Luz positiva
En los posts anteriores, han ido apareciendo temas sobre la luminosidad de los colores, la necesidad del equilibro entre la calidez y la frialdad, así como la existencia de la composición de forma, tamaño, posición y color. Hace algún tiempo asistí a unas clases de psicopedagogía y, poniendo en relación todo lo que aprendimos, me hago una pregunta a mí misma: ¿Cómo podríamos crear una atmósfera con luz positiva?
He recuperado una foto de mi tesis -llena de matices de una atmósfera un tanto recogida-, la cual me sugiere mucho... Sobre todo, las personas que aparecen. Observo que todas ellas están compartiendo algún tema con alguien; por lo tanto, deduzco que lo que me llama la atención es la necesidad del ser humano de relacionarse ( ”Lo que necesitamos de las relaciones”, Yarima Etxeberria Ibáñez, Feli Pérez de Onraita Ortiz ).
¿Qué es un espacio arquitectónico si no tiene en cuenta las relaciones de sus usuarios?
Hemos ido comprendiendo que el ser humano aprende desde la experiencia compartida (David Kolb ), y que aprende a lo largo de toda su vida, sobre todo, en un contexto concreto (Lev Vygotski )y bajo un clima de convivencia y unos vínculos positivos (”Los programas escolares como promotores del desarrollo positivo adolescente”, Miguel Ángel Pertegal, Alfredo Oliva y Ángel Hernando. Universidad de Sevilla y Universidad de Huelva, 04. PERTEGAL 2010: 1-14).
Estos últimos años, he tenido la curiosidad de ir trabajando sobre el confort del usuario -mayormente desde el individuo-, sobre todo el confort lumínico pero, colateralmente, también el confort térmico y el acústico. Ahora, me hago otra pregunta o tengo una intuición ( Fernando Trias de Bes, Eduard Punset ): si el confort de las relaciones tendría sentido. Porque si partimos de que el confort responde al bienestar del usuario, también debería responder a la necesidad de relacionarse. Entonces, tendría sentido que la luz positiva hubiese de conseguir o ayudar a iluminar un estado emocional de confianza, respeto y afecto positivo entre los usuarios, desde el punto de vista de un grupo.
Creo que podría ser útil crear una atmósfera de luz que responda al sentido humano para ayudar al usuario a desarrollar y compartir una vida sana, positiva y feliz.
El estudio de diferentes planos de trabajo -en el artículo del ejemplar 23 de iCandela dedicado a la iluminación en restaurantes-, se podría relacionar con esta reflexión. De hecho, se planteaba cómo en los restaurantes de cierta calidad se incide en la relación y conversación de los comensales, que llegan juntos o bien han quedado en el restaurante, como “local de encuentro, de reunión o de celebración”. Sin embargo, intuyo que la luz positiva debe de ser algo más; una luz que responda a la actividad en cooperación de los usuarios con matices agradables para desarrollar esta actividad, por ejemplo. No estaría nada mal buscar más intensamente la manera de iluminar para construir experiencias positivas...