Con la mosca tras la oreja
Frente a los problemas surgidos con la comercialización de clementinas en América, los agricultores se preguntan si estas dificultades se repetirán en la campaña 2002.
Opinión publicada en la Revista Horticultura - 160, abril 2002.
Valencia está de actualidad, ya es uno de los diez destinos más preferidos del turismo en España. Dejando a un lado las comparaciones, siempre odiosas y máxime cuando se trata de algo tan rico en matices como es cualquier ciudad.
Vale la pena visitar Valencia, darse una vuelta por el mercado central, la lonja y sus recoletas callejuelas, plaza de la Virgen y el casco antiguo; y hacia mediodía tomarse una suculenta paella cerca de la playa y para rebajar la comida un paseo por la Ciudad de las Artes y las Ciencias o el Palacio de la Música.
Sin embargo este artículo tiene la pretensión de hablar de algo que esta situado a las afueras de la ciudad, en sus huertas y naranjales que ahora por marzo-abril es cuando, en la quietud que planea sobre estas zonas, se vive una primavera rica en matices.
La brillante luminosidad de estas tierras enciende geranios y adelfas, la atmósfera impregnada de olores de azahar que uno puede inhalar, suave, despacio para exhalarlo dejando que fluya lentamente.
El azahar y su aroma envuelven las alquerías y caminos, el agricultor cuidará sus naranjos con mimo y en unos meses el paisaje se tornará dorado de color "naranja", esa fruta tan apetecible y de propiedades sin igual.
Pero este año los agricultores están "con la mosca tras la oreja", y es aquí donde uno se pregunta si se repetirá el cisma de intereses de la pasada campaña, en especial en Estados Unidos, al que creímos un mercado amigo y que ha resultado ¡amigo de conveniencia!.
No estoy preparado para emitir un juicio sobre el caso, que por otra parte debe ser complejo, porque serán muchos y variados los factores que hayan podido intervenir. No obstante coincido plenamente en todo su amplio contenido cuando el Dr. Miguel Merino-Pacheco en su editorial (primeros líneas) de Horticultura nº 158 dice "que en realidad es una disputa comercial en la cual los aspectos fitosanitarios sólo representan una coartada".
Lo que parece claro es que el fruto debe ser tratado y cuidado desde la más estricta normativa y a su vez presionar con fuerza desde los organismos que corresponda sobre los intereses disfrazados de algún país que por conveniencia aduzca falta de calidad para esconder intereses de mercado. Los meses de recolección todavía están lejos en esta campaña 2002; para entonces se tiene que haber aprendido de estas experiencias para que el sector citrícola español haga valer su fuerza, calidad y tradición exportadora ganada a pulso.