Campo de color para fachadas complejas
Después de estar en el Guggenheim Bilbao este fin de semana viendo la exposición del expresionismo abstracto de los años cuarenta, los cuadros sobre el campo de color me han animado a escribir sobre el color y la iluminación.
Además de la composición del campo de color de los cuadros especialmente de Mark Rothko, Barnett Newman yClyfford Still, el tamaño de los mismos me ha parecido sorprendente ya que, prácticamente, abarcan una escala arquitectónica. Así, como si de un mural se tratase, estos cuadros envuelven al espectador o en arquitectura al usuario, configurando un campo visual completo. Según los autores, parece que el tamaño es determinante por un lado, para que los pintores se sientan parte del cuadro y, por otro, para crear sensaciones o emociones al espectador. De esta manera, considero que las composiciones de estos cuadros, prácticamente, podrían servir para crear ambientes interiores desde el punto de vista de percepción visual.
El cuadro PH-950 (1950) de Clyfford Still, que no tiene un título descriptivo para que no haya alusiones que obstaculicen o ayuden al espectador, me ha invitado a reflexionar sobre la luminosidad del color amarillo utilizado en su gigantesco lienzo. Parece que la luminosidad del amarillo anaranjado se logra a través de cuidadosas pinceladas de color de tonos intensos.
Según las descripciones del cuadro “El amarillo y el negro se enfrentan sobre un espacio vertical. La luminosidad asciende hasta enfrentarse al abismo negro de la parte superior. Y, en la zona donde se produce la colisión, sobresale el blanco del fondo, como si fuera la espuma de las olas. En el extremo superior del lienzo vuelve a aparecer ese blanco, dirigiendo la mirada hacia el borde del cuadro” .
Estos elementos de escala arquitectónica me han impulsado a estudiar sobre el color y las paredes. Siguiendo con el post anterior sobre las fachadas complejas, donde se apreciaba que una ventana con un sistema de redirección puede controlar mejor la distribución de la iluminación natural sin variar en exceso en nivel lumínico. No obstante, si cambiamos el color de las paredes interiores, manteniendo la reflexión y la rugosidad de la superficie, continúa no habiendo una variación considerable respecto al nivel lumínico, sin embargo la percepción lumínica podría variar considerablemente.
Si comparamos el negro del cuadro frente el amarillo, aún teniendo la misma intensidad, la percepción de la misma luminosidad no es la misma. El amarillo aparentemente aporta mayor luminosidad, debido a la sensibilidad del ojo humano aeste color. Me gustaría citar la publicación sobre el color amarillo, Yellow is green: An opportunity for energy savings through colour in architectural spaces de J. López-Besora, A. Isalgué, H. Coch, I. Crespo, C. Alonso (Energy and Buildings, 2014; 78: 105-112 ). Para comprobar el supuesto comportamiento del color amarillo, he realizado una comparación sencilla de dos escenas: una, con la pared interior en gris y otra, con la pared interior en amarillo. Así, con el DIVA se ha obtenido el nivel lumínico de las dos escenas mediante una simulación del día 22 de julio a las 12,00h solar en Barcelona.
Como resultado, el nivel lumínico de cada escena apenas ha variado. Sin embargo, la percepción de la escena es diferente; Se ha intentado buscar el mismo efecto de la luminosidad del cuadro. Aparentemente, el acabado en amarillo da más luminosidad y calidez y, consecuentemente, el ambiente es más agradable o confortable.
Por lo tanto, a raíz de que la iluminación natural crea grandes contrastes en el interior con niveles lumínicos suficientes, sobre todo en las fachadas con ventanas, los colores cálidos en el interior podrían ayudar a contrarrestar esta percepción oscura del interior, manteniendo el mismo nivel lumínico.
En este sentido, poco a poco, podríamos ir consiguiendo una escena compleja más confortable através de una ventana combinada con un sistema de redirección.