La Construcción en el Siglo XXI

En consecuencia, tenemos 30 años de perspectiva para ver lo que ha ocurrido y cómo nos puede estar llegando el futuro inmediato.

Se puede ver la botella medio llena o medio vacía. Quiero decir, es cierto que falta ¡todavía! por cumplir el marcado CE de producto, pero también es cierto un avance indudable y generalizado en eso que llamamos Sistema nacional de calidad, con las implicaciones que conlleva para la Construcción.

Como ver la botella medio vacía, aún siendo verdad, sólo nos lleva a la melancolía, preferimos verla medio llena, que también es verdad, y que permite esbozar lo que puede pasar con algunas cuestiones de candente actualidad.

Por diferentes vías, estamos tratando de conseguir reforzar la vigilancia de mercado sobre productos de construcción y, sobre todo, en el nivel autonómico, que se entienda bien que no se trata de cerrar ninguna fábrica, sino, al contrario, de ayudarle a corregir sus errores de producción, mejorar su competitividad y, en consecuencia, la calidad de su empleo y su capacidad contributiva a la Hacienda pública, sin generar competencia desleal con nadie en el resto del territorio.

Se trata de cumplir con el nuevo requisito 7º del Reglamento Europeo de Productos de Construcción. Hay que conseguir 3 cosas:

• Que el producto se caracterice convenientemente
• Que la obligación se extienda por igual a todos
• Que las administraciones den ejemplo contratando sólo productos y a empresas que usen productos que cumplan con la legalidad en cuanto a calidad, seguridad y medio ambiente se refiere.

Hay que asumir todas las ventajas que trabajar de forma digitalizada implica tanto en los procesos como en los productos. Lo que ocurre es que hay que dar coherencia a lo que se haga y generalizar su implantación.

Al final, se trata de evitar una construcción de dos velocidades: la antigua, con todas sus inercias e ineficiencias, y la nueva, tratando de cumplir, cuanto antes, al máximo con las mejores prestaciones posibles, para que el usuario final tenga el mejor resultado.

Para que se entienda bien: tenemos que trabajar con agentes del sector que apuestan por la máxima eficiencia energética, por un buen aislamiento acústico, por una buena impermeabilización, etc, pero también nos toca trabajar con agentes del sector que quisieran que no existiera casi ninguna obligación para ellos que, por supuesto, saben construir como nadie.

Pensamos que, sin duda, el futuro sólo tiene una dirección: la de mejorar la calidad en todas sus vertientes. La duda es si ese futuro está más cerca o más lejos. Hay quien puede pensar que para el fabricante es cuestión de adaptarse fácilmente, pero no es así. Variar una línea de producción es muy costoso y tratar de cumplir, por convicción o por obligación, con toda la legislación que nos concierne, es de una inversión muy importante. Pero, y sobre todo, deja a los buenos fabricantes en situación muy comprometida frente a competencia desleal de quien no cumpla con nada y siga sobreviviendo en el mercado porque hay quien los compra, engañando al cliente final. Ejemplos notables tenemos de grandes fábricas y empresas que murieron en esta crisis precisamente por esto.

En cualquier caso, todos los agentes de la construcción, pensamos, deben elevar sus miras y, tratando de obtener su legítimo beneficio, garantizar, al máximo, un trabajo bien hecho. Ésa y no otra será una construcción digna de llamarse del Siglo XXI. Después de 30 años.