La profesión luz
¿Cómo asumir la enseñanza de una disciplina relativamente nueva en el panorama mundial en el que cada vez es más evidente los beneficios que tiene sobre las ciudades y sus habitantes a la vez que también se vuelve evidente los consecuencias de los desatinos de una iluminación improvisada, realizada por manos inexpertas, desconectadas de una responsabilidad profesional y de un claro entendimiento de la iluminación y su condición innata como medio de comunicación? Como asumir esta responsabilidad ante una situación en la que es evidente la desvalorización actual de las humanidades en pos de una cultura de consumo conspicuo y facilidad de disposición que ha cimentado un nuevo sistema de valores en los que se favorece la rápida proliferación y circulación de datos / tecnologías / textos? Estos nuevos valores han sustituido a los modos reflexivos y contemplativos de la producción de conocimiento típicamente asociados con las humanidades, degradando así nuestra capacidad de reflexión y de contemplación y comprometiendo la capacidad de intimar con los espacios que creamos y habitamos. Este tipo de actitud dirigida por la instrumentalidad tecnológica nos deja en un estado permanente de insatisfacción en el que constantemente nos preguntamos cómo podemos superar el numerito anterior.
En el ambiente cotidiano y ordinario profesional, vemos soslayado el gran impacto e influencia que la luz tiene sobre la atención, los reflejos, la capacidad productiva, tanto para los individuos como para la ciudad por sí misma y como este ejercicio se ha conformado, en el mejor de los casos, produciendo simple visibilidad promedio, efectos transitorios, reduccionismo visual, alentando el consumismo pragmático de improvisaciones superfluas de emergentes especies de neoilusionistas de generación espontánea sin registro biológico.
El comportamiento de la industria del diseño de iluminación y de sus practicantes indica una pérdida de relación con el pasado, de raíces rotas y falta de un conocimiento cimentado en la calma, el habito, la reflexión y la metodología. El resultado de la ansiedad consumista de responder a la curiosidad y la impaciencia ha tomado a la ciudad como rehén produciendo una dolorosa imagen visual cotidiana que no solo devora nuestra vista, si no también nuestra mente.
Ante esta situación, como menciona Cathrine Veikos al reflexionar sobre Contribución Propedeutica a la Enseñanza de la Teoría Arquitectónica (Contribuição Propedêutica ao Ensino da Teoria da Arquitetura) de la arquitecta italo brasileña Lina Bo Bardi, es necesario recalcar la importancia del ejercicio de adquirir una consciencia profesional, saber asumir una posición filosófica y teórica ante nuestra responsabilidad como arquitectos/diseñadores que avale nuestro entendimiento de cómo nuestra actividad es fundamental en conexión con las distintas actividades de la ciudad/sociedad (3). Es primordial recobrar un sentido humanista y filantrópico que este al pendiente, no tanto de la luz que proyecta las fuentes y luminarios especificados, si no de la luz que rebota sobre la materia para regresar a la mirada de los habitantes de viven la ciudad.
Sin duda podemos encontrar un panorama actual que se ciñe a la eficacia y corta cualquier forma de exhibición afectiva. Ante este paradigma, es posible ver una oposición entre la luz eficaz y una luz claramente afectiva. Esto clarifica la visión que la iluminación no sólo se manifiesta en la electricidad y otras fuentes de energía material, sino que nos hace conscientes de que la luz se manifiesta en el estado, la condición y la naturaleza de las cosas y las personas que existen en términos de la luz que manifiestan tanto en el ámbito de la acciones como la del pensamiento.
Visto bajo la óptica de la luz en la práctica transdisciplinaria que atraviesa los modos de conocimiento derivado de las distintas disciplinas artísticas y científicas, mejorar, dar forma, comunicar y reinterpretar ideas. Este punto de vista involucra la tecnología con el pensamiento y la acción imaginativa para desarrollar la comunicación, representando los principios de pensamiento abstracto en significados de luz.
La expresión lumínica no sólo es tratado de una manera visual, también da cuenta de las cualidades espaciales, kinestésicas, auditivas e interpretativos. Combina lo afectivo con el domino cognitivo para crear una experiencia física, estética y conceptual.
La superposición de conocimientos proporciona nuevos marcos de referencia extraídos de cada disciplina proveyendo una acreditación de conocimiento más para formar nuevos vocabularios y significados para la luz.
Esta pensamiento manifiesto en una metodología transdisciplinar el resultado de la relación entre la ciencia y el arte , que en esencia es la naturaleza de la luz.
Texto: Gustavo Avilés y Talina Aguila