Entrevista a Isabel Villar, Lighting Designer y coautora del informe ‘Sustainable lighting design’
Disminuir los efectos que la luz artificial ejerce en el planeta, así como preservar sus recursos naturales y reducir su impacto medio ambiental son desafíos para un sector que está en pleno proceso de transformación. Isabel Villar, Lighting Designer de White Arkitekter (Estocolmo) desgranó en el Open Doors organizado por la Asociación Profesional de Diseñadores de Iluminación (APDI), en una doble sesión celebrada en Barcelona y Madrid, las conclusiones de su aclamado informe ‘Sustainable lighting design’, escrito junto a Maha Shalaby, sobre el uso responsable de la luz. ¿Cómo iluminar correctamente los espacios? En la siguiente entrevista, Villar nos ofrece una visión crítica sobre cuánta luz necesitamos y cómo crear un proyecto saludable y sostenible.
La primera pregunta es obligada: ¿Quién es Isabel Villar?
Esta sí es una pregunta difícil. Soy una mujer de 40 años, chilena, que a los 23 años me fui a Suecia, a Estocolmo, a estudiar. Había cursado diseño industrial en Chile y tenía mucho interés en la luz natural, así que busqué en Google dónde podía continuar mi formación y me apareció Estocolmo, así que postulé por el curso. El plan era estar tres meses, porque me interesaba especializarme en otros aspectos del diseño, pero me enamoré de la luz y en el norte de Europa se dan unas condiciones de luz natural muy extremas, donde cobra mayor sentido que la importancia que la iluminación ejerce en nuestro bienestar.
Isabel Villar es Lighting Designer en White Arkitekter.
Precisamente, Estocolmo es uno de los lugares del mundo donde, en una época del año, hay menos luz natural durante el día.
Durante el invierno sí, pero en verano, en cambio, hay exceso de luz natural y cuesta incluso conciliar el sueño durante la noche. Esos extremos entre que no hay luz natural en invierno y no hay casi oscuridad en verano influye en el diseño de la arquitectura y para los espacios interiores es un reto. Pero también es muy inspirador estar en contacto con una cultura que se ha desarrollado bajo esas condiciones lumínicas.
¿Qué importancia tiene la iluminación en combinación con la luz natural en la sociedad actual?
Es la pregunta más importante que estamos tratando de resolver, de alguna forma, con nuestra profesión sobre cómo podemos iluminar nuestros espacios de una forma que no destruyamos el efecto que la luz natural crea, sino que la complementemos. Siempre he sido partidaria que los proyectos tienen que empezar a partir de un análisis de la luz natural y no con la idea preconcebida que es un lugar oscuro y cerrado, como si fuera una ‘black box’. La iluminación que creamos de forma artificial tiene que ir de la mano con la natural. Debe haber un dinamismo entre ellas, pero también por salud.
Una dilatada carrera profesional que le ha llevado a estudiar cómo mejorar la iluminación para hacerla más sostenible. ¿Cuál es el proceso?
Sí que es cierto que empezó con la idea de cómo podíamos combinar la luz artificial con la luz natural. Yo estoy en una oficina de arquitectura y pensaba que sería mucho más fácil trabajar con estos dos elementos de iluminación, sin embargo, encontré que nadie es dueño de esta pregunta, todavía. De alguna forma, el arquitecto ha perdido el ‘craft’ de la sensibilidad de trabajar con la luz natural en la arquitectura, ya que se ha vuelto muy técnica, muy de cálculo, para cumplir con una reglas y certificados de sostenibilidad. La idea de este proyecto de investigación es motivar a todos los que trabajamos en iluminación, para recuperar la importancia de la luz natural, y también un poco ayudar a navegar en un momento que es bastante crítico y que puede ser bastante frustrante. De hecho, puede generar ansiedad pensar en la idea que todo lo que hagamos en el fondo no va a ser bueno para el medio ambiente porque todo consume. Además, estamos especificando productos que tienen que producirse con materiales que se van a acabar en un período a corto o largo plazo y la luz artificial consume energía y cómo esa energía se produce igual tiene su impacto medioambiental.
El estudio nace para tratar de encontrar respuesta sobre qué voy a hacer yo con mi vida y mi profesión, ahora que siento que lo que yo hago en el fondo no tiene salida positiva. Pero, especialmente, cómo podemos sentirnos si hacemos algo por el medio ambiente. No es cuestión de juzgarse o señalar con el dedo sino de encontrar con nuestro propio norte, para hacerlo lo mejor posible.
A nivel personal, ¿le sorprendió la respuesta que ha tenido su estudio a nivel internacional?
De alguna forma sí porque al inicio de este proyecto no existía la intención de publicar un libro, sino el objetivo era tomarnos un tiempo para investigar, para desarrollar métodos, encontrar respuestas y soluciones que ahorran. Empecé con mi compañera Maha Shalaby en noviembre de 2019, cuando todo el mundo empezó a hablar de sostenibilidad, pero de forma aislada y sin conectar ideas; así que sentimos la necesidad de mandar al mundo un informe que hablara de una forma más holística de nuestro trabajo y de todos esos aspectos que inciden, como puede ser la eficiencia energética, la salud y el bienestar y la contaminación lumínica. Teníamos que hacerlo rápido porque sino después sería muy tarde. Eso fue un auténtico reto para nosotras porque, además de nuestras responsabilidades profesionales, teníamos este proyecto en paralelo y no podíamos demorarlo, para ayudar cuanto antes a poner el foco de lo que es importante en nuestra profesión.
Isabel Villar, como diseñadora y arquitecta en White Arkitekter, apuesta por recuperar piezas lumínicas y fomentar la reciclabilidad, como muestra este proyecto del Studio Slaktis en Estocolmo, donde la mayoría de piezas de iluminación y mobiliario se han recuperado.
¿El desarrollo del LED es uno de los caminos acertados del sector, para intentar paliar las consecuencias que la iluminación artificial puede provocar en el planeta?
Comparado con la fuente de iluminación que teníamos antes del LED ha sido como la vacuna contra el covid. Ha creado un boom y un gran ahorro energético a largo término, pero también ha tenido sus consecuencias negativas, como la cantidad de iluminación que se ha incrementado, porque la gente en el fondo considera que el consumo del LED es casi inexistente comparado con otra fuentes de luz; sin embargo a lo largo de la vida util sí consumen, aunque a largo plazo sí consume. Es decir, se ha perdido esa noción de que la lámpara encendida consume. Si bien se dice que el LED es frío y se cree que no produce calor, esto no es totalmente verdad. En uno de los estudios que hicimos para este informe, encontramos que el calor producido por las luminarias LED afecta a la necesidad de ventilación, el uso del aire acondicionado y sobre el calentamiento del propio espacio. Por supuesto el LED es más eficiente que una lámpara incandescente, pero también produce calor y es un aspecto a tener en cuenta.
¿La figura del Lighting Designer es vital para alcanzar esa transición y conseguir una buena iluminación?
Totalmente y también el hecho de saber que la iluminación no solo influye en los factores que nosotros podemos controlar como diseñadores de iluminación, como es la ventilación, el uso aire acondicionado o calefacción… como decía antes, también influye en cada decisión que tomamos, ya que muchas veces pensamos que sólo hay que actuar en el ámbito que compete a nuestra profesión.
Hay clientes que ven la iluminación como algo negativo, ya que están empezando a ver que es algo que consume energía, no solo el LED, sino la iluminación en general. Ahí es donde podemos ayudarles sobre qué se debe iluminar y qué tipo de iluminación incorporar. Sólo con este debate ya se puede tener una actitud más sostenible, para desarrollar cualquier proceso de diseño.
¿Al profesional del Lighting Designer también se le presupone una responsabilidad en la circularidad de los productos que va a emplear en cualquier proyecto?
Esto es un desafío para nosotros porque en el fondo están pasando muchas cosas de una forma muy rápida y hay promesas que se basan en ideas hipotéticas de un futuro que no conocemos y es una gran responsabilidad garantizar qué luminarias puedan repararse de aquí a 10 ó 15 años. No tengo autoridad para tomar esa decisión, sino que debe estar en manos de quien produce esas luminarias. Sin embargo, nosotros somos quienes comunicamos y presentamos las luminarias a nuestros clientes y tenemos que tener una comunicación directa con las empresas que fabrican, para que sea completamente honesta, transparente y de respeto mutuo. Porque si ellos prometen algo que después no va a poder cumplir, quien va a quedar mal voy a ser yo ante el cliente. Porque en el fondo estoy siendo la embajadora de ese proyecto, prometiendo que lo van a poder hacer circular, cuando este nuevo modelo no está solidificado, está recién comenzando, no sabemos de aquí a 10 años qué ocurrirá o cómo se podrá reutilizar.
¿Cómo hay que iluminar para alinearse con los Objetivos de Desarrollo Sostenible?
Esto es lo que se debe desarrollar en los próximos años en nuestra profesión. Debe tratar de encontrar esas hojas de ruta que, quizás, serán diferentes en cada lugar del planeta. Yo diría que la luz natural es algo que recibimos gratis y con conciencia, porque un exceso de luz natural también genera un coste energético, pero el foco tiene que estar en crear la iluminación que las personas necesitan ese específico lugar o una actividad concreta.
¿Menos es más? ¿La iluminación excesiva está obsoleta?
Completamente. Al final, si tienes un proyecto espectacular con luminarias que se van a hacer circulares, fabricadas a partir de aluminio reciclado, pero no están entregando la iluminación que la gente necesita, no es sostenible porque estás poniendo una cantidad excesiva de aparatos de iluminación y estás consumiendo energía que no se precisa. Lo más difícil es encontrar esa conexión con las personas, no solo con el cliente, sino con los usuarios y hacerles entender sobre sus necesidades reales, pero también en proporcionarles las herramientas para que puedan controlar la iluminación, de acuerdo con sus propias necesidades. Esto está demostrado por muchos estudios de investigación que la cantidad de luz que los humanos necesitamos para ver es mucho menor que lo que se estipula en los estándares. El estándar es una recomendación no una norma.
¿Existe la posibilidad de estandarizar el uso de luz?
De hecho, actualmente no existe ningún estándar que incluya o integre la luz natural y la artificial. Si se habla de 500 lux no significa que uno pueda contribuir a esa luz con iluminación natural hasta alcanzar la cifra que no se consigue de forma orgánica, para que se complemente con la artificial. Es decir, si en un espacio el 80% del tiempo se alcanza 200 lux ¿se necesitan 300 lux con luz artificial? Este tipo de estándar no existe y ese es uno de los problemas que espero que alguien pueda resolver. Si se le da control a la gente ayuda a que uno encienda las lámparas automáticamente y esto puede generar un ahorro energético aún más grande, que tener sensores por todas partes, ya que estos también consumen energía para funcionar. No quiero decir con esto que poner unos sensores de luz natural no consigan ahorrar energía, depende del caso, aunque, obviamente, ahorrará más energía la lámpara que no está encendida que tenerla encendidas todo el tiempo. Ahí está el debate sobre qué es Smart Lighting. Es más inteligente que nosotros sepamos qué y cuánto necesitamos. El período de la pandemia nos ha dado un poco más de independencia sobre nuestro entorno inmediato, ya que trabajamos más en casa, podemos disponer de la iluminación como nosotros queremos. Esto ha provocado también que la gente quiera asumir más control de su entorno inmediato.
Si no se da respuesta a lo que se emite en vuestro informe, ¿cuáles serían los peligros a corto o medio plazo?
Se van a acabar los recursos tanto energéticos como también en los materiales para construir luminarias, generando un aumento de sus precios. Esto va a provocar un problema de equidad, ya que la gente que pueda optar a una mejor iluminación será quien la puedan pagar y esto debería ir en contra de cualquier reglamento, especialmente cuando pensamos en escuelas, hospitales… Esto tiene una consecuencia directa, de la que se habla poco que es sobre la salud y el bienestar. En definitiva, la iluminación que necesitamos como seres vivos, ya que los efectos de estrés, los problemas visuales, posturales… son causa de una mala iluminación.
Sobre la iluminación exterior existe otro riesgo que puede afectar a todos los seres vivos, sin olvidar el tema de la afectación a la visualización de las estrellas por contaminación lumínica. Pero también en aspectos más terrenales sobre cómo afectan al resto de seres vivos, por ejemplo, al hábitat de las aves, los insectos… que forman parte de nuestro ecosistema y que podrían desaparecer.
¿Falta pedagogía para poder dar respuesta a estas nuevas necesidades, para apostar por propuestas más orgánicas?
Por supuesto, pero los problemas de sostenibilidad son diferentes en cada país. Hay gente que procede de Blangadesh o de África que vienen a estudiar a Estocolmo, donde hay una de las escuelas de iluminación más destacadas del mundo, y ellos tienen otros problemas como la hambruna, el acceso a la educación, la igualdad de género… preocupaciones que quizás aquí en Europa ya hemos tratado de resolver y es ahora más crítico el tema del medio ambiente. Además, pese a que países como Estados Unidos están intentando minimizar las emisiones de CO2, en zonas asiáticos como China no están trabajando para ello. Espero que este informe contribuya a motivar a la gente, para que aporte su granito de arena, ya que su esfuerzo sí que tiene un valor, para impulsar una nueva forma de hacer iluminación.
Además de ser embajadora lo pone en práctica en sus proyectos de iluminación.
He trabajado los últimos 15 años como diseñadora de iluminación y en los primeros 7 años estuve en un estudio más pequeño, sólo de iluminación, donde los proyectos en los que trabajaba era los que podía pagar un Lighting Designer. Esto me llevó a replantearme qué tipo de iluminación quería hacer de aquí en adelante. En ese momento, pensando en mi futuro profesional, no me veía iluminando una fachada con 2.000 luminarias o un hotel con el techo iluminado con tiras de LED de plástico. Por eso decidí cambiar un poco el rumbo y trabajar para un estudio de arquitectura donde la sostenibilidad marca nuestra forma de trabajar, como White Arkitekter en el que llevo 6 años. Pienso que esta es una discusión que cada uno debe tener como profesional sobre en qué tipo de proyectos se siente cómodo trabajando. Existen muchos proyectos que ya incluyen el reutilizar. Por ejemplo, hemos tenido un proyecto donde nuestra oficina, que está hecha de madera, requería una iluminación específica. Lo que hicimos fue analizar y documentar todas las luminarias que ya existían en la oficina, para tratar de reponerlas en la nueva, sin que la gente se diera cuenta, con sutileza. Logramos recuperar un 85% de todas las luminarias, incluso spots. En el proyecto, el primer paso era recuperar las luminarias antiguas, en caso contrario intentar encontrar de segunda mano y como última opción, comprarlas nuevas, que en este caso fueron muy pocas, pero no por ello no dejó de ser un proyecto nuevo.
No obstante, vuestros casos son ‘rara avis’ y no la norma que debería prevalecer.
Pero no en Suecia. Quizás el 50% de los proyectos hoy en día tienen algo de reutilizar en luminarias. Tengo otro proyecto en el cual van a reparar o reutilizar 800 luminarias a LED, es decir de fluorescente a LED. Dentro de nuestra estrategia investigamos si podemos cambiar la luminaria hacia una buena iluminaria, o incluir otros tipos de luminarias, sobre todo en espacios donde la luz debe ser buena y/o forman parte de la arquitectura, para que no rompa con la esencia del proyecto.
¿En España todavía nos queda mucho camino por recorrer?
Es importante compartir estos casos y hablar qué es posible, que genera un ahorro no solo sostenible sino económico. Es un win-win para todos. Es posible que de país a país cambie la forma en que las industrias se implican. En Suecia hay muchas que apuestan por reciclabilidad y reutilización es algo más que una estrategia de marketing.
Si la gente adopta una actitud crítica tras su informe ¿el objetivo estaría cumplido?
En el fondo, el objetivo es hacer reflexionar a la gente, con las decisiones que tomen y hacer pequeños pasos, haciendo caso a esa vocecita interna, que nos indica cómo podemos hacer nuestro trabajo cada día mejor y con un menor impacto en el medio ambiente. Pero también motivar a los diseñadores a hablar con los usuarios y preguntar qué necesitan para poder diseñar la iluminación que ellos necesitan. Ciertamente, podríamos haber dejado este estudio en interno, como estrategia de marketing para conseguir proyectos, pero desde el principio apostamos para que fuera para todo el sector e intentar movilizar nuestra profesión hacia la sostenibilidad y soñamos con que muchos encuentren inspiración y un uso práctico en él.