La pasta de los héroes
El semanario norteamericano "Time" ha dedicado recientemente un número completo a tratar el tema del heroísmo moderno, y a ilustrarlo con ejemplos contemporáneos; personas que por sus méritos y humanidad, que por sus actos desinteresados en beneficio de otros, destacan entre las movedizas arenas de la sociedad del siglo XXI.
El concepto de héroe ha cambiado constantemente a través de los siglos. En la Antigüedad Clásica - y en su reedición moderna, el Renacimiento-, héroe era aquel personaje que destacaba en la guerra, en el arte de gobernar, en la erudición, en las letras...eran personajes que triunfaban, conquistando la fortuna y dominando el azar, por razón de sus virtudes. Pero como nunca faltan voces discordantes, el amargado escritor y diplomático florentino Niccolo Machiavelli construyó una imagen de héroe "negativo", poniendo todos esos conceptos clásicos y renacentistas patas arriba. Inventor de la "realpolitik", sus héroes eran aquellos que pensaban que era mejor ser temido que amado, que practicaban la crueldad antes que la caridad, que no basaban su conducta en principios firmes sino en aprovechar los vientos del momento...su arquetipo no era algún noble general romano, sino el presunto fratricida César Borggia - o Borja, natural de Gandía - , una figura francamente desagradable para nuestros criterios contemporáneos. Luego siguieron héroes románticos del siglo XIX, rebeldes o expatriados, como Byron u Oscar Wilde, o el neoromántico Che.
Pero el siglo XIX también nos ha traído otro tipo de héroe, que nos comienza a colocar más en línea con el concepto actual de heroísmo: el de aquellos personajes que cambian al mundo simplemente cumpliendo con su deber, aun en circunstancias adversas.
El semanario norteamericano "Time" ha dedicado recientemente un número completo a tratar el tema del heroísmo moderno, y a ilustrarlo con ejemplos contemporáneos; personas que por sus méritos y humanidad, que por sus actos desinteresados en beneficio de otros, destacan entre las movedizas arenas de la sociedad del siglo XXI.
Entre los 29 personajes citados se encuentra uno estrechamente vinculado al mundo de la Horticultura, y cuyo trabajo ha sido ya destacado en páginas de esta revista. Se trata de Carlo Petrini, fundador del movimiento y asociación internacional Slow Food (www.slowfood.com), dedicada a la protección de los alimentos y comidas tradicionales y de la biodiversidad agrícola.
Petrini, nacido en 1949, es cocinero y periodista de profesión, habiendo escrito sobre gastronomía para renombrados periódicos italianos, como "L'Espresso", "L'Unitá" o "Il Manifesto". En 1986, Petrini fundó su asociación "Slow Food" en Barolo, una ciudad en la región vinícola de Piamonte. El movimiento, concebido como una protesta contra la masificación de los gustos alimentarios, "fue, al comienzo, casi como un juego; no nos imaginábamos que iba a crecer explosivamente, como lo hizo", recuerda Petrini. Actualmente el movimiento registra más de 80.000 miembros en más de 100 países. Posteriormente funda la editorial "Slow Food Editore", con el objetivo de editar libros y revistas dedicados a promover la cultura de la mesa y del vino, teniendo en cuenta sus aspectos socioantropológicos, culturales, económicos y geográficos. Gracias al incansable entusiasmo de su fundador, "Slow Food" se convierte en un semillero de ideas y eventos, como el "Salone del Gusto", que se lleva a cabo por primera vez en Turín en 1996. A ésta siguen decenas de iniciativas en todo el mundo, pero sin duda su proyecto más ambicioso es la fundación de la "Universidad de las Ciencias de la Gastronomía", que acaba de abrir sus puertas en la ciudad italiana de Pollenzo (www.agenziadipollenzo.com/ita/universita.lasso)
Este innovador, escogido por una revista norteamericana como un héroe europeo contemporáneo, tiene un profundo sentido de la verdadera modernidad. "¿La globalización? Claro que sí: está afectando a todos los habitantes del planeta" - manifiesta. " "Pero, al mismo tiempo, las raíces locales nunca han sido tan importantes." Carlo Petrini entiende que la modernidad no tiene valor alguno si el precio es olvidarse del pasado. La moderna tecnología le permite mejorar las condiciones de trabajo y garantizar, por ejemplo, el tiempo y las temperaturas exactas de cocción de un plato. Eso lo considera progreso. Pero "si también significa banalizar el gusto de los productos, eso es dar un paso atrás, y siendo como soy, un cocinero, me rebelo ante ello."
Otro de los pilares de las ideas de "Slow Food" es la defensa de los productos. Petrini enfatiza que "no hay buenos productos sin buenos productores." La capacidad de considerar todos los aspectos que rodean a la producción y consumo de alimentos - agrícolas, industriales, comerciales, ecológicos - es una de las claves del éxito de "Slow Food".
Un héroe, entonces, que ha sabido discernir la esencia de modernidad y tradición, y proyectarlas a escala planetaria, preservando para todos nosotros valores entrañables. Tener pasta de héroe es comprender y actuar.