se consigue iluminar bien encima de un escenario?
Es el espectador con su mirada el que determina si están bien o mal iluminados los espectáculos. Iluminar es estudiar y dedicar el tiempo necesario para poder realizar el trabajo de una forma precisa, tal y como lo has imaginado. Es importante tener tiempo para investigar y solucionar todos los imprevistos que puedan surgir. Es muy importante ir bien preparado. Para cada historia tienes que documentarte y prepararse, teniendo claro lo que quieres hacer. Tienes que hablar con el director, escenógrafo, diseñador de vestuario, músico… para no caer en errores obvios. Tu inspiración mana de las fuentes, la pintura, de la fotografía, del cine… Cuando vamos a realizar un proyecto, el 80% de las veces las referencias pueden ser desde Goya a Dalí, o a Truffaut. Todas esas fuentes de inspiración hay que estudiarlas bien y traducirlas en luz. Y, sobre todo, tener mucha paciencia, porque la luz es muy entretenida, así que hay que contar con un buen equipo porque los iluminadores no estamos solos. Necesitamos técnicos a nuestro alrededor porque sin ellos no somos nadie, ya que los equipos son pesados, hay instalaciones complejas, la programación en las mesas de control de luz es muy laboriosa y entretenida. Necesitas personal especializado, un gran equipo que sepa traducir tus necesidades y que te acompañe y trabaje contigo.
La luz es otro actor más encima del escenario, pero ¿también juega un papel importante la oscuridad en el teatro?
Absolutamente. Partimos siempre de la oscuridad para hacer la luz. La luz y la sombra son inseparables y ahí está el juego, en saber modelar, equilibrar, valorar lo que se está viendo y utilizar la capacidad selectiva de la luz para enviar información al público. La sombra es tan importante como la luz y son indisociables.
¿Qué papel juegan las nuevas tecnologías a la hora de iluminar? ¿El cambio al LED ha supuesto una revolución en su profesión?
Es una herramienta que ha sufrido un desarrollo importante. Antes la luz era incandescencia y ahora es el mundo LED. Los que venimos de la ‘antigüedad’, es decir los históricos como en mi caso, he de confesar que me está costando adaptarme. Hay que volver a reaprender, volver a experimentar. Los catálogos de colores de LEE y Rosco Supergel me lo sé de memoria, pero ahora no vale para nada, porque la luz LED no requiere esos filtros, ni esas gelatinas. Ahora es mezcla de RGB o de CMI y esos catálogos de colores se han convertido en mera referencia. Tenemos que tener mucha cautela con el IRC, que los aparatos tengan índice de reproducción cromática adecuado, para que no nos desvirtúen el color de la escenografía y del vestuario. Los grandes fabricantes de luminarias para el espectáculo en vivo cuidan esto y, poco a poco, nos vamos habituando. Antes, en los teatros, había dimmers para regular la intensidad de la luz y ahora ya las instalaciones carecen de estos reguladores, dado que no son necesarios en el mundo LED, así que estamos en un período de transición. No obstante, es una herramienta que ha progresado, que ha evolucionado muchísimo y no para de hacerlo, y como también ocurre en la luz arquitectónica o la decorativa, su desarrollo va a grandes velocidades. Así que para estar al día tienes que trabajar mucho, adaptarte, actualizarte, investigar y aprender de nuevo.
Uno de los grandes cambios, además del color, el calor y las opciones que te puede generar el LED, es que los aparatos lumínicos pesan menos.
Indudablemente, hay un cambio de pesos, pero sobre todo de consumos. Lo más importante es el ahorro energético. No obstante, y desde el punto de vista artístico, yo voy a seguir echando en falta la luz de la incandescencia, ya que conseguir el mismo efecto con luz LED es bastante más complicado de lo que parece. No en la parte técnica, donde con el LED puedes trabajar la temperatura de la luz para conseguir los mismos efectos. Es algo inexplicable, es una sensación que provoca la luz incandescente, que siempre es un color amarillento agradable, cálido y acogedor. Aunque con una luz LED puedes conseguir un tono o una temperatura de color parecida a la incandescente, la sensación, al menos para mí, no es la misma, no trasmite de la misma manera. Posiblemente sea por falta de costumbre, aunque, indudablemente, este cambio, por todo lo que significa, había que hacerlo.
Por el contrario, con la tecnología LED sí se han conseguido cosas que no hubieran sido posibles anteriormente. Me refiero a los cambios dinámicos de color, porque antes teníamos que meter cambios de color con diversas gelatinas y era mucho más complicado y costoso. Ahora hacer un cambio de la noche al día en un escenario se consigue de forma menos costosa, con el mismo aparato y asociado a la robótica conseguimos diferentes posiciones de luz desde el mismo lugar.
¿Con qué tipo de espectáculo se siente más cómodo?
Me siento afortunado porque llevo mucho tiempo en esta profesión y me he podido dedicar a varias disciplinas, danza, musicales, conciertos, ópera, zarzuela, teatro dentro de las artes escénicas. Aunque, de todas las disciplinas, la que más suelo frecuentar es el teatro y quizás sea la costumbre la razón por la que me pueda sentir más cómodo. Me siento cómodo con el lenguaje, me gusta que me cuenten historias y , a su vez, contarlas yo a través de la luz. También disfruto mucho con la danza y respiro con ella, alucino con la ópera, me divierto con los musicales e, incluso, hago mis incursiones en el ‘light art’ que están siendo muy positivas y gratificantes para mí.
Aunque mi zona de confort es el teatro, en una temporada puedo hacer las cuatro disciplinas y, últimamente, estoy experimentando con las instalaciones de luz, porque disfruto y me permite trabajar en su desarrollo, como fue el caso de la pieza ‘Detener el tiempo’ en el monumento de Alfonso XII, en el estanque del Retiro, en la pasada edición de LuzMadrid. Fue un proyecto que duró dos años y medio, ya que se retrasó en varias ocasiones, pero fue muy gratificante hacer esta pieza donde toda la responsabilidad era mía y la aceptación del público fue estupenda.
Espero seguir por ese camino y ahora que estoy ya en un período en el que me podría jubilar, aunque me cueste creerlo, igual tengo que ser un poco más selectivo en todos los campos y elegir cosas más particulares, para bajar un poco esta actividad que, en ocasiones, se convierte en frenética y para eso hay que tener energía.
Entonces, ¿la jubilación no entra en sus planes de momento?
Tengo compromisos adquiridos y aunque el teatro es más inmediato, en la ópera los contratos son por años, así que tengo algunos acuerdos. Además, no quiero dejar de trabajar, pero sí hacer menos cosas y centrarme un poco más en las que me gustan o las que yo pueda desarrollar de un modo más personal, como participar en los festivales de luz tipo Umbra de Vitoria, LuzMadrid o Llum Barcelona es bastante motivador.
Como uno de los fundadores de la Asociación de Autores de iluminación, organización en la que se reivindica la profesión de iluminador y las alternativas para su formación. ¿En qué situación se encuentra actualmente?
La AAI, desde hace ya varios años, goza de una salud excelente. Los socios van en aumento, la profesión nos reconoce, contamos con el apoyo de las empresas del sector que son imprescindibles para el desarrollo de nuestras actividades, gozamos de muchas colaboraciones institucionales y creo que seguimos consiguiendo que nuestra profesión sea, cada vez más, reconocida y respetada.
A pesar de que es una profesión cada día más reconocida seguimos teniendo una tremenda lacra con la educación. A día de hoy no es una carrera reglada que se pueda estudiar en ningún sitio. Se estudia iluminación como asignatura complementaria de otras carreras, pero no como un itinerario en sí mismo. La AAI no para de luchar en este sentido y perseguimos que este itinerario se pueda estudiar formalmente. Lo que veíamos más probable era que se pudiera estudiar en la RESAD como se estudia interpretación o escenografía. El itinerario de iluminación está aprobado, pero falta ponerlo en marcha y esto se está demorando más de lo esperado.
A pesar de todo, a esta profesión se están acercando cada vez más gente joven interesada en la luz. Además, vienen muy preparados digitalmente, ya que han crecido entre ordenadores y videojuegos, pero les faltan conocimientos. Sería maravilloso que estos conocimientos los pudieran adquirir en nuestro país como sucede en otros lugares de Europa.
Juan Gómez-Cornejo: “Aunque el teatro es mi área de confort, respiro con la danza, alucino con la ópera, me divierto con los musicales e, incluso, hago mis incursiones en el ‘light art’”. Foto: Javier del Real.
¿Haber recibido la Medalla de Oro de las Bellas Artes que representa para usted?
A título personal ha sido una sorpresa enorme que, lógicamente, me alegra muchísimo, pero me ha producido más alegría si cabe que este reconocimiento haya recaído en un iluminador por primera vez. Esto me enorgullece más por lo que significa para la profesión y porque todas mis compañeras y todos mis compañeros que se han puesto muy felices por todo lo que conlleva para este arte de la luz.
Lo mismo sucedió con el Premio Nacional de Teatro que me concedieron en el 2011. Para alguien, con una formación absolutamente autodidacta y que lo que sabe lo ha aprendido con el máximo esfuerzo sobre las tablas, haber recibido estos reconocimientos es una gran satisfacción y creo que va colocando esta profesión en el lugar que merece.
No obstante, sí que está más acostumbrado a recibir reconocimientos en los Premios Max de teatro.
Sí, afortunadamente a lo largo de mi trayectoria he sido nominado y he recibido múltiples galardones de este tipo, que siempre animan a seguir adelante con lo que haces. Los premios no dejan de ser un reconocimiento a lo que hacemos todos los implicados en las artes escénicas y, en esa medida, se agradecen porque dan visibilidad a nuestros oficios. En estos premios se han ido incorporando poco a poco todas las áreas del espectáculo y recuerdo que en la primera gala de los premios Max, dirigida por Lluís Pascual, para llamar la atención a la inexistencia de un premio a la mejor iluminación, por un momento hicieron un oscuro en plena retransmisión para TVE, para que se reparara en lo importante que es la luz. En la siguiente convocatoria ya existió el premio a la mejor iluminación. Gracias históricas a Lluís Pascual por este gesto.
Aún faltan disciplinas por incorporar, como la vídeoescena, que cada vez va cobrando más relevancia. Ya es raro ver un espectáculo que no tenga vídeo y esto es una disciplina tan importante como la iluminación. La Asociación de Autores de iluminación ya incorporó a los profesionales de la vídeoescena por su importancia en el espectáculo. Todos los premios de Teatro, Max, ADE, Talia deberían tener ya un apartado para la vídeoescena.
De todos sus trabajos, ¿cuáles son las piezas más destacadas de su carrera o que le hayan marcado como profesional de la iluminación?
Uno mira hacia atrás y, posiblemente, los recuerdos que más te acompañan son los de tus inicios, donde alguien creyó en ti y te permitió empezar en esto de una manera profesional. Mi aval en estudios era inexistente, mi talento siempre estaba por demostrar y solo cabía la posibilidad de que alguien confiara en ti. Fui afortunado y reconozco que tuve gente muy importante a mi alrededor, que me apadrinó y a los que estoy agradecido eternamente. Acompañé a grandes directores de la escena que pensaron que yo podría hacer un buen trabajo con ellos. Paco Nieva, Miguel Narros, José Luís Alonso Máñes, Gerardo Vera, Andrea D’Odorico o Tomaz Pandur. Son muchos los que confiaron en mí, pero permitirme que solo cite a los que tristemente ya no están con nosotros. Ellos y otros muchos con los que sigo colaborando me han enseñado el camino.
¿Cuáles son los trabajos que tengo más metidos en mi corazón o en mi alma? Posiblemente los primeros. Recuerdo la inauguración de la Compañía Nacional de Teatro Clásico con el ‘Alcalde de Zalamea’, la del Valle Inclán con Gerardo Vera con ‘Divinas palabras’ o el del Teatro Real con Paco Nieva con ‘La vida breve’ y ‘El sombrero de tres picos’. La inauguración del Teatro de la Maestranza y del Teatro Central en plena Expo 92. Grandes trabajos que destacan más por su significado, por la oportunidad y responsabilidad que me dieron.
Cuando empecé tenía 22 o 23 años, es fácil suponer y entender que me resulte muy difícil con la cantidad de obras en las que he intervenido. Acabo de terminar de reponer ‘Rigoletto’ en Bilbao, una producción del Teatro Real con Miguel del Arco, que ha sido tan complicada como atractiva y de la cual me siento muy satisfecho.
En estos momentos estoy preparando, junto con Carlos Torrijos, iluminador con el que colaboro puntualmente, los diseños de la iluminación de los dos próximos musicales para el Teatro del Soho en Málaga, dirigidos por Antonio Banderas ‘Tocando nuestra canción’ y ‘Gypsy’. Entre medias estrenaré, con el Ballet flamenco de Andalucía, la obra ‘Pineda’, dirigida y coreografiada por Patricia Guerrero en los Jardines del Generalife de Granada. Sigo muy entretenido con la luz.
Al inicio de esta entrevista comentaba que había aparcado la carrera de magisterio por la iluminación.
Sí, aunque no me he desligado del todo de la labor docente. Juan Mayorga, director del Máster de Creación Teatral de la Universidad Carlos III, me invitó a participar dando una serie de talleres sobre iluminación y ya llevamos 10 años y sigo colaborando con él. Mi problema con la docencia viene de la necesidad de formalizar unos conocimientos que he adquirido de forma autodidacta, sin orden ni concierto. Para dar clase y enseñar algo tienes que tener formalizados todos los conceptos y ahí está mi problema que me lleva muchísimo tiempo y siempre dudo si lo estoy planteando adecuadamente. Lo que sí procuro es que se lo pasen bien y meterles un poco de interés por el conocimiento de la luz de una forma práctica.
Para terminar, podría comentarnos ¿qué le queda por hacer?
Siempre me queda mucho por hacer, personalmente viajar, conocer, visitar, leer… pero si te refieres a lo profesional mis amigos y allegados me dicen que podría dirigir, aunque me da mucho respeto. Reconozco que es un tema que me ha rondado por la cabeza en varias ocasiones.
Tengo pendiente escribir y reflexionar sobre la luz, que siempre está bien para las futuras generaciones. Todo se andará sin mayor pretensión. De momento, me conformo con seguir haciendo luces para contar historias que nos entretengan y nos ayuden a entender la vida.
'Detener el tiempo', intervención de Juan Gómez-Cornejo en la pasada edición de LuzMadrid en el monumento de Alfonso XII en el Retiro.
Sobre Juan Gómez Cornejo
Nacido en Valdepeñas (Ciudad Real), en 1976 emprende viaje a Madrid para cursar Magisterio, carrera que abandonó en su último año para dedicarse al teatro, en concreto, al diseño de iluminación. Profesional desde 1980, fue director técnico de la Sala Olimpia y el Centro Nacional de Nuevas Tendencias Escénicas y el Centro Dramático Nacional.
Entre 1990 y 1992 se hizo cargo del asesoramiento, de la construcción y posterior dirección técnica del Teatro Central de Sevilla para la Expo 92. Como iluminador ha trabajado tanto en teatro, música, danza y lírica colaborando con grandes directores de escena y escenógrafos.
Gómez-Cornejo es cofundador de la Asociación de Autores de Iluminación, donde ejerció de presidente del 2012 al 2020, y es miembro de la Academia de las Artes Escénicas de España. También ha colaborado en la formación de varias generaciones de profesionales en este ámbito y es profesor invitado en el Máster de Creación Teatral de la Universidad Carlos III. También ha participado como autor en la publicación del libro titulado ‘La luz melodía del arte escénico’.
En su haber cuenta con varios 4 Premios Max, varios premios ADE, un premio Ceres y distinciones como el Premio Nacional de Teatro en el 2011 o la reciente Medalla de Oro al reconocimiento en las Bellas Artes 2023.
“Para mí la luz es un vehículo de comunicación emocional, ya que puedes determinar que una cosa llegue a los espectadores de una manera especial”