Cómo rentabilizar la inversión del interiorismo en retail
La situación económica actual y la globalización, nos sitúa en la necesidad de buscar ideas de solución. El Diseño es un elemento facilitador de la innovación. Una innovación, que ha dejado de ser solo tecnológica para ampliar su alcance a otras áreas, hasta el punto en que desde hace años, ya se habla de innovación de producto, en marketing, en imagen, en identidad o en proceso y organización.
El diseño es un espejo que refleja el desarrollo del entorno y de la sociedad. Se convierte en el vínculo vital de la solución de la necesidad y el factor de cambio en las personas. El mundo funciona y cambia a pasos agigantados, cada vez con más rapidez.
Este cambio debe convertirse en parte de la propuesta de valor. El saber lo que pasa en el mundo, de lo particular a lo general, y de lo general a lo particular, se convierte en una herramienta vital para el desarrollo de proyectos de calidad y sobre todo de vanguardia global.
Se debe apostar por el resultado “Diseño = Modelo de Negocio”, que conjuntamente con un buen proyecto y la industria, nos resulta una respuesta creativa e innovadora.
Numerosos casos de éxito corroboran que El Buen Diseño es Buen Negocio, ya que en sus comités de dirección y en sus equipos hay grandes diseñadores. Invierten en Diseño, invierten en buenos diseñadores y gestionan la compañía a través del Diseño como la mejor manera de hacer que un negocio destaque y conquiste el corazón de tu público.
El Diseño pasa a formar parte de la cultura y ADN de la empresa desde un punto de vista estratégico, estético y funcional. Un buen Diseño genera confianza y empatía a través de códigos de comunicación que representan nuestros valores, consigue que la experiencia sea única gracias a la diferenciación y nos puede ayudar a ser más competitivos, permitiéndonos ahorrar costes importantes.
Para mucha gente, el diseño aún significa el brillo superficial de mejores casas o gráficos más limpios, pero actualmente la innovación está ligada a él. Se ha vuelto una ventaja decisiva en incontables industrias, además de ser una herramienta crucial para evitar la indiferencia. El éxito de cada compañía depende de cómo de bien intuyan lo que los usuarios quieren y cuánto cada una de ellas los complazca con productos. Solo el diseño tiene el poder de seducir y deleitar. Y no se está viendo SOLO como una solución de problemas de negocios.
El buen diseño aporta funciones diferenciadoras y optimiza los costes de producción. Buena parte del éxito de mercado de muchas empresas, en un futuro inmediato, dependerá de la manera correcta y sistemática en qué consideren el diseño como una actividad integrada en el proceso global de innovación. Por ello, desde la óptica y perspectiva de las empresas el diseño debe ser entendido como: PROCESO, TECNOLOGÍA Y SERVICO A MEDIDA.
Muchas empresas consideran a los diseñadores como personas que prestan poca atención a los costes o que producen objetos demasiado novedosos para el mercado. Pero a medida que la competitividad se intensifica, el diseño constituye un elemento cada vez más importante de diferenciación y posicionamiento de los productos y servicios de una empresa.
Por lo tanto, podemos decir que la consecuencia evidente de la aplicación de un diseño innovador en las empresas, es el resultado de un mayor beneficio.
Por todo ello, el sector del retail debe considerar la inversión en diseño, como el acceso a una capitalización, es decir, a una inversión en intangibles. Yo siempre digo que los Diseñadores no somos un Coste Agregado para la Industria, sino un Valor AGREGADO. Es importante aclarar esta diferenciación. Consecuentemente, diseño debe ser entendido como un factor esencial e intrínseco de cualquier proceso productivo.
El diseño se convierte en un elemento diferenciador del producto, se convierte en el elemento que puede determinar la compra. La apariencia, la funcionalidad, el embalaje o el envase, los materiales con que está hecho pueden ser motivos de compra. El diseño contribuye al precio del producto a través de la determinación de los procesos de manufactura y los materiales, y como consecuencia, en una adecuada o inadecuada percepción de la calidad del producto. Una adecuada percepción por parte del consumidor de la relación calidad-precio puede ser motivo de compra.
Esto se traduce en un incremento de su valor añadido, lo que quiere decir que el diseño es rentable, no solamente a nivel de diseño de producto, sino también a nivel de diseño de todos los otros elementos de la empresa.
Manuel Torres Acemel
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