A salto de arbusto
Falta de previsión en el sector del vivero de arbusto dentro del mercado español.
Artículo de BricoJardinería & Paisajismo - 81, Marzo 2001.
Pedro López Bornay |
Este año no ha habido suficiente Bouganvillea en el mercado, por lo que los viveristas hemos pedido «lo que queríamos por ellas», los centros de jardinería no han conseguido las que necesitaban y muchos clientes finales se han echado atrás pues este año estaban «carísimas».
El año que viene todos haremos Bouganvilleas, de todas las variedades y además el doble de producción de la habitual, con lo que ante el exceso de producción, los centros de jardinería nos pagarán «lo que quieran por ellas», los viveristas nos comeremos la mitad de la producción, y los clientes finales, ¿llenarán sus jardines de Bouganvilleas?, no, comprarán como siempre.
Este es un ejemplo ficticio, pero ¿a que os suena a lo mismo de todos los años?.
Las obras se proyectan con años de antelación, los trámites son laboriosos, las adjudicaciones a las contratas son lentas, la negociación con las subcontratas nunca van deprisa, pero cuando llega el momento de la ejecución resulta que hacen falta 70.000 romeros de 40 cm. de altura en maceta del 18,5 de color verde con lunares rojos para mañana, ¡ah!, y hazme buen precio que creo que me he pillado los dedos con el presupuesto. Otro ejemplo ficiticio...
Afortunadamente no todos trabajan así, pero ¿y si el resto nos organizamos un poco?. Los europeos piden con meses de antelación, tienen a su vez la planta vendida, los clientes finales saben de las ofertas y promociones por campañas publicitarias, etc. ¿Son más listos que los españoles?, ¿No será que miran las estadísticas de las cantidades y fechas de venta de años anteriores? A lo mejor les va tan bien porque le dan importancia a la previsión.
Alguna vez las empresas de jardinería u obra pública piden con 4 ó 5 meses de antelación, mientras ellos hacen el movimiento de tierras, colocan el riego y el arbolado grande, las plantas que van a utilizar en determinada obra, se establecen precios más ajustados y el viverista trabaja con la tranquilidad de la planta vendida, mientras que la constructora no se pilla los dedos con el presupuesto. Las plantas también necesitan su tiempo para crecer y si lo planteamos así desde el principio los beneficiados son desde el contribuyente (en el caso de la obra pública), la constructora que consigue precios más ajustados además de conseguir la planta que aparece en el pliego de condiciones y por último el viverista que produce con la seguridad de la venta.